El historiador sudafricano visitó la UNSAM invitado por el Programa de Estudios Sur Global – dirigido por Juan Obarrio-, que se propone abordar cuestiones centrales de la realidad socio-política argentina y latinoamericana desde una perspectiva comparada con otras regiones emergentes de África y Asia; y escribió esta columna en exclusiva para Anfibia, la revista digital de la Universidad.
Por Premesh Lalu
Si uno cree en las coberturas mediáticas, Nelson Mandela ya no está entre nosotros. Aún así, en más de un sentido, sí lo está. En medio del frenesí de citas e imágenes que ahora circulan a través del espacio dejado por su ausencia anticipada, hay peligro de que Mandela sea honrado, incluso monumentalizado, pero no recordado de modo significativo. Parece que parte del problema es que la lucha contra el apartheid a la que Mandela contribuyó sustancialmente es recordada como un evento, una fase pasada, y no como el desarrollo sostenido de una idea que derivó en una conceptualización del post-apartheid.
Afortunadamente, Mandela todavía no es ni puede ser comparado exactamente con Mahatma, no al menos de la forma en que el historiador indio Shahid Amin (1984) llega a la figura de Gandhi con su aura de santidad (en un capítulo del Subalternan Studies III editado por Ranajit Guhan). Y afortunadamente también porque, en parte, tal status no sería producto del imaginario de lo subalterno en Sudáfrica, sino del concertado imaginario neoliberal que da una respuesta rápida. Más que buscar a San Mandela, deberíamos homenajear su legado de lucha contra el apartheid colocando sus ideas en una genealogía más larga del pensamiento anti-apartheid.
En los años venideros, la lucha seguramente sea la que busque recuperar a Mandela para pensar nuestra respuesta a los dilemas del apartheid, contra el distorsivo despliegue mediático y la hipocresía de un aparato que ha reducido todo principio y pensamiento al ridículo o la banalidad, e incluso a la compasión. Contra el vaciamiento de sentido, deberíamos preguntarnos qué continuidades y rupturas de pensamiento fueron activadas por Mandela, lo que nos fuerza a repensar el concepto de post-apartheid. ¿Qué recurso puede ofrecernos Mandela para elaborar un concepto del post-apartheid que también altere nuestro deseo por lo poscolonial de modo que exceda ‘la construcción de la diferencia’ del apartheid?
La importancia de Mandela puede entenderse en parte a través de su habilidad para admitir que el concepto de post-apartheid, así como la crítica al apartheid, no podía quedar en manos de mesianismos o caudillismos. Se requería de un esfuerzo más sostenido para resolver los legados del autoritarismo y el racismo. La demanda de un esfuerzo redoblado para entender y sobreponerse al apartheid derivó de haberse dado cuenta de que el apartheid representó algo que el nacionalismo anti-colonial no había previsto y, menos aún, imaginado posible.
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