Escuela de Ciencia y Tecnología
A partir de una iniciativa del CONICET se creó la primera Plataforma de Neurociencias Cognitivas y Ciencias de la Conducta del país (PENCO). El objetivo es conformar una red de instituciones de investigación para encontrar soluciones a problemas de salud pública, como las demencias asociadas a la vejez. Participan más de veinte instituciones, entre ellas, la UNSAM y el Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT).
En las últimas décadas, los avances científicos y tecnológicos, acompañados de políticas públicas adecuadas, han permitido aumentar la esperanza de vida de la población latinoamericana. Sin embargo, como suele suceder en el ámbito científico, cada vez que se descubre la solución a un problema, la incógnita de una ecuación o el tratamiento para una enfermedad, surgen decenas de interrogantes nuevos. En este caso, una problemática que surge con fuerza es la siguiente: mientras más años vive la población, más posibilidades hay de que las personas padezcan enfermedades asociadas a la vejez para las cuales todavía no hay cura.
La demencia es el deterioro de la función cognitiva, lo que implica la pérdida de la capacidad para pensar, recordar, razonar y realizar actividades de la vida diaria. Una de las más conocidas es el alzhéimer. “Se espera que, dentro de 20 años, la salud mental del adulto mayor sea el problema más importante en materia de salud pública. Como comunidad, tenemos la responsabilidad de ofrecer una solución desde el Estado, porque las proyecciones indican que la población de demencia senil más grande del mundo va a estar en Sudamérica”, explica Dante Chialvo, investigador principal del CONICET y director del Centro de Estudios Multidisciplinarios en Sistemas Complejos y Ciencias del Cerebro (CEMSC3) de la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM.
La Plataforma de Neurociencias Cognitivas y Ciencias de la Conducta (PENCO) es una iniciativa que busca nuclear a los científicos del área para atacar este problema. “Es una plataforma que permitirá una mayor colaboración entre investigadores, con respaldo del Estado y una definición clara de las áreas estratégicas relevantes. También potenciará proyectos que respondan a necesidades sociales específicas fuera de los laboratorios”, explica el doctor en Neurociencias Agustín Ibáñez, coordinador general de la PENCO y director del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (INCYT) del CONICET y el Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) de la Fundación Favaloro.
Tanto el INCYT como el CEMSC3 de la UNSAM forman parte de la plataforma, que recibió financiamiento inicial del CONICET y que actualmente nuclea a alrededor de veinte instituciones del país y está abierta a sumar otros equipos de investigación que quieran participar. Además, cada grupo viene trabajando en el área desde hace años, muchas veces en colaboración con otros centros de investigación nacionales y extranjeros, por lo que la red que conforma la PENCO puede imaginarse como una gran telaraña de resolución de problemas. Para organizar el trabajo, está dividida en siete áreas: infraestructura y equipamiento; salud; neurociencia traslacional; modelado y tecnología cognitiva; educación, desarrollo y vulnerabilidad; extensión, academia y sociedad; y filosofía y ética.
Chialvo está a cargo del área de infraestructura y equipamiento de alta performance. Por eso, su trabajo estará estrechamente vinculado con el del Centro Universitario de Imágenes Médicas (CEUNIM) de la UNSAM, dirigido por la especialista en Física Médica Amalia Pérez. El CEUNIM cuenta con un resonador y un tomógrafo por emisión de positrones PET/CT de última generación.
“Son equipos que fueron adquiridos poniendo especial énfasis en las características tecnológicas adecuadas para la obtención de imágenes neuronales de calidad. La asociación entre ambos mediante la generación de imágenes corregistradas es la herramienta necesaria para la correcta caracterización del comportamiento de las funciones cerebrales”, explica Pérez. A su vez, los dos centros de la UNSAM trabajarán junto al INCYT para profundizar las investigaciones en torno a la problemática de las demencias.
El investigador del INCYT Lucas Sedeño, coordinador del área Salud de la PENCO, señala: “Estas enfermedades generan una gran cantidad de gastos a nivel público y afectan tanto al paciente como al familiar. Como todavía no hay cura, lo más importante es tener un diagnóstico temprano para que la acción terapéutica pueda retrasar el inicio de los síntomas”. Sobre la proyección de mayor prevalencia de estas enfermedades en el Cono Sur, Sedeño indica que puede tener que ver con el mayor crecimiento demográfico en comparación con la población europea. “Ignoramos si puede haber incidencia de otros factores porque no hay estudios integrales en la región”, afirma.
La ciencia cognitiva nació hace unos sesenta años y creció de manera exponencial. La bisagra en este campo fue la invención del resonador en los años noventa, ya que permitió observar aspectos de la actividad cerebral que antes no eran observables. Los estudios del cerebro humano se desdoblan en un amplio abanico de temáticas, desde la aplicación concreta a un problema social, como es el caso de las enfermedades neurodegenerativas, hasta el intento de comprender los misterios detrás de la consciencia. Para esto, se basan en la información que aportan las neuroimágenes y otras técnicas, como la estimulación transcraneana, que consiste en estimular ciertas áreas del cerebro con corriente eléctrica y observar la correlación con cambios en la conducta.
Chialvo y Sedeño remarcan que en un aspecto fundamental para poder avanzar en esta área del conocimiento es trabajar de manera multidisciplinaria. “En la práctica te das cuenta lo importante que es esto. En el laboratorio donde trabajo la mayoría somos psicólogos, médicos o biólogos que trabajamos con demencias y tenemos conocimiento clínico sobre las patologías, acceso a los pacientes y herramientas de análisis; mientras que el equipo de Chialvo tiene conocimiento sobre las metodologías que se pueden aplicar para el procesamiento de la información que nosotros tenemos”, apunta Sedeño.
Si bien cada grupo de investigación que conforma la PENCO seguirá trabajando en sus proyectos particulares, la plataforma permitirá que, cuando haya que atender una necesidad a nivel nacional o regional, como puede ser mapear determinados factores de la salud mental en la población argentina, sea factible la participación de investigadores de diversas especialidades y zonas geográficas. Los trabajos estarán disponibles si algún ministerio u organización realiza una solicitud y el hecho de funcionar como una red también permitirá tener más chances a la hora de atender convocatorias para obtener subsidios.
Además del trabajo en investigación y desarrollo, la PENCO también se enfocará en otros aspectos centrales del trabajo científico: la formación de recursos humanos, la divulgación y la transferencia de resultados. En cuanto al primer punto, los investigadores organizaron un campamento de trabajo para entrenamiento en técnicas de neuroimágenes dirigido a estudiantes de la UNSAM y de instituciones de Barcelona y Polonia con las que tienen convenios. Los alumnos provienen de diversas disciplinas y la idea es que sea un taller que estimule la interacción para la resolución de problemas y que, de ser posible, establezca un horizonte de colaboración en el tiempo.
En cuanto a la pata comunicacional, Sedeño dice que en lo que respecta a demencias hay mucha desinformación: “En ocasiones los familiares se enojan con el paciente porque tiene cambios en la personalidad y está más irritable, pero lo que sucede es que está teniendo una patología de base que genera esos cambios y se ignora cómo reaccionar, qué hacer, adónde ir. Por eso, hay una comisión dentro de la PENCO que se va a encargar de que haya más y mejor información sobre estos temas”, explica. Chialvo agrega que, también, “falta legislación que prevenga a los ciudadanos de la ‘neurosarasa’, para evitar que se pueda comprar una prestación médica de la misma manera que se compra un champú para el cabello”.
Finalmente, se hará énfasis en la neurociencia traslacional, de manera que el trabajo que los científicos realizan en el laboratorio se pueda transformar, tras los ensayos correspondientes, en una herramienta para uso clínico. Ibáñez sostiene: “A largo plazo, esperamos que se puedan generar proyectos de envergadura con fondos estatales y privados, mediante acciones concretas que apunten al crecimiento de la capacidad regional en la investigación y traslación de la neurociencia cognitiva, afectiva y social”.