La prestigiosa revista científica publicó en su nuevo número un artículo de nuestra investigadora Marina Simian, quien repasa el estado de arte del cultivo de organoides junto con Mina J. Bissell, del Lawrence Berkeley National Laboratory.
A principios del siglo XX, investigadores de las ciencias biológicas y médicas comenzaron a cultivar células para realizar diversas investigaciones vinculadas con la embriogénesis y la fisiología. Esto derivó en lo que hoy conocemos como el cultivo de células, que en su forma más habitual se realiza en dos dimensiones (2D). Esta estrategia, combinada con la experimentación en ratones y luego en humanos, permitió el desarrollo de muchas drogas que hoy encontramos en el mercado. Sin embargo, la tasa de éxito de transferencia del laboratorio a la clínica sigue siendo baja.
Marina Simian, investigadora del Instituto de Nanosistemas (INS) especializada en el tratamiento de cáncer de mama mediante drogas tradicionales combinadas con nanotecnología, aborda el tema en su artículo recientemente publicado por The Journal of Cell Biology. Allí repasa el estado del arte de los organoides junto con Mina J. Bissell, del Lawrence Berkeley National Laboratory.
Los organoides se definen como unidades funcionales de un órgano capaces de reproducir, en cultivo, la arquitectura y función del órgano de origen. Cada vez más valorizados por la comunidad científica como estrategia para ensayos preclínicos, los organoides suponen un avance sobre otras técnicas. Al respecto, Simian señala: “Se está cuestionado mucho el uso de ratones así como los cultivos en 2D en los ensayos preclínicos. Estructuralmente, los cultivos 2D no proveen las condiciones para reproducir la organización y la relación celular observada en el organismo. Es decir: algo que funciona en los cultivos 2D no necesariamente representa lo que sucede en el cuerpo, que tiene una estructura tridimensional. Si bien estos organoides son más difíciles de producir, permiten trabajar con tejidos humanos en un sistema controlado y probablemente lleven a resultados que incluso superen en fidelidad a los que se obtienen utilizando ratones. En este contexto, la comunidad científica les está otorgando mayor reconocimiento y los ve como una plataforma preclínica de gran valor”.
El artículo también discute con otra rama de científicos que presentan a los organoides como un desarrollo reciente. De acuerdo con Simian y Bissell, los orígenes se remontan a más de un siglo atrás.
Hasta el momento, más de 3000 personas han descargado la publicación del sitio web de The Journal of Cell Biology y también ha sido compartida en redes sociales como Twitter y Facebook.
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