Instituto de Investigaciones Biotecnológicas
Los biotecnólogos tienen el doble desafío de investigar en tecnologías aplicables y ofrecer soluciones sustentables a la comunidad. Con ese objetivo, el IIB-INTECH de la UNSAM dictó un taller de capacitación para alumnos y graduados.
Por Vanina Lombardi
La idea de científicos que no salen de sus laboratorios parece cada vez más obsoleta. En la actualidad, los investigadores deben enfrentarse a dos situaciones desafiantes a nivel profesional, que no se presentan bajo un tubo de ensayo ni en una pipeta. Una de ellas se refiere a introducir los hallazgos en el mercado o formar una empresa de las denominadas de base tecnológica. La otra se refiere al beneficio social o utilidad que ofrecerá dicho descubrimiento o desarrollo.
“En cualquier proyecto de empresa biotecnológica, uno tiende a enamorarse de la solución que se le ocurrió. Pero hay que enamorarse del problema, que es lo que tiene que estar detrás y muchas veces sigue abierto, por más soluciones que se propongan e incluso se implementen”, afirmó Liliana Haim, directora de la Oficina de Bioemprendedores y Transferencia del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH) de la Universidad de San Martín (UNSAM), durante el encuentro denominado “Diseño de proyectos biotecnológicos que generen soluciones para los problemas del hábitat regional”, que organizó el IIB-INTECH el 17 de septiembre pasado, en el marco de la Semana Nacional del Bioemprendedor Tecnológico.
El objetivo principal de esta actividad gratuita y abierta a la comunidad fue el de pensar cómo la biotecnología puedo ofrecer alternativas para resolver problemáticas sociales, con foco en los problemas actuales de hábitat regional y, en particular, de poblaciones que viven en situación de emergencia.
“Nos pareció interesante centrar el proyecto en el usuario y elegimos esta temática, entre otros motivos, porque uno de los emprendedores de nuestro instituto fue premiado en el concurso ImpacTEC 2015 por un proyecto social”, sostuvo Haim, quien además es profesora de la materia Proyectos Biotecnológicos, que se dicta como optativa dentro de la Licenciatura en Biotecnología. Haim se refería al trabajo de Federico Marque, docente de la UNSAM y uno de los fundadores de Bioimanay -empresa de biotecnología incubada en la UNSAM-, que fue reconocido por su proyecto de una plataforma de código abierto para científicos, investigadores y ONGs y fue premiado para formarse en el Graduate Studies Program de Singularity University (SU), en el campus de la NASA ubicado en el Silicon Valley, en Estados Unidos.
Durante el taller en el IIB-INTECH se presentaron algunas pautas para elaborar una estrategia de negocios que permita desarrollar un emprendimiento biotecnológico -teniendo en cuenta variables como competencia, obtención de recursos y dificultades para su implementación, pero además los participantes fueron invitados a reflexionar sobre las problemáticas sociales, en base a un video sobre las condiciones de vida de los pobladores del asentamiento San Cayetano, ubicado en Gregorio de Laferrere, en el partido de La Matanza (provincia de Buenos Aires) y a proponer posibles y viables soluciones desde sus áreas de experiencia.
A modo de ejemplo, el especialista Gastón Galanternik, becario doctoral en el IIB-INTECH -del programa D-TEC del Ministerio de Ciencia y Tecnología-, junto a su colega Ana Guerello, presentaron un proyecto de energías alternativas destinado a comedores, asociaciones barriales y cooperativas para reducir el uso de garrafas de gas y lograr un tratamiento más eficiente de los desechos.
El proyecto se basa en la implementación de un biodigestor (cuyo costo ronda los 18.000 dólares), capaz de generar energía a partir de desechos orgánicos y que funcionaría a una temperatura estable de entre 30 y 35 grados centígrados, reduciendo en un tercio el tiempo que necesitan los biodigestores para funcionar en la actualidad, de 60 a 20 días.
Para lograrlo, estos bioemprendedores presentaron un plan de vinculación con socios estratégicos como la misma UNSAM y los institutos nacionales de Tecnología Agraria (INTA) y de Tecnología Industrial (INTI), así como consultoras de sustentabilidad, de responsabilidad social empresaria y asociaciones civiles, entre otros.
El caso del asentamiento San Cayetano fue tratado como un ejemplo de las necesidades que se reiteran en zonas urbanas de todo el país en cuanto a tratamiento de residuos, acceso al agua potable y segura, y disposición de un sistema cloacal eficiente, entre otros. “Es la realidad y hay que verla. Todo lo que uno aprende, los años que estudia y la inversión que hace el Estado en estos alumnos tiene que volver a la sociedad de alguna manera. Ver otras realidades les abre la cabeza y la creatividad, para que todo lo que aprendieron sirva para generar algo sustentable”, dijo Haim.