Por Gaspar Grieco. Fotos: Pablo Carrera Oser

—¿Y ahora qué hacemos? Esto es peligroso.
—Y… vamos a tener que cerrar y quedarnos en nuestras casas.
—¿Y de qué vamos a vivir?
—Algo se nos va a ocurrir…

Esta semana, las asambleas de todas las cooperativas del país atacaron el mismo tema: cómo sobrevivir a la cuarentena que dispuso el Gobierno nacional para frenar el avance del coronavirus COVID-19. El problema es grande: en los espacios autogestionados como las cooperativas de trabajo y las fábricas recuperadas, lxs trabajadorxs viven de lo que producen y ajustan sus ingresos a la demanda.

Según lo dispuesto por el presidente Alberto Fernández, el “aislamiento social obligatorio” rige desde el viernes 20 hasta el martes 31 de marzo. La decisión, que implica al cierre de fábricas, pymes y cientos de miles de comercios en todo el territorio nacional, obliga a lxs trabajadorxs a quedarse en sus casas y a lxs empleadorxs a mantener sus salarios. Pero claro, la mayoría de los cooperativistas no perciben un sueldo en blanco.

“Se va a sentir la necesidad, pero nosotros como organización tratamos de que no se sienta el vacío en el estómago”, dice Nora, trabajadora de la Cooperativa Bella Flor que funciona en el predio del CEAMSE de José León Suárez. Este viernes tuvieron que cerrar la planta de reciclaje, pero decidieron no abandonar el compromiso. “Vamos a sustentarnos entre nosotros con el alimento. Hacemos una vianda diaria para todos los compañeros y sus familias, para que no se sienta tanto el peso cuando no tengan guita para comprar la comida”.

Además de organizarse para combatir el hambre, en tiempos de pandemia la Cooperativa Bella Flor también lucha por preservar la salud de sus vecinxs: ya confeccionó y entregó en sus barrios más de 300 barbijos. “Fuimos a comprarlos a una farmacia y nos lo querían vender carísimos. Entonces, se nos ocurrió comprar tela,  hacerlos nosotros y repartirlos gratuitamente en el barrio. La idea es apoyar y proteger al otro, por eso hacemos todo entre todos”, dice Nora.

En esa misma línea trabaja la cooperativa de construcción 9 de Julio de José León Suárez, que además maneja un comedor al que, antes de la cuarentena, asistían 130 personas por día. “Estamos haciendo viandas para la noche y entregamos bolsos de mercadería a nuestros compañeros y a otras personas que viven de changas en el barrio, porque no van a tener para comer”, cuenta Paola, presidenta de la Cooperativa.

Ambas cooperativistas destacan la ayuda recibida por parte del Municipio de San Martín y diversas agrupaciones sociales del distrito.

Desde el Gobierno

La Direccion Nacional de Empresas Recuperadas que depende del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación ya está elaborando listados para que todxs lxs trabajadorxs cooperativistas que no reciban ningún plan social accedan a un subsidio de 5 mil pesos mensuales mientras perdure la situación.

Eduardo “Vasco” Murúa, director del área, anticipó esa información en diálogo con la UNSAM. “Esta cuarentena va a provocar un daño muy profundo en la economía y los más perjudicados van a ser los trabajadores informales. Para contrarrestar eso, diseñamos este programa de asistencia al sector”, contó.

Además, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación anunció un refuerzo de la asistencia alimentaria a comedores escolares y comunitarios y una modificación temporaria del sistema de distribución de la tarjeta Alimentar para garantizar que el dinero llegue a las familias que necesitan fortalecer su nutrición.

“En términos generales, en la Argentina hay 8 millones de personas que reciben asistencia alimentaria. Cerca de 3 millones de chicos comen en las escuelas y el resto en comedores y merenderos. Para hacer frente a la nueva situación y avanzar hacia un sistema de viandas que respete las prevenciones del distanciamiento social, ampliamos las partidas presupuestarias ”, informó el ministro Daniel Arroyo en un comunicado oficial.