La Gerencia de Cultura invita a la inauguración de la muestra “¿Quién detendrá el silencio? Reflexión y presencia de un dibujante”, del artista plástico Juan Cuello. Será el miércoles 22 en el hall de la Biblioteca Central y podrá visitarse hasta el 12 de abril.
Por Florencia Arce
Faltan pocos días para la inauguración de la muestra “¿Quién detendrá el silencio?”, y Juan Cuello ya está en el hall de la Biblioteca Central preparando todo. Sus trazos van de un lado a otro cruzándose, ocupando las paredes en un zigzag que lo obligan a pensar, a cada instante, cómo seguir. Eso lo entusiasma, le da impulso para crear y “dialogar” con su obra, como él mismo define ese proceso: “Siempre hay un diálogo con lo que yo hago; dialogo conmigo mismo en cada momento. Trato de pensar y sentir en simultáneo mientras trabajo”.
En una pausa, Juan Cuello habló con el equipo de la Gerencia de Cultura sobre la muestra que inaugurará el próximo miércoles a las 19 y que podrá visitarse hasta el 12 de abril.
¿Cuánto dedica por día a su obra?
En realidad, el tiempo lo da la propia sensación de estar en el lugar. Si tengo que estar una hora, la intervención va a durar una hora y voy a hacer todo lo posible como para que, al irme, sienta que pasó algo en la pared. La improvisación es un sistema de producción que me interesa, por eso estoy empezando a trabajar sin proyecto: todo sucede en tiempo presente. No sé cómo va a quedar después, no sé si voy a usar algún color o cinta de papel.
¿El espacio en la UNSAM modificó la idea inicial de la obra?
Sobre la base de las posibilidades de intervención de ese espacio, entablé un diálogo con una de las paredes que para mi tenía otro tipo de conexión porque estaba en zigzag. Quizá el desafío es empezar a generar información visual para que el espectador pueda ver una imagen y sienta que hay una conexión con las otras. Todo está en el lenguaje del dibujo. Me interesa que pase algo más. Ese algo más es lo que estoy buscando con el silencio de dibujar.
¿Qué materiales utilizó para este proyecto?
Acoto la cantidad de materiales para que fluyan; este trabajo es netamente de dibujo. Estoy trabajando dentro del lenguaje del dibujo y en el medio estoy pensando qué es el dibujo. Las preguntas sobre qué puede ser el dibujo, qué es la línea o qué es la forma me ayudan a pensar otros conceptos que pueden ser más profundos, como qué es la vida, la muerte, el diálogo, la censura, la violencia. Todo eso se traduce en el lenguaje a través del dibujo.
¿En qué momento se define el título en este marco de improvisación?
Muchas veces pienso un título y pienso la obra en base a ese título, me gusta lo que detona esa frase. A veces, es al revés: hago dibujos y después le pongo nombre o, según el contexto, se lo cambio. Hasta he cambiado la fecha de realización de la obra, jugando con todo eso.
¿Y cómo fue la elección del título?
“¿Quién detendrá el silencio?” tiene que ver con la autocensura, con cuando la persona empieza a medir lo que dice. La hipervisibilidad que uno tiene en las redes sociales crea un enorme debate, que es sano, pero muchos lo ven negativo porque tienen que defender sus ideas y se dan cuenta de que tal vez no tienen mucho fundamento. Lo que termina sucediendo es una autocensura. Siento que la gente se está midiendo más porque cree que lo que está diciendo no es lo que dice la mayoría.
La frase surgió hace dos años y siempre me quedó dando vueltas esa sensación de vacío que avanza y que quiere generar un solo tipo de ruido visual, sonoro, discursivo; todo se torna carente de sentido, de energía, de sentimiento. Esa carencia me da la sensación que avanza mucho.
En el campo artístico está todo muy mediado, no hay espacio para la improvisación. La búsqueda desesperada de la coherencia también es muy negativa. Todo tiene que cerrar, todo tiene que cumplir con la norma. En la actualidad la práctica artística contemporánea está totalmente estandarizada. Se exige que el artista joven haga una intervención, que sea Duchamp. Si no hace eso, es anacrónico. Todo eso me hace ruido; prefiero hacer las cosas mal. Ahí trabajo con la confianza del otro.
¿Le interesa saber lo que sienten los espectadores de su obra?
Me interesa que la obra construya recuerdo. Es un desafío muy grande, pero para mi tiene que ver con que el espectador pase y reconozca algo en la imagen, que lo remita a una imagen pasada o a una sensación, y cuando eso sucede hay una conexión y la persona se va a acordar del dibujo. Quizá no recuerde todo, sino parte.
Es muy importante la experiencia del silencio al ver la obra, porque, si no, la gente siente que tiene que decir algo. Si quiere preguntarme algo, me acerco, pero me parece sano que la gente se quede en silencio, hay que respetar ese silencio. En ese momento está tratando de conectar y no se explica con palabras. Si le pregunto: “Qué sentís”, va a decir lo que tiene a mano, pero eso no es lo que está pensando. Lo que le pasa va a llevar un montón de tiempo descifrarlo.