En el Museo del Libro y de la Lengua se realizó una pequeña reunión para dar por terminada la restauración de cuatro piezas del muralismo argentino, con la presencia del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, y del rector Carlos Ruta entre otras autoridades.
Por Sofía Sobolewski – Fotos: Pablo Carrera Oser / Equipo de Comunicación UNSAM
Damasia Gallegos, directora del Centro TAREA del Instituto de Investigación del Patrimonio Cultural (UNSAM), explicó el proceso de la puesta en valor de las cuatro lunetas de las Galerías Pacífico, haciendo un raconto del trabajo realizado durante los dos últimos años.
Mostró las fotos que evidenciaban el estado de las piezas antes de la intervención y las nombró: La primavera de Lino Enea Spilimbergo, El verano de Manuel Colmeiro Guimaraes, El otoño de Juan Carlos Castagnino y El invierno de Demetrio Urruchúa. Contó el devenir de las obras que habían encontrado un lugar en las cúpulas del edificio que después se convirtió en las Galerías Pacífico: con las reformas de esa construcción se dispuso la extracción de las cuatro lunetas que marcaban los accesos principales a las galerías. Durante más de 15 años quedaron guardadas en distintos depósitos, sufriendo hasta un incendio, en ocasión del cual el Castagnino sufrió la pérdida de más del 60 por ciento de su imagen.
“Cuando nos hicimos cargo del proyecto”, dijo Gallegos, “con el equipo de trabajo nos propusimos una serie de objetivos que incluyeron la investigación histórica y el relevamiento fotográfico exhaustivo, la toma de muestras que fueron analizadas para establecer los materiales y las técnicas que habían utilizado los pintores, trabajo que se hizo junto con la Universidad de Perugia, Italia”.
Una vez terminado el museo, explicó Gallegos, en septiembre del año pasado comenzó el trabajo in situ de consolidación de la capa pictórica, nivelación de la superficie, trabajo de limpieza, remoción de repintes y barnices y lo que llevó más tiempo: la reintegración cromática, que en el caso del Castagnino valió la realización de un seminario para discutir las técnicas y criterios para llevarlo a cabo.
Gallegos también prodigó agradecimientos: a Horacio Gonzalez, director de la Biblioteca Nacional; a María Pía Lopez, directora del Museo del Libro y de la Lengua; al rector Ruta y al decano Néstor Barrio, “que confiaron en nosotros para llevar adelante este proyecto. Al museo, al equipo del taller, a la Universidad Tecnológica que se encargó de los traslados de las piezas y al Ministerio de Planificación”.
Néstor Barrio, decano del Instituto de Investigación del Patrimonio Cultural, realizó una reflexión general: “Los últimos cuatro años la Universidad ha investigado y restaurado el núcleo central del muralismo argentino con el Ejercicio plástico de Siqueiros y las cuatro lunetas de las Galerías Pacífico… Habría que preguntarse qué significa para la Argentina esto de rescatar el patrimonio, por qué lo hacemos, qué es la memoria, qué es la herencia cultural y todas esta cuestiones, que hasta hace muy poco no tenían tanto impacto mediático. Hoy las tratamos con toda naturalidad pero no nacimos con esto. El patrimonio, la memoria, el rescate de lo nuestro, no ha sido un proceso asentado en el tiempo, sino muy reciente. La decisión de rescatar estas obras es de fundamental importancia. Si esto hubiera seguido su curso, nos hubiéramos quedado sin nada”.
“La otra gran cosa –continuó Barrio- es la inserción de esta disciplina en el ámbito de una universidad pública. Esto no se hace para beneficio de nadie, sino para el conocimiento. Y tiene un sentido épico, hemos rescatado una cosa muy importante de nuestro pasado que tiene enormes valores y que hay que difundir, no hay que olvidarlo, hay que mostrarlo con orgullo”.
El rector de la UNSAM, Carlos Ruta, destacó que este trabajo subraya el vínculo entre las manos, el corazón y la cabeza. “La inteligencia es fundamental para la vida universitaria”, dijo. “Tenemos que entender que hay otras culturas a las que necesitamos escuchar en nuestra sociedad: la del panadero y el carpintero, la de los movimientos sociales, que anudan continuamente la mano con el corazón y con la cabeza. Esto es un trabajo de cooperación, requiere una cultura de la cooperación que suele estar ausente en la universidad llena de egos, y que también le hace falta a nuestra sociedad. Aprender que las grandes cosas sólo se pueden hacer cooperando. Esta es una gran lección que nos da toda esta gente, joven en general”.
María Pía López describió el trabajo realizado como algo “hecho con amor, con inteligencia y con experiencia”. Agradeció a las personas del Ministerio de Planificación que consideró fundamentales para gestionar tantos detalles.Y manifestó la alegría que produce que estos murales estén alojados ahora en un edificio de la Biblioteca Nacional, institución destinada a resguardar nuestro patrimonio cultural.
Finalmente Horacio González, director de la Biblioteca, decidió destacar la oportunidad que brindó esta reunión para reafirmar una vez más los lazos con la Universidad Nacional de San Martín. Dijo González: “no es la primera vez que hacemos cosas en común, pero esta tiene una particular relevancia porque implica una parte sustancial de la historia de la plástica argentina. La construcción de las Galerías Pacífico tal como las conocemos actualmente significó una profunda herida en la memoria urbana, en la memoria pública de la ciudad. Ese lugar tiene una fuertísima historia, un edificio de fines del siglo XIX cuya característica fue en primer lugar la de dar alojamiento a una gran cantidad de grupos artísticos y grupos de conferencias, luego pasó a ser el edificio administrativo del Ferrocarril del Pacífico para finalmente convertirse en un shopping. Lo que se hizo allí fue amputar estas lunetas que pertenecían a las calles Viamonte, San Martín, Florida y Córdoba. Que ahora estén acá (por el Museo del Libro y de la Lengua) es una fuerte advertencia al administrador público, a la política argentina y a la historia argentina”.
Finalmente se realizó una recorrida por la planta principal del museo donde se encuentran las obras restauradas y tuvo lugar un brindis para poner punto final al trabajo de dos años.