Me recibí de enfermera con título intermedio en diciembre de 2019 en la UNSAM y unos meses después decidí iniciar mi carrera profesional con mi primera experiencia laboral hospitalaria batallando en primera línea contra el Covid-19. El 21 de julio asistí en piso de internación sector Covid-19 del H.I.G.A de San Martín con mucha incertidumbre, pero contenida por las autoridades y compañeras del hospital en todo momento. Tenía 2 horas de viaje de ida y 2 de vuelta en transporte público, el cuidado dependía absolutamente de mí, eso incluía doble barbijo y alcohol al 70% en todo momento.

El inicio del 2020 fue un brusco comenzar a mi profesión y vida cotidiana como la de muchos otros, pero voy a contar mi propia experiencia. Vivo con mis 2 hijos en Merlo, una nena de 3 años que comenzaba su primer año de jardín y un nene de 12 años que empezaba secundaria; paralelamente yo arrancaba la Licenciatura en Enfermería. Tuve mucha ayuda de mi hermana, que se mudó a una casa en el mismo terreno para cuidar a mis hijos.

En el sector Covid del ala B teníamos 13 habitaciones con dos camas en cada una con pacientes positivos, recuerdo que cuando ingresé había muy pocas sospechas, claramente estábamos en el ojo de la tormenta. Compañeras que estuvieron desde el día uno, nos contaban cómo fue mutando el protocolo ya que al principio era sin barbijo, después con barbijo y así sucesivamente con los distintos elementos de protección personal. A mi llegada el protocolo fue claro y nos lo enseñaban nuestras propias compañeras referentes en el piso, pero de todas formas la experiencia fue abrumadora. Volvía con las marcas de las cofias, las manos ¨viejitas¨ por el uso prolongado de los guantes, a veces nos moríamos de calor en pleno invierno por los mamelucos; todas esas cosas necesarias para trabajar seguras en el sector. La vida era un cúmulo de cambios, los nenes con sus respectivas clases a través de zoom o alguna otra plataforma virtual; yo con mi propio protocolo de higiene para la llegada a casa, dormir poco, participar de las clases de mis hijos, mis clases de UNSAM, enseñar, jugar, compartir un momento en familia, las tareas de la casa… todo me llevó a colapsar y elegir qué dejar para alivianar la rutina. Por esto mismo, abandoné momentáneamente la facultad en el segundo cuatrimestre de la Licenciatura.

Lo vivido en el hospital fue un maremoto de sensaciones; dolor cuando fallecía un paciente, alegría cuando les daban el alta…la vuelta a casa con nuestros seres queridos era extraordinaria. El miedo estuvo siempre presente pero la necesidad de ayudar primó por sobre todas las cosas. Durante mi período laboral en el Castex tuve 2 hisopados por suerte negativos y el 3ero del 18 de septiembre del 2020 dio positivo sin necesidad de hospitalización con una sintomatología leve. Me tocó aislarme en mi casa con mis 2 hijos que gracias a Dios no presentaron ningún síntoma. Mis compañeras de jornada fueron hisopadas dando negativo así que no quedaba más que esperar los días de aislamiento obligatorio para volver al ruedo.  Todos los días tuve la sensación de arriesgarlo todo, pero para eso nos prepararon nuestros docentes de UNSAM. Un claro ejemplo fue Ariel Herrera, profesor del área de simulación y enfermería comunitaria, quien falleció a causa del Covid-19 trabajando en unos de los Centro de Atención Primaria de Salud de San Martín. Lo dejó todo incluyendo la vida y a nosotros su enseñanza de seguir adelante pese las circunstancias

Actualmente, habiendo vivido creo que la peor parte de la pandemia y con la nueva rutina cotidiana más encaminada, en este 2021 seguiré con la finalización de mi tan deseada carrera de grado, la Licenciatura en Enfermería.

ICRM, Licenciatura en Enfermería