Este año se cumplen 43 años de la sangrienta e injustificable instauración del terrorismo de Estado en nuestro país.

Planificado y ejecutado por los altos mandos de las Fuerzas Armadas, el golpe de Estado tenía la misión de fundar una nueva ciudadanía que eliminara de la escena política a los grandes partidos populares y de masas: el peronismo y el radicalismo. Ese era su verdadero objetivo restaurador.

No se trataba solamente de aniquilar, en sentido literal, a las organizaciones armadas y a los partidos e intelectuales de izquierda peronista y no peronista. Su meta era más ambiciosa.

En consecuencia, toda la sociedad argentina quedó bajo sospecha. La sospecha alimentó el terror. De noche o a plena luz del día, los y las militantes eran secuestrado/as o desaparecido/as para no encontrarse nunca más.

Ese pasado no debe olvidarse porque ni el Estado ni sus fuerzas de seguridad pueden volver a apropiarse de nuestras vidas. Si esta lección no se aprende, construir una sociedad libre y equitativa se convierte en una tarea imposible. Para la democracia es saludable disentir sobre distintos temas y procedimientos acerca de cómo vivir en una sociedad mejor.

Sin embargo, no podemos disentir sobre la existencia de una razón de Estado que, bajo el argumento de Nación amenazada, autorice a actuar por fuera de la legalidad. Se trata de una lección que debemos recordar por siempre.

Como decana de una Escuela que pertenece a una universidad pública, convoco a todo/as sus integrantes a no olvidar aquel trágico día, ocurrido hace 43 años. 

24 de Marzo de 1976. Memoria, verdad y justicia. 

24 de Marzo, DDHH, Democracia