Dirección de Género y Diversidad Sexual
Luisa Vaisman es estudiante del Programa de Adultos Mayores de la UNSAM y comparte con nosotrxs su experiencia en pandemia.
“Soy Luisita Vaisman, tengo 75 años y en el año 2004 empecé a ir dos veces por semana al PEAM que es un Programa para Adultos Mayores. Lo primero que lamenté con la cuarentena y todavía extraño un montón es no poder seguir yendo al PEAM, o a la “Facu” como le decimos a veces en el grupo que armamos.”
“Hice un montón de cursos: Memoria, un Taller de Palabras que era un curso hermoso, hice un poco de Taller Literario, y uno de Maestros de la Literatura… Y ahí entablamos como una amistad con el grupo. Realmente el grupo es hermoso, hay mujeres de todas las edades, hay profesoras geniales. Comencé a ir porque me lo recomendaron varias personas, varias de San Martín porque a mi edad casi que conozco a medio mundo. Yo soy nacida y criada en San Martín.”
“Mi profe Rosita de Literatura durante todo el año nos siguió mandando clases, videos, poemas, canciones y hasta armamos un grupo de whatsapp. No es lo mismo, pero nos ayudó mucho a seguir conectados entre nosotros. Hasta las señoras más grandes se acostumbraron a usarlo y lo hacen lo más bien. Vivo sola y tengo dos hijas. Al principio no me dejaban salir a hacer las compras. Todos los días una de ellas pasaba por mi casa y me hacía los mandados.”
“Encima en julio me caí en casa y me fracturé el pie. Una complicación más en plena pandemia. Por suerte ahora ya estoy mejor. Mis hijas por supuesto pasaban todos los días. Y las chicas del PEAM cuando se enteraron me llamaban para ver cómo estaba. Fue una contención fuerte, no sólo escribirnos por whatsapp sino que me llamaban por teléfono. Y Normita, la Coordinadora, y Rosita la profesora, también siempre estuvieron super atentas conteniéndome. La verdad que por eso extraño tanto, poder volver a estar con ellas, abrazarlas, tomar las clases.”
“Una de mis hijas es odontóloga y yo le hacía de secretaria tres veces por semana. Me gustaba mucho porque es entretenido y podés estar con otra gente. Ahora por seguridad no me deja volver al consultorio. Ella para atender a los pacientes se tiene que cubrir toda, como si tuviera una escafandra, y los pacientes también: con gorrito descartable, con las bolsitas que cubren los pies, todo.”
“Es un año muy difícil. Estar sola en casa es duro. Tengo muchísimas ganas de poder volver a la UNSAM. Lo que más extraño es estar en contacto con la gente de mi edad, tomar un café después de la clase. Eso, y los nietos. Lo más duro es cuando no podés ver a tus nietos. Te digo un secretito: uno extraña más a los nietos que a los hijos.”