La vida de Galileo Galilei es un ejemplo emblemático del difícil vínculo que ciencia y religión han mantenido a lo largo del tiempo. El especialista en historia de la ciencia visitó la UNSAM y brindó la conferencia “El caso Galileo, 400 años después”, en la que reflexionó sobre una controversia que, a su juicio, no ha sido resuelta.
Vanina Lombardi, Agencia TSS
En su última publicación, Michael Segre, profesor de Historia de la Ciencia en la Universidad Gabriele D’Annunzio (Italia), afirma que la universidad no anima lo suficiente a la crítica y que, para superar el estadio “medieval y tribal”, esta debiera volverse más abierta.
Segre —que fue docente en la Universidad de Múnich y miembro del Centro de Estudios del Renacimiento Italiano en la Universidad de Harvard en Villa I Tatti (Italia)— visitó la UNSAM para participar del ciclo de debate Incitaciones a los Clásicos. Allí, el autor del célebre In the Wake of Galileo (1991) brindó la conferencia “El caso Galileo, 400 años después”.
Especialista en la figura del que considera “el primer científico”, Segre afirma que Galileo “tuvo que atravesar una controversia que hoy todavía está irresuelta, aunque la Iglesia católica diga lo contrario. La solución que dio el papa Juan Pablo II fue una ilusión”.
¿Por qué seguimos hablando sobre Galileo 400 años después?
Galileo es el primer científico de la historia y estuvo involucrado en el escándalo relacionado con la ciencia y la religión más famoso. Eso sucedió hace 400 años, cuando el astrónomo fue enjuiciado y sentenciado a un arresto domiciliario de por vida, una condena con la que la Iglesia cargó durante siglos. Hubo una tentativa de cerrar el caso entre 1979 y 1992, impulsada por el papa Juan Pablo II, y no funcionó. La Iglesia católica cree haber resuelto la controversia, pero es una ilusión porque la solución no fue tal y todavía existe preocupación por el tema, entre otras cosas, porque no hubo diálogo suficiente. El problema es que, si no se resuelve este caso, será difícil resolver otros. Las tensiones entre ciencia y religión siguen emergiendo: procreación, aborto, eutanasia y muchos otros temas relacionados con la bioética.
Temas que pueden generar tensiones entre diversas creencias…
Cada religión tiene diferentes respuestas para estas cuestiones y no siempre hay tensiones. De hecho, en noviembre tendremos un congreso internacional en Chieti (Italia), en el que reuniremos a representantes de distintas religiones con científicos para hablar de la relación entre ciencia y religión y buscar soluciones que, en mi opinión, se alcanzan a través del diálogo. De hecho, el que introdujo el diálogo fue Galileo, que buscó dialogar con todos, incluso con sus oponentes. Deberíamos encontrar el modo de hablar con nuestros adversarios, y eso, por supuesto, requiere cierta forma civilizada de comunicarnos entre nosotros, de escucharnos. Esa fue la gran lección de Galileo. De hecho, la ciencia está construida sobre el diálogo, como debería estarlo toda sociedad civil.
Lo paradójico es que, al final, él no fue escuchado, ¿no?
¡Exacto! Esa es la gran enseñanza: él no fue escuchado, pero los que más sufrieron fueron los que no lo dejaron hablar. Cuando se les niega a los oponentes la posibilidad de expresarse, de algún modo sus mensajes reaparecen, y eso es algo que termina haciendo daño. En el campo de la ciencia, algunos científicos suelen ser más políticos que científicos, buscan poder. El tema es que esa búsqueda alienta ciertas cosas y desalienta otras, en vez de un diálogo abierto y honesto. Yo creo que, en la comunidad científica actual, hay más deshonestidad intelectual que tiempo atrás. Galileo fue un gran promotor de la honestidad y la transparencia.
Galileo pudo desarrollar sus investigaciones gracias al apoyo de los Medici. ¿El caso sirve para reflexionar sobre cómo evolucionó el financiamiento de la ciencia?
Por entonces, la ciencia funcionaba con patrocinios. Hoy también hay una contribución general de los gobiernos para apoyar a estudiantes y científicos. La sociedad en general está más involucrada que hace algunos siglos y eso es mucho mejor. Pero, al mismo tiempo, siempre hubo políticos o patrones que afirmaron la importancia de ciertos campos por sobre otros. Por ejemplo, en Italia hubo un ministro de Finanzas que dijo que de la cultura no comemos. Por supuesto que no coincido porque nuestra civilización está basada en la cultura. El conocimiento científico debería ser fomentado en todas las direcciones porque nunca se sabe desde dónde pueden surgir las respuestas. No se puede planear la ciencia porque no se puede planear el futuro.
Sin embargo, existe consenso sobre la necesidad de tener una estrategia antes de invertir en investigación.
La elección estratégica es un juego de planeamiento. Yo creo que la investigación debería ser libre pero sujeta a la crítica, para evitar errores. Es decir, si a un científico le pagan por hacer su trabajo, su investigación debería estar disponible para la sociedad de científicos, para que pueda ser analizada críticamente y para que haya un debate que permita detectar qué puntos pueden mejorarse y cuáles es necesario rechazar. El espacio para el diálogo y la crítica tiene que estar siempre.
Los países en desarrollo tienen menos recursos. ¿Considera que allí tampoco se justifica planificar la inversión en ciencia y tecnología?
Por supuesto que hay políticos que alientan ciertos campos, pero ellos pueden ser más o menos corruptos. Es difícil decirlo, pero creo que debería ser lo más libre posible.
Galileo era científico y tecnólogo. Hoy, muchos consideran a estas áreas en forma separada, mientras que otros creen que el conocimiento es uno solo.
La tecnología depende de la ciencia tanto como la ciencia de la tecnología. Son dos cosas diferentes, pero tienen que trabajar en armonía. Algunos países eligen alentar el desarrollo de ciertas tecnologías o su importación para resolver ciertos problemas específicos, como el hambre, y eso es bienvenido. Pero, nuevamente, en lo que concierne al desarrollo científico, su planificación debería ser sin dirección porque todas las ramas del conocimiento contribuyen a su evolución.