Vincent Descombes

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Descombes: “Sin leyes ni costumbres el pueblo no podría existir”

El filósofo y profesor francés inauguró el seminario sobre “El poder instituyente” en el Auditorio Lectura Mundi, conversando acerca de la problemática de la auto-institución.

El francés no es tan distinto al español. Cuando Vincent Descombes hablaba se podían inferir las palabras que iba a pronunciar a continuación el traductor en simultáneo que ayudó a la audiencia a seguir la ponencia del filósofo y profesor de L’Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS) sobre “El poder instituyente”.

Primero aclaró que hay dos maneras posibles de utilizar el concepto institución en las lenguas modernas: en el sentido más estrecho, que es el que concierne a las instituciones políticas; y en el sentido más amplio, que es el que lo entiende como condición humana.

Luego fue contundente: “El problema filosófico de todas las instituciones es el de la auto-institución”. Descombes intentó explicar la paradoja a la que se enfrenta esta temática debido a que el diccionario indica que “institución” es tanto el acto de establecer como la cosa establecida.

Para clarificar las contradicciones se valió de conceptos filosóficos de tres grandes pensadores: el griego Cornelius Castoriadis, el alemán Georg Hegel y el francés Jean-Jacques Rousseau.

El primero de estos tres filósofos entendía a la institución como opuesta al poder constituyente, el encargado de constituir las reglas del régimen político. El poder instituyente se juega para Castoriadis en la esfera del “infrapoder”, es decir lo anterior al poder político: lo que pasa en la familia, lo que ocurre cuando se aprende el lenguaje, cuando se incorpora la cultura, en un sentido antropológico. Esta idea lo lleva a la paradoja, porque todo lo que se decide en la vida política debería ya estar prestablecido.

“Es que la comunidad ya estaba ahí antes de estar ahí. Las cosas que están establecidas se encontraron ya antes prestablecidas”, dijo Vincent Descombes. Luego, explicó conceptos del segundo de estos pensadores, Hegel, que como Castoriadis conocía la existencia del “infrapoder”.

El filósofo alemán encuentra una pregunta clásica en el derecho constitucional: ¿a quién le toca hacer la constitución? ¿Quién es el mejor para hacer la constitución para el pueblo? “Pero en Hegel no hay respuestas porque dice que la pregunta ni siquiera tiene lugar, es absurda porque si se hace es porque se piensa que es posible que el pueblo esté sin constitución, que sea una masa de individuos unos al lado de otros, como átomos”, dijo el profesor de la EHESS.

¿Cómo explica Hegel esta paradoja? Emplea un término que se parece al de Castoriadis: volkgeist, el espíritu del pueblo, que para el alemán existe de manera dual, objetiva y subjetivamente. Objetivamente refiere a sus leyes, su constitución. Subjetivamente a los usos y las costumbres del pueblo. “Si se quita alguno de los dos, no va a haber más pueblo”, aclaró Descombes.

Por último se refirió al problema que plantea Rousseau: fundar instituciones políticas legítimas. Este francés trata de dilucidar cómo individuos prepolíticos pueden crear una asociación política, el problema de la auto-institución de un cuerpo político. Rousseau considera que a partir del momento en que los individuos entran en contrato social, surge la existencia de cuerpo político en cuanto a voluntad general. “El contrato supone que ya exista lo que él mismo tiene que producir”, explicó Descombes.

Antes de finalizar, el profesor de la EHESS abrió el debate a los asistentes. En la segunda clase del seminario; el francés analizó “El círculo del poder de instituir un estatuto social”, a partir del pensamiento del filósofo estadounidense John Searle.

 

Nota actualizada el 19 de septiembre de 2012

Un comentario

  1. Dardo dice:

    Considerando la historia de vida de Castoriadis (quíen vivió en el siglo veinte) se puede estimar con cierta seguridad que conoció la obra de Hegel que es del siglo XVIII-XIX; afirmar que Hegel “emplea un término que se parece al de Castoriadis” suena extraño. Me gusta hacer buenos amigos, resulta instituyente.

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