En Contornos de la angustia, el psicoanalista francés Guy Trobas aborda este afecto desde la diversidad de sus formas clínicas y la variedad de sus expresiones. Para el psicoanalista –asegura en esta entrevista–, la angustia constituye una brújula que orienta hacia la cura. “Más precisamente, en el manejo de las interpretaciones y de la transferencia”.
En estos tiempos pandémicos, en los que nos vimos obligados a cambiar nuestras rutinas, postergar proyectos, adaptarnos a nuevas formas de trabajar y estudiar, y sobre todo en los que debimos permanecer encerrados para cuidarnos, es común que hayamos experimentado angustia. Con todo, la angustia no es un hecho episódico, sino un afecto estructural, que en diferentes grados nos acompaña toda la vida.
En esta entrevista, el psicoanalista Guy Trobas, miembro de École de la Cause Freudienne (París), de la Escuela de la Orientación Lacaniana (Buenos Aires) y de la New Lacanian School (París), se refiere a la importancia de este afecto fundamental, que es el eje de su último libro, Contornos de la angustia, publicado recientemente por UNSAM Edita.
En el libro usted traza un abordaje perimetral de la angustia. ¿Cuál ha sido su punto de partida?
“Abordaje perimetral”, según su expresión en esta pregunta, cae muy bien. En efecto, la elección del término «contornos» para acompañar la angustia en el título –una decisión que tomamos con la directora de la colección, con Damasia Amadeo de Freda–, correspondió a un deseo preciso: combinar la perspectiva del imaginario, en la diversidad de sus formas clínicas, con la perspectiva de sus articulaciones simbólicas, también variadas y siempre presentes cuando este fenómeno se presenta en sus manifestaciones comunes -quiero decir fuera de su tan doloroso brote puro, sin otra subjetivación, en lo real del organismo-. La noción de perímetro conjuga de manera pertinente estas dos perspectivas. En cuanto a la angustia pura, podríamos situarla como un agujero dentro de esta figura.
¿Qué implica una clínica de la angustia? ¿Cuál es el camino que transita?
Ya sea que se presente muy discreta, velada, controlada, o, por el contrario, a cielo abierto y de manera intensa, la angustia se manifiesta en nuestra clínica de un modo constante y, como tal, no discontinua. Su discontinuidad radica más bien en las variaciones de su intensidad. Para el psicoanalista, ella constituye una brújula en la táctica de la dirección de la cura; más precisamente, en el manejo de las interpretaciones y de la transferencia. De manera implícita, esto supone la necesidad de la angustia en una cura orientada por el psicoanálisis, que es el caso de los sujetos que recibimos. ¿Por qué? Porque para estos sujetos hay un fracaso de las formaciones del inconsciente para tratar este afecto estructural de una manera adecuada; es decir, de una manera que lo integre en la continuidad más o menos confortable del sentimiento de vida.
Usted establece que esta clínica debe apoyarse en las elaboraciones teóricas que desarrollaron Freud y Lacan. ¿Cuál es el recorrido que ellos hicieron?
Apoyarse, como lo hacemos en nuestro libro, en Freud y Lacan, es apoyarse en las dos fuentes fundamentales que indagan seriamente este afecto crucial, esta verdadera esencia del ser hablante. El sentido de tal investigación se presenta, a decir verdad, de una manera muy diferente para uno y otro. Para Freud, el tema de la angustia constituye un cuestionamiento permanente desde el inicio de su obra hasta hasta su fin, momento en que deja abierto un interrogante al respecto. Intenté, en la parte dedicada a Freud, extraer del conjunto de referencias posibles para las etapas sucesivas que escanden el progreso dialéctico de su reflexión. En lo que concierne a Lacan, no tenemos tal continuidad de su reflexión en sus escritos ni en su Seminario. Podría decir, sí, que tenemos tres momentos privilegiados en sus Seminarios, en los que desarrolla su concepción de la angustia. Por supuesto, el décimo Seminario es axial, porque está totalmente dedicado a la angustia. En cierta manera mi libro es una introducción a la lectura atenta de dicho Seminario. Añado que los desarrollos de Lacan son, por un lado, una reanudación muy fiel de los desarrollos de Freud, y, por otro lado, un prolongamiento ahí donde el inventor del psicoanálisis dejó abierta la cuestión.
¿Cuál piensa que es el aporte fundamental de su libro para abordar esta problemática?
¿El aporte de mi libro? Son los lectores quienes podrán opinar al respecto. Pero a decir verdad, esta es una manera de escapar a su pregunta. Puedo decir algo acerca de mi ambición. Primero, hay un factor contingente y egoísta: quería aclarar para mí mismo esta cuestión de la angustia, y puedo afirmar que trabajarla de este modo dio paso a cierta satisfacción. Segundo, quería compartir con otros la trayectoria de mi trabajo, transferirla. En particular, mi ambición implicaba un esfuerzo por conectar la variedad de la clínica de la angustia con su articulación teórica. Era una apuesta difícil, y confieso que no estoy ni satisfecho ni insatisfecho. Mi consuelo es saber que comparto esta apuesta con todos mis colegas y que nunca superaremos a Freud.
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