Una semana de Jacques Rancière en Buenos Aires y Rosario dejó mucho material para pensar. Entre las conferencias, coloquios, entrevistas y conversaciones que dio / entabló el pensador francés, invitado por el programa Lectura Mundi de la UNSAM, se acumularon preguntas y enunciados que vale la pena recoger. Aquí Verónica Gago comparte algunos apuntes, notas tomadas al vuelo durante esos encuentros.
Por Verónica Gago – Fotos: Alfredo Srur / Equipo de Comunicación UNSAM
. La emancipación intelectual
Ninguna institución puede incorporar de manera plena este concepto. Pero sí abrir temporalidades y brechas que perforen la inercia de su función explicadora y de su orden disciplinario. Se trata de dejar lugar a “zonas de indeterminación” que hacen trabajar a la institución en contra de ella misma. La pregunta es una tensión y no tiene respuesta: ¿es posible una institución des-explicadora?
. El porvenir de la universidad
¿Qué es la voluntad? Una creencia que anima actos. Y esa creencia: ¿parte de la desigualdad o de la igualdad? Una política cambia radicalmente si su premisa es combatir la desigualdad o si tiene como punto de partida afirmar la igualdad. La igualdad es una puesta en acto de una creencia. La función de quien enseña es encarnar una exigencia para el otro. Esa exigencia es efectiva cuando nos obliga a tomar un camino propio. Hoy esa función de maestría no está en una sola figura (maestro, profesor, etc), sino estallada: funciona como una orientación y no es exclusiva de ciertos ámbitos.
. La democracia hoy
Toda reivindicación de poder por parte del pueblo no puede amoldarse a una traducción puramente institucional. En ella no puede descansar el privilegio de la transformación. Interesa, al contrario, que el fondo disruptivo de la democracia no quede pasivizado en la posición de simples sujetos de demandas o en sujetos meramente representados. Queda entonces el dilema de cómo comprender este intento de incluir lo democrático en la institución, y cómo hacerlo sin perder esta perspectiva crítica. El poder del pueblo es el escándalo anti-natural de la democracia y contradice la noción misma de poder. En esa paradoja está el carácter disruptivo y expansivo de la democracia.
. La subversión estética
El arte y la producción van de la mano en la Revolución Rusa: comparten una misma división de lo sensible, una idea del cuerpo y sus destrezas, de la fabricación de objetos y de una innovación en el espacio de lo visible. El arte y el trabajo se mancomunan en la creación de un mundo nuevo: es decir, de nuevas maneras de ver, sentir y hacer. Las prácticas del arte no son un campo aparte: intervienen en el paisaje de lo común, redefiniéndolo y reorganizándolo.
. La noche de los proletarios
¿Qué es investigar? Constituir un colectivo político que funciona como una comunidad de investigadores que son al mismo tiempo sabios e ignorantes. Esa comunidad crea tiempo. Un tiempo que no es el de las prácticas gubernamentales ni el de las consignas mediáticas. En esa temporalidad se producen tejidos de vida, de información, de conocimientos que son autónomos respecto de la agenda del poder (o instituciones de contrapoder). Como aquellas cooperativas y universidades populares que eran a la vez instituciones obreras alternativas y modos de vida entre fines del siglo XIX y principios del XX y que alumbraban la noche proletaria.
. El tiempo de la política
El tiempo de la política consiste en la expansión de ciertos momentos efímeros. Momentos que crean otras temporalidades y, con ellas, otra idea de las capacidades y competencias de cualquiera. Normalmente el tiempo se divide entre aquellos que saben de política y prevén el futuro (los políticos profesionales y los militantes) y quienes viven el día a día. Sin embargo, ese es sólo un determinado orden del tiempo. Cuando el disenso irrumpe, ese orden se rompe y esa distribución temporal y espacial se derrumba. El desacuerdo es, en este sentido, un desacuerdo sobre cómo usar y vivir el tiempo.
. Política de la ficción
La ficción no es tanto la creación imaginaria de algo que no existe, sino la práctica que otorga sentido a lo decible, a lo factible y a lo pensable. Así, si la escritura se convierte en una cierta forma de reparto de las palabras, las experiencias y los saberes y por tanto su intervención es directamente política.