Dirección de Género y Diversidad Sexual
La pandemia mostró la fragilidad de nuestra humanidad, pero a su vez la fortaleza de las mujeres que rompemos el silencio, salimos del círculo de la violencia y somos parte del cambio. Somos parte del todo y parte de la fortaleza. Afirma Andrea Flores Ruilova, abogada, investigadora, defensora de derechos humanos, migrante ecuatoriana en Buenos Aires.
Somos parte del todo latinoamericano y a la vez parte de la esperanza. La pandemia dejó su huella en las mujeres de todo el planeta, en especial en Latinoamérica. Millones de niñas y mujeres convivieron con sus agresores, sin tener un lugar seguro a donde ir. La pandemia para muchas mujeres migrantes significó enfrentar la soledad, pobreza y desigualdad, ser parte de la gran Latinoamérica, pero ser negadas en ocasiones por el contexto actual. La pandemia mostró la fragilidad de nuestra humanidad, pero a su vez la fortaleza de las mujeres que rompemos el silencio, salimos del círculo de la violencia y somos parte del cambio. Somos parte del todo y parte de la fortaleza.
Soy consciente del privilegio que tengo al ser mujer profesional migrante, la pandemia me permitió estrechar lazos con mi familia y amigues en la distancia. Argentina, tierra de oportunidades, me abrió la puerta para investigar la situación de derechos humanos en Latinoamérica. Muchas veces la soledad y lejanía de nuestra tierra natal se transforma en esperanza y nuevos caminos en distintos lugares. El amor de mis amigas en la distancia siempre me hizo sentir cerca de casa. Aquí, allá, en cualquier lugar somos parte del todo y somos parte del cambio de nuestro continente.