Dirección de Género y Diversidad Sexual
El 8M, es una fecha para conmemorar todas aquellas luchas que hemos venido batallando como mujeres en toda su diversidad en búsqueda de igualdad y justicia social. No todo en mi vida han sido experiencias amargas, he tenido momentos alegres, de autorrealización, de acompañamiento, de sororidad, de resistencia, de resiliencia, reflexiona AURELIZ GODOS, mujer trans de Perú, es Comunicadora Social de profesión, Magister en Derechos Humanos y Democratización por la Universidad Nacional de San Martín.
La vida para les persones trans siempre ha significado un reto, ya que lamentablemente, vivimos dentro de un cis-tema, porque se privilegia y visibiliza solo las identidades normativas cisgénero- heterosexuales y se invisibiliza y rechaza aquellas disidencias o diversidades, deshumanizándolas y estigmatizándolas, por no entrar dentro de la “norma”.
Yo, a pesar de las dificultades que he vivido durante estos 30 años de mi vida, los cuales han sido tener que luchar contra una sociedad que no te comprende y mucho menos te avala como ser humano. Sin embargo, he tratado siempre de salir adelante y lograr alcanzar el privilegio de contar con una carrera profesional, si un “privilegio”, ya que la mayoría de persones trans, no pueden acceder a estudios superiores e incluso concluir el secundario por toda la violencia recibida desde la infancia y adolescencia.
Siempre supe que no quería convertirme en una estadística más en los casos de violencia contra les persones de la comunidad LGTBIQ, al contrario, quería contribuir a que esas cifras bajarán y educar a una sociedad, que ignora mucho de nuestras vivencias y solo se deja llevar por el concepto prejuicioso e imagen caricaturizada que difunden los medios de comunicación sobre la comunidad trans.
En mi natal Perú, he podido activar en distintos espacios de activismo y realizar incidencia para visibilizar las problemáticas que enfrentamos la población trans, al no contar con una legislación que nos ampare y proteja, como la tan necesaria ley de identidad de género.
En el contexto actual en el que vivimos ocasionado por la pandemia, nuestras realidades se han visto atravesadas por una mayor vulnerabilidad. Si antes era difícil sobrevivir, ahora es una lucha diaria para no sucumbir ante todas las adversidades que nos intersectan.
Ser migrante, mujer, trans, y desempleada, es una realidad con la que tengo que convivir, debido a esa violencia tan asidua que, a pesar de todas las normativas y legislaciones internacionales que reconocen y garantizan nuestros derechos, sigue estando en un papel, que en la practica no se lleva del todo a cabo.
Aun tengo que tolerar seguir siendo violentada porque mi nombre legal, el cual aparece en el DNI argentino no puede ser rectificado, ya que está condicionado al cumplimiento de vivir dos años dentro del territorio, como si mi derecho a la identidad autopercibida tuviera fecha de producción y caducidad, y no hacerlo efectivo inmediatamente como debe ser. Además, esta situación me mantiene en constante vulneración, ya que se me complica poder acceder a una oportunidad laboral, alquilar una habitación, ir a una consulta médica, realizar trámites burocráticos, entre otras actividades que tengo que sobrellevar con un nombre que no me representa.
No obstante, creo que el 8M, es una fecha para conmemorar todas aquellas luchas que hemos venido batallando como mujeres en toda su diversidad en búsqueda de igualdad y justicia social. No todo en mi vida han sido experiencias amargas, he tenido momentos alegres, de autorrealización, de acompañamiento, de sororidad, de resistencia, de resiliencia, de conocer compañeres maravilloses, con quienes he transitado mi identidad y me han brindado toda esa fuerza que acompaña nuestras luchas.
Para finalizar estas líneas, es importante, recordar que no estás solo, sola o sole, en este camino de difícil acceso, pero que juntes buscamos un verdadero cambio, ese cambio que grita, ¡Igualdad!, ¡Libertad! y ¡Dignidad!