Es el pintor argentino mejor cotizado en el mundo. Nacido y criado en Villa Ballester, dice que volver a San Martín tiene una carga emotiva inigualable y que quiere que la UNSAM tenga una de sus obras. El próximo 3 de noviembre dará una charla en el Carpa y dirigirá una “guerra de bombitas de pintura” abierta a toda la comunidad.
Por Paula Bistagnino – Fotos: Pablo Carrera Oser / Equipo de Comunicación UNSAM
Su primer cuadro lo vendió en la Plaza Roca de Villa Ballester hace 20 años; lo compró una vecina por 50 australes. El último se lo vendió a una empresa española en 2010 por 865.000 dólares. Desde entonces Helmut Ditsch es el pintor argentino mejor vendido, reconocido en el mundo entero por sus lienzos de hasta 9 metros con mares, glaciares, desiertos y montañas de perfección casi fotográfica. Pero no lleva esos títulos a cuestas cuando camina por el Campus Miguelete pensando en cómo será la “explosión de talento” que planifica para el próximo 3 de noviembre en la UNSAM.
“Yo me crie en este pueblo y acá no había universidad. Por eso volver y ver esto me conmueve. Quiero inspirar a todos los chicos y jóvenes para que sepan que si uno va detrás de sus sueños, en algún momento va a cumplirlos. Esa es mi historia y por eso me gusta contarla”, dice. Y adelanta que, además de dar una charla en el Auditorio Carpa entrevistado por el rector Carlos Ruta, está planificando una guerra de bombitas de pintura para toda la comunidad. “Quiero que explote el talento de todos los chicos, los jóvenes y los adultos para que juntos creemos una gran obra de arte colectiva made in San Martín”.
Hijo de alemanes, Ditsch creció en Ballester en un hogar de clase media peronista. Empezó a pintar cuando era muy chico, pero fue la muerte temprana de su madre la que lo llevó a focalizar en los paisajes. Ante la tragedia, alguien le dijo: “Tu mamá está en la naturaleza”. Y fue hacia allí. A los 25 años, después de pelearse con marchands, galeristas y curadores, “la corporación del arte” en sus palabras, comenzó su exilio artístico en Europa creyendo que iba a ser diferente. “Allá todo era peor que acá, aún más monopolizado por el establishment de la cultura. Así que tuve que abrirme puertas de manera subversiva para lograr un camino propio”, cuenta orgulloso a los 50 años, en pleno proceso de regreso a la Argentina y dedicado a su proyecto de una Fábrica de Arte Nacional (FAN), con la que busca llegar a las nuevas generaciones de artistas de todo el país que luchan por hacer su vocación de manera independiente.
¿Por qué se “peleó” con los museos?
No es que yo me haya peleado con los museos. Ellos se pelearon conmigo. Porque no me sometí al dictado de crear un lenguaje excluyente del pueblo que sólo entienden los papanatas intelectuales. Creo que la verdad se escribe con palabras muy simples y que entienden todos. El arte también: no necesita de intermediarios que lo expliquen. Esa es la mejor explicación de por qué los museos están vacíos de pueblo. Porque, sometidos al mercado, muchos artistas trabajan para los curadores, que les dicen qué y cómo deben pintar.
¿Esto es lo que usted llama “arte de terapia intensiva”?
Exacto. Porque es un arte que no funciona si no tiene todo un sistema artificial que lo mantiene con vida: el museo, los curadores, los críticos, el establishment y la gente rica que se invita a los vernissages. El verdadero talento está en hacer vibrar a la gente y no necesita del intermediario para funcionar. El arte no es mercancía; es un arma de movilización y evolución humana. Por eso se lo intenta controlar a través de un sistema que impone condiciones y un lenguaje excluyente de lo popular. Porque el pueblo reacciona de forma intuitiva. Entonces hay una acción deliberada para impedir el contacto entre la gente y el arte.
Hace dos años empezó una gira para exponer su obra en lugares públicos de todo el país y ahora eligió la UNSAM para que la gente de San Martín pueda ver por primera vez uno de sus cuadros.
Sí, vamos a traer El punto de no retorno II, que es el único cuadro que está ahora en el país. Espero que podamos dejarlo en exhibición bastante tiempo. Volviendo a la pregunta, creo que los bares, las plazas, la calle, una cancha de fútbol o una estación de ferrocarril son los lugares naturales del arte. Porque es en la calle donde se gesta la cultura. Y exponer en la UNSAM tiene un valor especial porque tiene un concepto innovador que pone a la par la acción artística con la científica. Eso es genial, porque aunque siempre se lo haya separado como dos expresiones distintas, se trata de la misma musa creadora: la ciencia, como el arte, nacen de una pulsión absolutamente emocional y de gran melodía. Y se retroalimentan. Los científicos también son creadores. Y los artistas también buscan mejorar la situación humana. Al menos yo. Por eso mi arte funciona en una plaza pública sin que venga ningún curador a explicar nada.
La descripción más común de su pintura es la de un “realismo fotográfico”, ¿cómo la define usted?
Yo busco al hombre. No se trata del paisaje en si, sino de ver allí a la humanidad reflejada. Son paisajes internos, que salen de mi añoranza y mi horizonte, pero que tienen ese denominador común, universal, que hace que ese glaciar, ese mar o esa montaña sean también los tuyos y los de cualquiera que los ve. Eso supera el impacto que puede tener una fotografía, que siempre es particular, de una cosa y ninguna otra. En cuanto a la definición, los medios hablan de realismo posmediático, pero para mi eso no es nada. Me quedo con la definición que me dieron dos nenas de 5 años que se me acercaron cuando expuse en Mar del Plata y me dijeron: “Vos pintás ventanas”. Fue la mejor definición que alguna vez me dieron.
¿Cómo es el proceso creativo?
El proceso creativo comienza en el momento de enamoramiento de la musa: en la observación y la vivencia del glaciar, del mar o de la montaña. Son momentos de emoción violenta que disparan automáticamente en mí una acción creadora. Pero no es que es inmediato. Por ejemplo, yo pude pintar las montañas después de diez años de escalarlas. Porque pintar un paisaje es como parirlo.
La mayoría de sus obras tienen entre 6 y 8 metros de largo, ¿cuánto tiempo de trabajo le lleva cada cuadro?
Lo que me demande, que muchas veces son meses. Porque para poder plasmar todo esto necesito aislarme completamente de la tercera dimensión y entrar en un mundo que tiene mucho más que ver con la cuarta dimensión. Es como si entrara en trance. Primero es un trabajo de control de mi biorritmo, porque así como uno no firma ni escribe igual todos los días, el trazo del pintor también se ve afectado por el contexto. Entonces necesito crear un trazo muy homogéneo y después puedo realmente pintar. Cuando estoy en trance puedo pintar 36 horas seguidas, sin comer y sin dormir, sólo tomando agua. Y sin tomar distancia de la tela. No necesito verla de lejos para saber que ese caos de manchitas crea una imagen.
¿Cómo vive el hecho de ser el artista mejor vendido de la Argentina?
Es buenísimo. Porque el pobre Berni (N. de la R.: Antonio Berni fue el artista mejor vendido hasta que Ditsch vendió su obra Mar II en 2010) estaba muerto cuando se pagó eso por un cuadro suyo. Es el triunfo de la pintura, porque logré vivir absolutamente bien sin venderme. Por eso me interesa hablarle a la gente, porque te hacen creer que esto sólo se logra a través de curadores y galerías. Y no es así. Yo no tengo intermediarios ni nadie que le ponga precio a mi obra, que me diga si tengo que pintar telas más chicas para vender. Esto que yo hice es lo que no quieren. Igual para mí el éxito no es ser el mejor vendido, sino saber que el lenguaje que yo desarrollé en mi pintura llega al pueblo.
¿Qué nos puede adelantar de la actividad artística colectiva que va a dirigir el 3 de noviembre?
Yo voy a ser como un referí. Con un megáfono y un silbato voy a dirigir una guerra de bombitas de pintura sobre telas que van a estar diseminadas por el campus y sobre las que grandes y chicos van a estar descalzos, pintando con sus pies. Vamos a vivir cómo en una acción de absoluto caos pictórico puede haber creación.
Explotá tu talento con Helmut Ditsch
Sábado 3 de noviembre – Campus Miguelete
14.30: Entrevista del rector Carlos Ruta en el marco del ciclo “Charlas con maestros”
16.30: Actividad artística colectiva, que cuenta con el apoyo de Telefónica Argentina, de ALBA, de la Fundación Tsu Cosméticos, del Club Deportivo San Andrés y de la Municipalidad de San Martín.
Fontana, Lucio: (1899-1968) – Santa Fe – “La fine di Dio” 1963 una tela ovoide de 178 x 123 cm. subastada por Sotheby’s-Londres-Feb./08 u$s 21.465.000.-
Es argentino y lo mas cotizado de toda américa latina. Me parece que Ditsch se quedó en Berni, ojo una obra de este pintor “Chacareros” 1935 óleo s. /arpillera de 230 x 330 cm. fue tasada por Banco Ciudad de Buenos Aires-año 1997 en u$s 1.400.000.-,NO SOS LO QUE CREES QUE SOS, aunque a tus pinturas las considero increíbles. Julio Correa Posse, pintor y escritor, lee PINTURAS ARGENTINAS de mi autoría.
Hola Helmut, lamento haberme perdido tu visita a la Usam, fue un año difícil, y un momento que sólo puedo compartir con los que perdieron a alguien muy querido, sé que vos sos una de esas personas. En agosto del 2012, murió mi nieta de dos años, ella adoraba el color azul, como yo, le hubiesen encantado tus obras. Por eso, perdí el contacto de las novedades y no supe que estabas en Buenos Aires. Leo casi todos los reportajes que te hacen, tu obra es magnífica. Y como también pinto desde toda mi vida, entiendo tu lucha, la corporación de las galerías de arte, y los mandatos de lo que hay que pintar o no, los formatos pequeños para que se puedan transportar con comodidad y otras pavadas, espero que aunque tarde te llegue este mail. Y espero enterarme de tu próxima visita a la Argentina, y que expongas en tu tierra, un abrazo enorme, Marta
El evento es abierto al público general o sólo para estudiantes de la UNSAM? Muchas gracias
La actividad es abierta al público en general y hay que anotarse previamente en helmut@unsam.edu.ar o llamar al 4006-1500 interno 1051.
Saludos!