Dirección de Género y Diversidad Sexual
En el marco del Día Internacional de la Acción por la Despatologización Trans, entrevistamos a la socióloga Leila Zimmermann (EIDAES-UNSAM), a partir de su tesis de grado “Experiencias educativas de la comunidad travesti-trans dentro del Bachillerato Popular Mocha Celis”.
Desde 2009, el objetivo de esta fecha es concientizar y visibilizar el impacto de la patologización sobre la población trans. Leila es Socióloga de la Escuela Interdisciplinaria en Altos Estudios Sociales de la UNSAM, actualmente está terminando la Maestría en Estudios y Políticas de Género (UNTREF). Se identifica como lesbiana, y co-coordina junto a Ro Deza el grupo de estudios “Población y perspectivas LGBTIQ+ en el campo de la salud y la educación” (CIGEDDE-OSU. IUHIBA)*. Además, trabaja en la Secretaría de Igualdad, Derechos y Diversidad (UNA) y la Red RUGE-CIN.
Esta entrevista se enmarca en las prácticas profesionales que realizó Rohan Salazar, en la Dirección de Género y Diversidad Sexual de la Secretaría General Académica. Rohan es estudiante de la licenciatura en antropología (EIDAES-UNSAM).
Rohan: ¿Cómo surgió tu tesina de grado en el Mocha Celis?
Leila: Al formar parte de la comunidad LGBTIQ+, más particularmente el lesbianismo, circulo y habito diversas convocatorias, eventos y marchas vinculadas a las demandas que tiene la propia comunidad. Una de ellas fue en el 2018, en las audiencias que se hacían por el caso de Diana Sacayán en la Corte Suprema, donde finalmente el fallo indicó que fue un crimen de odio, lo cual fue muy importante porque sentó jurisprudencia.
En una de esas audiencias, en la puerta de la Corte Suprema se estaba haciendo un evento en donde habían tanto movimientos feministas como grupos activistas, y entre ellos me llamó la atención la bandera del Bachillerato Popular Mocha Celis, hoy en día Asociación Civil Mocha Celis. Me generó curiosidad saber de qué trataba la propuesta y a mí me venía interesando bastante las temáticas sobre educación cruzadas con la perspectiva de género. Eso me hizo asistir a un evento de la Mocha Relatos en primera persona y fue muy impactante porque había estudiantes y autoridades, además de personas que formaban parte del propio colectivo conversando sobre la importancia de generar un espacio que tuviera en cuenta las demandas y las necesidades de la población. Ese fue el primer paso que me hizo decidir estudiar las experiencias educativas de la población travesti-trans que habitaban la Mocha, ya sean estudiantes docentes graduales o también autoridades de la universidad o trabajadores inclusive.
R: ¿Cuáles fueron tus principales conclusiones?
L: Primero, entender que había una notoria capacidad agentiva de la población travesti trans. Existía un exilio temprano en muchos casos de los hogares de origen y eso conllevaba a tener dificultades en el acceso y la permanencia educativa, lo mismo a nivel laboral y también en los espacios de salud. En este sentido, esas trayectorias vitales particulares eran punto de partida para la organización colectiva y política en distintos espacios como era la Mocha Celis.
También detecté tres motivos específicos que llevaban a que estas personas eligieran ese espacio y no otros espacios educativos para trabajar o estudiar. En primer lugar, motivos laborales. Había docentes que no se sentían ni discriminades ni violentades en la Mocha, a diferencia de lo que les sucedía en otros espacios de trabajo. Por otro lado, estudiantes que me compartían que deseaban dejar de ejercer la prostitución o trabajo sexual y consideraban que estudiar en la Mocha les podía habilitar un futuro diferente en ese sentido. En segundo lugar, la multifuncionalidad de la Mocha a diferencia del sistema educativo formal. La Mocha era mucho más que una escuela y lo sigue siendo. Tenían área de inserción laboral en el momento en el cual realicé mi trabajo de campo (que fue durante 2018 y 2019), articulación con espacios de salud y talleres extracurriculares que hacían que justamente quienes habitaban la Mocha tuvieran una atención integral de sus necesidades, cosa que en escuelas del sistema formal no sucedía. Por último y no por eso menos importante, la afectividad y la contención que generaba ese espacio porque era un espacio entre pares que brindaba cuidado, respeto, comodidad hacia quienes lo habitaban. Eso daba un componente muy especial que generaba inclusive estadísticas muy bajas de deserción educativa dentro de la Mocha, al contrario de lo que sucede en otros espacios educativos.
Otra conclusión fue detectar ciertas tensiones entre las representaciones del adentro y el afuera. El adentro, es decir el Bachillerato, actuaba como espacio seguro, alguno de los términos que usaban las personas que había entrevistado era “la Mocha es una trinchera, es un refugio para nosotres”. La representación del afuera, que era el espacio público, simbolizaba un espacio de peligro. Esto generaba ciertas problemáticas dentro de la Mocha, ya que el equipo académico por un lado quería ponerle fin a cierta sobreprotección hacia sus estudiantes, pero por el otro la continua contención afectiva que generaban hacia quienes habitan el espacio era posiblemente beneficiosa para disminuir la deserción educativa. En términos generales comprendí que la Mocha genera una profunda interpelación al sistema educativo formal para que tengan consideración a nuevas voces y pedagogías abyectas de la norma cisheterosexual.
El Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis (Unidad de Gestión Educativa Experimental No. 16) es una escuela secundaria gratuita fundada en el 2011. Con la misión de promover la inclusión de personas trans, travestis y no binaries en la educación formal para subsanar la discriminación estructural que enfrentan, fue la primera escuela de estas características en el mundo. Conocé más: https://mochacelis.org/programas/bachillerato/
R: Sé que este año estás coorganizando un grupo de estudios en el hospital sobre población LGBTQI+, salud y educación. ¿Cómo es que surgió este grupo? ¿Cuál es su objetivo? ¿Cómo es el vínculo entre salud y educación para la población LGBTQI+ que proponen?
L: El surgimiento del grupo fue a partir de una propuesta de Ro Deza. Ella es antropóloga de la UNSAM y becaria del Observatorio Social Universitario del Hospital Italiano. Me propuso co-coordinar este grupo de estudios ya que se vinculaba profundamente a temáticas que nos venían interpelando tanto a nivel laboral como académico y también vinculado a nuestra pertenencia al colectivo LGBTIQ+. Tuvimos el apoyo y el acompañamiento del Centro de Investigación en gestión docencia y desarrollo educativo (CIGEDDE) en donde se radica el grupo de estudios y que forma parte del Instituto Universitario del Hospital Italiano.
Respecto a las motivaciones que nos llevaron a constituir el grupo, en primer lugar detectamos con Ro cierta vacancia de espacios de diálogo entre el activismo LGBTIQ+, la academia y los espacios de salud y educativos. Suelen ser esferas que dialogan a nivel más de nicho o entre colegas, de forma separadas entre sí, lo cual consideramos que perjudicaba el desarrollo de, por ejemplo, políticas públicas o proyectos de investigación en donde se tuvieran en cuenta todas estas diversas miradas, perspectivas y lugares situados. También considerábamos muy importante poner en valor las producciones de la diversidad y disidencia sexual en el sentido de considerar al colectivo como productor de conocimiento y no como un objeto de estudio, que es como se suele abordar, por ejemplo desde la academia a través de ciertas miradas podríamos decir extractivistas. El objetivo era dar vuelta esa lupa y poner el foco en las estructuras, por ejemplo, cissexistas o heteronormativas que operan al momento de generar desigualdades estructurales sobre la población. A la vez, darle especial foco y énfasis a lo que se está diciendo y produciendo desde los propios activismos en diálogo con los espacios asistenciales, académicos y educativos. Y por último queríamos armar redes, poder encontrarnos entre personas que éramos de distintos espacios que quizás trabajamos en espacios educativos o espacios de salud o pertenecíamos al propio colectivo o militábamos en una agrupación activista. El objetivo del grupo es incentivar actividades de formación e investigaciones en el ámbito de la salud y la educación a través de las perspectivas LGBTIQ+ y mediante un diálogo tanto interdisciplinario como intergeneracional.
En vez de entender la situación en términos de conductas individuales de riesgo en la salud, destacamos la importancia de poder pensar en términos de y en clave de desigualdad y no en clave individual. También entendemos que según diversos estudios hay un encadenamiento de factores que repercuten negativamente en las trayectorias de vida del colectivo. Un informe reciente que se creó en alianza con la Asociación Mocha Celis y el Ministerio de Defensa de CABA llamado “Con nombre propio: a 10 años de la Ley de Identidad de Género” mencionaba que casi el 66% de mujeres trans y travestis no habían alcanzado el nivel educativo obligatorio y que a su vez, este mismo sector tenía una tendencia menor a poder concurrir a hacerse chequeos médicos cada dos años. Nuevamente, en este punto veíamos una interrelación entre la salud y la educación que afectaba a las experiencias de vida de la población y que era necesario ponerla en foco. Por otro lado, al estar enmarcado el grupo de estudios en el Instituto Universitario del Hospital Italiano implicaba que estaba radicado en un espacio que era tanto educativo como sanitario, y que por lo tanto había un desafío interesante en ese cruce temático.
Si te interesa participar del grupo de estudios “Población y perspectivas LGBTIQ+ en el campo de la salud y la educación” (CIGEDDE-OSU. IUHIBA) ponete en contacto: leilaselena@gmail.com / rocio.deza@hospitalitaliano.org.ar
R: Actualmente trabajas sobre vejeces lésbicas. ¿Qué te despertó el interés sobre esa temática? ¿Cómo estás abordando el tema en cuestión?
L: El interés comenzó desde un lugar sumamente personal, porque se me había generado cierta pregunta respecto a quiénes y cómo vamos a cuidarnos al momento de envejecer en mi red afectiva cercana. Como mencionaba anteriormente, el colectivo de la diversidad y disidencia sexual tiene cierta tendencia a pasar por situaciones conflictivas, discriminatorias o exiliarse de sus hogares de origen. Ello muchas veces incita a generar familias elegidas y que muchas veces nuestres amigues sean las personas a las que primero recurrimos ante una situación de necesidad. Entonces me parecía interesante indagar en las trayectorias de vida de las vejeces lésbicas para saber cómo gestionan sus cuidados, de qué formas se organizan políticamente en torno a sus demandas y sus necesidades. También teniendo en cuenta que muchas veces las personas que formamos parte del colectivo lésbico rompemos con ciertas temporalidades heterosexuales en el sentido de la linealidad o expectativas que se suelen tener al respecto. Por ejemplo, primero estoy en pareja, después me caso, luego tengo hijes y son esos hijes, quienes me van a cuidar cuando yo sea mayor. O también recurrir como primera instancia a mi familia consanguínea ante una situación de necesidad. Muchas veces las lesbianas no transitamos ese mismo recorrido. Entonces los cuidados son diferentes, las redes de afectos son diferentes. Es difícil ya de por sí encontrar informes estadísticos e investigaciones por parte de las ciencias sociales que aborden el cruce entre envejecimiento y diversidad, y mucho más si realizamos un cruce específico entre envejecimiento y lesbianismo. Había ahí una vacancia que era importante atender para nuevamente poder crear políticas públicas enfocadas en las necesidades de la población. Actualmente estoy en una etapa inicial de la investigación creando el proyecto junto a mi directora Andrea Lacombe. La idea es aplicar una metodología de etnografía multisituada y poder realizar próximamente entrevistas en profundidad a identidades lésbicas que habiten espacios activistas y transiten procesos de envejecimiento o vejez.
R: Es muy interesante que en toda trayectoria académica encontramos como ejes la memoria y la visibilización en relación a la educación y la salud. A partir de eso ¿cuáles dirías que son los puntos clave para el acceso a la salud de la población LGBTQI+ en AMBA?
L: En primer lugar, la transversalización de la perspectiva de género y diversidad en los espacios de salud. Los “consultorios inclusivos”, si bien son una gran iniciativa, suelen estar abocados a especialidades tales como ginecología o endocrinología. Esto implica como dificultad que si vamos a atendernos en otros espacios dentro de una misma institución de salud posiblemente nos encontremos con mediques que no tengan la información necesaria respecto a la Ley de Identidad de Género, no respeten nuestros pronombres o no tengan la información necesaria para realizar una atención integral inclusiva, la cual es un derecho para todes les usuaries del sistema de salud más allá de su identidad. Esta información no debe quedar relegada a un personal específico, muchas veces desfinanciado, o a “consultorios inclusivos”que continúan siendo escasos a nivel numérico. Por otro lado, una descentralización. Debido a posibles situaciones de violencia o discriminación vivenciadas por personas LGBTIQ+, muchas veces quienes forman parte de este colectivo deciden viajar a Capital Federal para ir a un consultorio inclusivo que conozcan o que les hayan recomendado y que justamente al ser muy demandado, hay largas listas de espera o dificultades para conseguir hormonas. Por otro lado, la despatologización. Aunque la Organización Mundial de la Salud ya no considera que ser una persona trans sea un trastorno mental, aún queda un largo camino por recorrer para poder generar una despatologización real dentro del sistema médico. Continúa generándose una marcación de otredad hacia quienes no formamos parte de la cisheteronorma. Por último, me parece importante para poder generar mayor accesibilidad y permanencia dentro del sistema médico, colocar el foco en cómo opera la presunción de heterosexualidad dentro de los consultorios médicos o mejor dicho los consultorios de Salud Sexual y (no) reproductiva. Por ejemplo, cuando asisten lesbianas y bisexuales a espacios ginecológicos, una de las primeras preguntas de rutina es “¿Cómo te cuidás?” y en esa pregunta lo que se esconde de forma implícita es una visión heterosexual y coitocéntrica respecto a la sexualidad. A su vez, existe una deficiencia de información adecuada respecto a métodos de barrera para personas vulvaportantes, entre otras problemáticas. Según marcan diversos estudios, esto produce que lesbianas y bisexuales dejen de asistir a espacios ginecológicos para evitar estas situaciones incómodas, discriminatorias o de falta de información; e inclusive recurrir a espacios activistas para poder obtener esa información.
En mayo de 2019, la Organización Mundial de la Salud publicó el libro Clasificación internacional de enfermedades en su 11va edición. En esa versión, la transexualidad dejó de figurar como un desorden mental y conductual. Por otra parte, la incongruencia de género (definido como la incongruencia entre el género vivido y el sexo asignado al nacer) fue movida de la sección de desórdenes mentales y conductuales a condiciones relacionadas a la salud sexual.
R: ¿Hay diferencia con la situación actual en comparación a algunos años atrás?
L: Sí. Con relación a diferencias con periodos anteriores, pienso que por ejemplo durante el gobierno de Mauricio Macri, específicamente en 2018, el Ministerio de Salud dejó de existir como tal. Pasó a ser Secretaría de Salud, lo cual impactó fuertemente en las partidas presupuestarias destinadas al sistema de salud en el marco de una política neoliberal y de incentivo a la privatización. Esto a su vez tuvo consecuencias directas sobre quienes formamos parte del colectivo LGBTIQ+, en especial a quienes se encontraban con dificultades socioeconómicas que les impedían poder tener una obra social o una prepaga. Sumado a eso, en 2019 se suspendió la entrega de retrovirales para el tratamiento del VIH en hospitales públicos y el faltante continuo de tratamientos hormonales, implicando consecuencias muy negativas sobre las personas de la diversidad y disidencia sexual. Durante la pandemia del COVID-19, un informe del CELS que monitoreó las condiciones de vida del colectivo travesti trans y no binarie, mencionaba que como en esa época tan particular se desaconsejaba asistir a consultorios médicos ante situaciones de urgencia médica, muchas personas del colectivo recurrían en primer lugar a espacios y redes activistas en vez de establecimientos de salud pública. Ello sumado a todo lo que implicó en términos de salud mental y que la atención médica adecuada era en su gran mayoría recibida por quienes sí disponían del recurso de una prepaga o de una obra social. Entonces acá encontramos dos grandes diferencias con la actualidad, más allá de todavía el largo recorrido que tenemos para lograr una atención efectiva e inclusiva de la salud hacia quienes forman parte del colectivo LGBTIQ+
R: ¿Qué hitos ocurrieron que cambiaron significativamente el acceso a la salud?
L: Creo que un hito sumamente relevante fue cuando se sancionó la Ley Nacional de Identidad de Género en el 2012 porque fue pionera a nivel regional en términos de incentivar una mirada despatologizante, ya que no es necesario -como sigue siendo inclusive en países llamados del “primer mundo”- tener una autorización psicológica o psiquiátrica para realizar un tratamiento de hormonización o una intervención quirúrgica. El trato digno, como establece el artículo 12, es clave para que no me exijan realizar un cambio registral al momento de respetar mi nombre en un hospital. Además se establece que todos estos tratamientos sean incluidos en el Plan Médico Obligatorio, ya sea en efectores de salud públicos privados o de obras sociales, pero como veíamos recién, esta ley es un paso inicial sumamente necesario, aunque no alcanza para que efectivamente se cumpla en la actualidad. Existen muchas demandas, como sucedió recientemente con Quimey Ramos ante la obra social OSDE donde le querían cobrar una suma altísima de cuota mensual por considerar que el hecho de que sea trans era una enfermedad preexistente que no se había declarado al momento de inscribirse en la obra social. Esto sigue ocurriendo, continúa siendo difícil acceder a intervenciones quirúrgicas, sigue siendo engorroso acceder a tratamientos hormonales de forma gratuita por más de que sea un derecho adquirido a través de una ley sancionada hace más de 10 años.
R: ¿Cuáles propondrías que son los pasos a seguir al respecto del acceso a la salud y la población LGBTQI?
L: En primer lugar, una transformación de las currículas en la educación médica mediante un paradigma descisexualizante como establece An Millet, trabajador social y activista. Me parece interesante su propuesta en ese sentido porque no solamente piensa en términos de la educación médica, sino de la educación formal en general. Es decir, cómo adquirimos una educación profundamente cisexista en todos los niveles y la importancia de ir de a poco transformando esa mirada. Por otro lado, fortalecer las alianzas entre espacios activistas de salud y académicos en donde les usuaries de salud LGBTIQ+ tengamos un rol protagonista en la toma de decisiones, así como también en los debates sobre estas temáticas que nos atraviesan en un nivel personal muy alto, y así poder combatir cierta injusticia epistémica todavía presente. Por último, una organización política articulada entre estos tres actores: la academia, profesionales de la salud y activistas, en especial frente a posibles recortes presupuestarios en el área de salud y el retroceso en materia de derechos conquistados que puede ocurrir en un futuro cercano.
Desde el área de Contenidos (DGyDS-SGA) desarrollamos acciones de divulgación científica. Estas actividades incluirán la convocatoria a docentes, estudiantes e investigadorxs de nuestra casa de estudios para la presentación de resultados de investigaciones, ensayos, artículos académicos, libros, encuentros de formación, síntesis de jornadas o congresos, entre otras. Para conocer más sobre esta iniciativa podés contactarnos a contenidosdgs@unsam.edu.ar