El bienio 1982-1983 marcó un hito en la biotecnología en Argentina, con el lanzamiento del Programa Nacional de Biotecnología a nivel de política pública y con la creación de Biosidus en 1983, primera empresa biotecnológica en el país. Desde entonces, la biotecnología fue considerada en Argentina un motor para el desarrollo nacional, constituyendo un área prioritaria para diversos actores políticos -entre ellos el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT), y los de Agricultura e Industria- debido a su creciente relevancia a escala mundial y su potencial económico y de innovación, con posibilidades transversales de aplicación en diversas áreas