El 25 de marzo se realizó, en el Aula Enrique Tandeter de la sede Paraná, el Panel Humanidades hace Memoria, en conmemoración al Día Nacional de la Memoria por la […]
El 25 de marzo se realizó, en el Aula Enrique Tandeter de la sede Paraná, el Panel Humanidades hace Memoria, en conmemoración al Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
El encuentro fue organizado y coordinado por la directora de la Maestría en Educación Lenguajes y Medios de la Escuela de Humanidades, Dra. Mónica Pini. La especialista en Educación remarcó la importancia del encuentro en el plano político, personal y académico pero especialmente, como una actividad que permite derrumbar los muros de silencio que aún permanecen y rodean la época de la dictadura cívico militar en la Argentina.
El panel abrió con las palabras del decano de la Escuela de Humanidades, Dr. Enrique Corti, quien se refirió a una tradición milenaria de occidente que agrupa y asocia al tiempo con la memoria, entendiendo esta última como el lugar donde el tiempo se atesora. En este caso, se trata de la palabra como recurso, que hace las veces de una presencia de ambas. Desde esta perspectiva, se hace que la palabra permanezca viva, porque su distancia cae en el olvido y con este caerá también de la memoria. El desafío requiere entonces, una convivencia que mantiene vivo el tiempo y la memoria.
A continuación, tomó la palabra el sirector de la Maestría en Derechos Humanos y Democratización para América Latina y el Caribe, Profesor Jorge Taiana, ex canciller y actual legislador de la Ciudad de Buenos Aires, quien remarcó inicialmente la tesis de Maestría realizada por Luciana Bertoia: “El Hospital Posadas: entre la salud y las desapariciones. La transformación operada durante la última dictadura (1976-1983)”, como un trabajo que excede lo académico y permite recordar en el marco de la justicia, la verdad y la reparación. El ejemplo utilizado para ver cómo se estructura el genocidio en el Posadas es relevante. Taiana se refirió al hospital como una institución emblemática que supo tener varias vidas: “En un principio, cerrado sobre sí mismo, luego acompañando un momento específico político donde se abre a la comunidad. Un hospital que se redefinió en diferentes etapas y que tuvo en un hecho relevante, como fue la toma en 1973, un quiebre fundamental en la recuperación de la salud pública. Fue en dicha experiencia de volverse a la comunidad, mediante un manejo interno más democrático y participativo, lo que estuvo en el centro de la política represiva contra el hospital: castigar la idea diferente entre sociedad y hospital, condenar una experiencia de participación conducida por los médicos, por eso tiene tanta fuerza simbólica y se lo castigó de esa manera”, concluyó Taina. Por último remarcó que hay otro elemento más dramático que completa el cuadro, el Chalet, el centro clandestino de detención ubicado en el territorio del mismo hospital, el lugar común que unía ambos espacios (el hospital y la comunidad) y que luego debería ser recuperado por los compañeros en la vuelta al hospital.
“El valor de la justicia excede al juicio, pero alcanzarla, juzgar algunos de los responsables, tiene un valor extraordinario y eso fue posible por la lucha de personas que dijeron que no aceptaban la impunidad y pelearon contra eso”, agregó. Visiblemente conmovido en el plano personal y político, Jorge Taina cerró su presentación con una premisa y un deseo: “Conociendo la verdad, haciendo justicia, manteniendo la memoria, damos bases sólidas para la democracia del futuro en la Argentina. Rescatar estas historias nos enriquece y hace que cuando pasemos por el Hospital Posadas, sintamos orgullo por todos aquellos que no claudicaron en la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
A continuación tomaron la palabra los verdaderos protagonistas del encuentro, aquellos que a través de su relato mantienen viva la historia y reconstruyen la memoria colectiva. Algunas de las frases más representativas aportadas por los compañeros del Hospital Posadas:
La dictadura impuso un modelo sanitario que aun hoy se padece. “En este sentido -intervino Mónica Pini- es donde hay puntos de contacto con la educación pública, porque más allá de todos los esfuerzos y aumento de inversión, continúa vigente una idea de escuela pública para pobres. No es fácil salir de eso, que fue lo que consolidó la dictadura primero y luego el neoliberalismo de la década de los 90 con la mercantilización de la educación”.
Luego de los relatos de los compañeros del Hospital Posadas, la magíster Luciana C. Bertoia presentó su trabajo, que forma parte del libro El Hospital Posadas: entre la salud y las desapariciones. La transformación operada durante la última dictadura (1976-1983), basado en su tesis de Maestría en Derechos Humanos y Democratización para América Latina y el Caribe, publicado en 2012 por el Centro Internacional de Estudios Políticos (CIEP). El trabajo adhiere al enfoque de genocidio, entendido este como una tecnología de poder muy poderosa, muy eficiente, que no se acaba con las muertes que produce en masa, sino que busca cambiar las relaciones dentro de una sociedad.
Luciana invita en su tesis a repensar el hospital que deja en 1983, aquel que hace posible que Semblanzas I se haya realizado. En este punto realiza una pausa para presentar el libro de 2011, producto de la Comisión de Derechos Humanos por la Memoria, la Verdad y la Justicia del Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas. El texto se define como una construcción coral de la memoria dividido en tres partes: la historia del hospital, la construcción de la historia mediante relatos, cartas de compañeros desaparecidos y finalmente, las fichas de cada uno con los datos más duros, donde se intercala con el Proyecto de Hospital Público y Gratuito que llevaron adelante sus trabajadores junto a la comunidad aledaña a partir de 1973.
La oradora, con una extrema sensibilidad y respeto, invita a recorrer su tesis a través de diversos significantes, como por ejemplo, la puesta en marcha del Chalet, un centro clandestino de detención ubicado en el mismo territorio del Hospital Posadas. “Lo interesante -continuó Luciana- es pensarlo desde la lógica del diseño urbano, donde el espacio de los jardines era el paso obligado, aquel que debía recuperarse luego de la dictadura, aquel donde se trabajaba mancomunadamente”. En este punto señaló una interesante contradicción, aquella que encierra y obliga a convivir espacial y temporalmente un hospital destinado a salvar vidas, pero también, un lugar donde se torturaba y se quitaba la vida. El Chalet funcionó en un doble sentido: hacia el hospital, pero también hacia el barrio, era una realidad pero a la vez un proyecto de sociedad, aquella que elegía no ver, escondida detrás de una figura de sociedad anonadada, incapaz de discutir comportamientos y silencios.
Las preguntas que atravesaron esta interesante tesis fueron múltiples pero siempre dejaban el mismo interrogante de fondo, ¿Qué pasó en el medio?, ¿Fue una represión entre próximos?, ¿Cuáles fueron las convivencias frente al terror?, ¿Cuál fue el grado de conocimiento de gente que seguía trabajando en el hospital, había un conocimiento?
Por último, analizó la figura amplia del sobreviviente, aquel testigo presencial de una historia anterior, de otro paradigma social, de otra forma de hacer política, pero también, el encuentro con el incómodo interrogante de preguntarse personalmente en la vuelta, qué había hecho cada uno en los siete años transcurridos que los compañeros no estuvieron. “El hospital -cierra Bertoia- continúa siendo ese lugar que hay que recorrer y transitar para recuperar derechos, todos deberíamos ver qué pasó y cómo hacer para deconstruir los efectos del genocidio”.
Finalmente la Dra. Graciela Di Marco, directora del Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos (CEDEHU) de la Escuela de Humanidades de la UNSAM, remarcó el camino diferencial que la Argentina ha transitado en los últimos años en materia de Derechos Humanos en su búsqueda por la verdad y la justicia. Afirmó que si bien la reconstrucción de la memoria nunca puede ser alcanzada de forma acabada y completa, es mediante cada relato que es posible destruir y construir una nueva hegemonía. La riqueza reside, entonces, en abrir todas las posibilidades para la memoria, como el verdadero camino que permitirá fortalecer nuestra democracia.
En todos estos años que ha llevado la reconstrucción de la memoria colectiva se ha ganado mucho en conciencia entonces, como plantea Enrique Corti, tiene sentido ser moderadamente optimista pero no tanto, y moderadamente pesimista pero no tanto, porque cualquiera de las dos versiones del mundo sería cínica y no condice con los hechos.
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