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“Gildo, el eterno”. Nueva entrega de Conflictos Federales en Foco

Insfran es el mandatario con mayor tiempo en una gobernación de forma consecutiva desde el retorno de la democracia y uno de los principales representantes de lo que el presidente Milei ha caracterizado como “casta política”. En este informe del ciclo del área de Política Subnacional y Relaciones Intergubernamentales se perfila brevemente al gobernador que sobrevivió en el cargo a las presidencias de Menem, De la Rúa, Duhalde, Kirchner, Cristina, Macri y Alberto Fernández. ¿Sobrevivirá a Milei? 

Por Ivan Jacobsohn 

Becario doctoral del IIP (EPyG-UNSAM/CONICET) y miembro del área de Política Subnacional y Relaciones Intergubernamentales 

 

En el artículo de lanzamiento del proyecto “Conflictos federales en foco” planteamos la emergencia de una nueva dinámica político-partidaria a partir de la asunción de Milei a la presidencia de la Nación. Esa reconfiguración política se observa, principalmente, en la relación entre gobernadores y el Presidente de la Nación. Partiendo del argumento presentado en el artículo anterior, el cual apuntaba a la figura disruptiva del presidente Milei como factor propulsor de un cambio en la dinámica intergubernamental, podemos observar una mayor nacionalización de la figura pública de algunos mandatarios provinciales, como Torres (gobernador de Chubut), Llaryora (gobernador de Córdoba), Jaldo (gobernador de Tucumán), Pullaro (gobernador de Santa Fe), entre otros.  

Estos cambios responden a estrategias políticas reactivas, o control de daños, frente a un ejecutivo nacional que impone medidas que, además de poco conciliadoras, hieren fuertemente los intereses de las provincias. Si bien esta dinámica de conflicto intermitente ha llevado a la mayoría de los gobernadores a nacionalizar el conflicto intergubernamental, la estrategia de otros parece ser el bajo perfil, justamente para evitar nacionalizar su imagen política. 

Este artículo busca analizar y poner la lupa en aquellos gobernadores que han permanecido con bajo perfil, hasta el momento, como es el caso de Gildo Insfrán. Gildo Insfrán es el mandatario con mayor tiempo en una gobernación de forma consecutiva desde el retorno de la democracia y uno de los principales representantes de lo que el presidente Milei ha caracterizado como “casta política”, principalmente por su curiosa longevidad en el cargo. Por eso nos preguntamos: ¿Quién es Gildo Insfrán? 

Aquellos que nacieron en Formosa y que tienen alrededor de los 40 años han visto a Insfrán siempre en el ejecutivo provincial, primero como vicegobernador de Vicente Bienvenido Joga (1987-1995), y luego como gobernador de Formosa (1995-hasta la actualidad). Para un formoseño de casi 30 años, Insfrán ha sido en único gobernador. Estamos frente a un caso paradigmático y que no tiene ningún tipo de comparación con gobernadores de países vecinos. Incluso, se podría afirmar que Insfrán es el gobernador en democracia con mayor tiempo en el poder de forma consecutiva de toda Latinoamérica. En Argentina, el puntano Adolfo Rodríguez Saá es quien más se le acerca con 18 años en la gobernación de forma consecutiva. 

Gildo Insfrán, quien llega al poder gracias a su suegro Federico Valdúz, un importante empresario dueño de estaciones de servicio de la provincia, era considerado el “che pibe”, aquel que preparaba los asados para los pesos pesados del PJ provincial y que, en su cargo como vicegobernador y presidente de la Cámara Legislativa, construyó un poder inquebrantable. Insfrán o también conocido como “el tío Gildo”, nació un 19 de enero de 1951 en Laguna Blanca, provincia de Formosa y se mudó a Corrientes para estudiar veterinaria en la Universidad Nacional del Nordeste, militando políticamente en el Partido Comunista Revolucionario (PCR) hasta que se afilió al Partido Justicialista (PJ). Con su carisma inigualable, representa al ser formoseño como nadie. Su trayectoria personal se asemeja a la de cualquier formoseño que tuvo que emigrar para seguir sus estudios universitarios. Luego volvió a su provincia natal para convertirse primero en diputado provincial, luego en vicegobernador hasta que finalmente, en 1995, alcanzó la gobernación, cargo que sigue ocupando hasta la actualidad. 

1999 fue el año y el punto de quiebre de la política formoseña. Los sueños reeleccionistas de aquel hombre de 48 años se ponían en marcha. La espada de Damocles atravesaba el cuerpo del ex gobernador Vicente Joga, quien tenía aspiraciones de volver al cargo mayor de la provincia pero las ambiciones infinitas de Gildo Insfrán comenzaban a expresarse. Ese año, el peronismo local se había partido luego de la “traición” de Insfrán a Joga. El mandatario buscaba ser reelegido y para ello necesitaba los votos de la legislatura provincial pero la partición del PJ complicó sus planes. La violencia ganaba fuerza dentro del recinto entre los propios legisladores, y con la ayuda de la policía, la sesión debió ser suspendida. La legislatura permaneció cerrada por “fumigación” durante tres meses. Luego se intentó sesionar en la Universidad Nacional de Formosa pero nuevamente la policía interrumpió y evitó la sesión. Insfrán estaba cada vez más cerca de su objetivo.  

La oposición presentó un recurso ante el Supremo Tribunal de Justicia (STJ) para que interprete el artículo de la Constitución provincial sobre la posibilidad de que alguien que ya había sido vicegobernador pueda presentarse nuevamente como gobernador de manera consecutiva. El expediente estaba en manos del Presidente del STJ, Carlos Gerardo “Martillo” González, “jogista” desde la primera hora. Pero el 3 de marzo de 1999, por orden de un juez de primera instancia, se ordenó detener al Presidente del Tribunal acusándolo de retener un expediente judicial. Las calles estaban colmadas de policías, quienes interceptaron el auto de González. Lo esposaron y lo detuvieron. “El sueño del pibe” se había cumplido. Comenzaba el inicio de un ciclo sin fin. 

Feudal, sátrapa, tirano, dictador son algunos de los calificativos que se utilizan para referirse a Gildo Insfrán. Durante la pandemia su nombre recorrió gran parte de los medios nacionales debido a las medidas “extremas” que tomó para mitigar los posibles efectos del COVID-19, como, por ejemplo, los centros de aislamiento o la prohibición de ingresar a la provincia. Además, su nombre circuló debido a una operación mediática hecha por CANAL 13.  

El ciudadano de pie le reconoce a Insfrán haber recreado la identidad formoseña, una especie de localismo o provincianismo que se encontraba perdido en la historia, y que incluso, se desvirtuaba en la frontera argentina-paraguaya. Así, logró restaurar un lazo en común entre todos los formoseños a partir del “formoseñismo”. Y a través de su trayectoria personal, el “Tío” representa al “formoseño que siempre añoró su tierra, que tuvo que emigrar”, como me dijo una docente rural en una entrevista con lágrimas en los ojos mientas me contaba cómo su vida se vio reflejada en la vida de Insfrán. Justamente, él encarna esa añoranza e idea de que “el formoseño es un sobreviviente”. Todo este arraigo a la tierra prometida se plasma en el modelo formoseño que sintetiza los sueños y los anhelos de los padres y abuelos de todos los formoseños que se quedaron a lucharla en aquella provincia que se consideraba “inviable” o “la bella durmiente”. Insfrán, de esta forma, se apropió de la frase “acá no se rinde nadie” del conscripto Luna antes de que fuera asesinado por Montoneros en el copamiento del Regimiento de Infantería 29 de Formosa para marcar la resiliencia del pueblo formoseño. 

Conjuntamente a la revalorización de la identidad provincial, Insfrán es considerado un gran gestor.  Se levanta muy temprano y comienza con reuniones en el quinto piso de la casa de gobierno para empezar a programar la gestión. Ese modelo formoseño, que Insfrán siempre hace referencia, implica la presencia del Estado en todo el territorio, del este al oeste provincial y de la capital hacia el interior. Esa presencia del Estado, casi omnipresente como algunos mencionan, se refleja principalmente en la construcción de escuelas y hospitales de gran envergadura. Y gran parte de esas obras de infraestructura tienen un techo azul para identificar que fueron obras financiadas con dinero proveniente del Fondo de Reparación Histórica, otorgado por Néstor Kirchner como una devolución de gentilezas por el apoyo electoral que Insfrán hizo prematuramente para las elecciones presidenciales del 2003. Incluso, algunos dicen que Néstor Kirchner admiraba la forma en qué Gildo Insfrán construyó poder.

Esas escuelas y hospitales se pueden observar en todo el territorio: desde la capital hasta los parajes del interior. Justamente, Gildo es considerado “un rockstar del interior”. Son obras de gran magnitud y que forman parte de esa legitimidad social que es transversal a las clases sociales y a la geografía provincial. Un gran ejemplo de la presencia del Estado, en casi toda su totalidad, es el operativo “por nuestra gente todo”, en donde Insfrán y varios organismos del Estado van cada sábado a diferentes regiones para asistir a los pobladores. Es el día que Insfrán baja al territorio con todo el gabinete; con todo el Estado a merced de la ciudadanía acentuando la idea de que “Formosa es Gildo”, todo está atado a su figura fuerte, propia de la influencia guaraní.  

En esa construcción de una omnipresencia gubernamental, se destacan la figura del “piragüe”, los policías secretos de la dictadura paraguaya de Stroessner quienes se encargaban de anotar todo. En la ingeniería estatal gildista, los policías, los directores de escuela y de hospital son quienes se encargan de cumplir esas funciones. Pero, Insfrán no solo se sostiene a través de esta activación de mecanismos de control sino también mediante “la vocación del timbreo”, a diferencia de Joga “que te mandaba a pegar”, como hacía referencia una sindicalista.  

Sumado a la gestión del Estado, también se destacan las marañas electorales que Insfrán usa discrecionalmente, como por ejemplo, la ley de lemas. Ésta solo se utiliza para cargos municipales y para cargos legislativos provinciales, ayuda a dirimir las internas partidarias sin necesidad de fragmentar la oferta electoral. Hasta el 2011, la ley de Lemas se encontraba vigente para todos los cargos, pero, en ese año, la oposición encontró una oportunidad para alinearse y derrotar al oficialismo. Frente a este panorama, Insfrán, sin previo aviso, derogó la ley para el cargo de gobernador, pero la mantuvo para los otros cargos. En este sentido, el gobernador siempre permite que haya competencia política interna a nivel municipal colocando a un delfín suyo para que “haga transpirar la camiseta” al intendente que busca la reelección, pero sin perder sustento electoral, dado que todos los votos de las diversas facciones del peronismo a nivel municipal desembocan indefectiblemente en la candidatura de Insfrán. Así, muy pocos se le animan, aunque tengan ambición de gobernar la provincia porque previamente van a tener que superar una interna sangrienta que los desgastará. ¿Qué pasará cuando Insfrán desista del poder? “Se arma una guerra civil”, comentan en la provincia. “Abajo somos un nido de víboras”, sostuvo un intendente de la provincia. 

Para entender la relación entre gobernadores y presidente, es necesario identificar a los actores. Quiénes son, cómo llegan al poder, cómo sobreviven a los cambios políticos nacionales y a los provinciales, de qué manera manejan el poder estatal y por qué los votan.  

 

El ciclo Conflictos Federales en Foco*

En la última década, hemos visto irrumpir en el mundo a un número cada vez mayor de liderazgos que cuestionan los valores más profundos de la democracia liberal. Estos nuevos líderes de la llamada extrema derecha o extrema derecha radical, en sus variadas latitudes, coinciden en su carácter disruptivo. En América Latina, y más específicamente en aquellos países federales, como la Argentina o Brasil, en donde las arenas de decisión política y económica se encuentran descentralizadas, el carácter disruptivo de estos liderazgos ha impuesto nuevos conflictos entre gobernadores, alcaldes y el poder ejecutivo nacional.
 

Períodos de crisis profundas suelen alterar el equilibrio de fuerzas de los sistemas político-partidarios vigentes. Conflictos Federales en Foco busca analizar la coyuntura actual de la política argentina, enfocando los conflictos que emergen entre los diversos niveles de gobierno, a partir de la entrada en escena de un liderazgo nacional disruptivo, y los impactos que provoca en el funcionamiento del federalismo.
 

*Por Ximena Simpson, coordinadora del Observatorio de Economía y Política Brasil-Argentina, e investigadora del área de Política Subnacional y Relaciones Intergubernamentales. 

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Nota actualizada el 29 de mayo de 2024

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