Por Marina Oybin.

Comehombres, altivas, poderosas, sensuales, provocativas, trabajadoras, cautivas. Desde la femme fatal hasta damas peligrosamente ingenuas: todas están en La seducción fatal. Imaginarios eróticos del siglo XIX, fabulosa muestra con curaduría de Laura Malosetti Costa, directora de la Maestría a en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano del IDAES. Se exhiben alrededor de 65 pinturas y esculturas de artistas europeos, argentinos y latinoamericanos de fines del siglo XIX e inicios del XX. Además, hay grabados, fotografías, filmes y se editó un bellísimo libro catálogo que incluye un texto de las curadora y de otros historiadores de arte y escritores.

La muestra, que permite redescubrir parte del acervo del MNBA, está dividida en cuatro ejes temáticos: “Erotismo y violencia: el rapto”; “Prisioneras y cautivas”; “Desnudo, voyeurismo y transgresión”; “Seductoras fatales y musas modernas”. Uno se encuentra con damas claves: marcaron cambios en la historia del arte y encarnaron cuestiones de clase. Sus cuerpos dejaron huella indeleble. “La ninfa sorprendida” de Édouard Manet preanuncia su desafiante Olympia, convertida en mujer de carne hueso. Ahora, la dulce ninfa, que es un retrato de la mujer de Manet, yace junto a la criada de nuestras pampas. Corpulenta, recién levantada, la mujer creada por Eduardo Sívori esquiva la mirada del espectador. En esa habitación en penumbra, la criada exhibe sin pudor su cuerpo real, exultante, imperfecto.

En este vertiginoso recorrido por la historia del arte con foco en la mujer y su poder atrayente, hay retratos secretos que artistas como Prilidiano Pueyrredón y Ernesto de la Cárcova reservaron para la intimidad de unos pocos ojos. Hay, también, musas modernas en escenas bucólicas que despertaron la ira de señoras con abanico, asiduas concurrentes al MNBA. Eduardo Schiaffino no dio el brazo a torcer: “Si se va la obra, me voy yo”, disparó ante las presiones.

Está el inquietante retrato de Juana Romani, artista italiana y modelo de pintores en París. Y una pintura, “Demonio, mundo y carne”, que es una especie de conjura: el retrato, que oculta el rostro de Carlota Ferreyra, devenida amante de Juan Manuel Blanes durante las sesiones de poses y, al mismo tiempo, convertida secretamente en esposa del hijo del pintor. Al enterarse, el hijo huyó: Blanes lo buscó toda su vida.

“La visión de Fray Martín” (un óleo de Vicente Nicolau Cotanda) estremece. Dice José Emilio Burucúa de este impactante lienzo: “En esta obra Cotanda habría puesto en escena el límite, las contradicciones perennes hacia las que suele deslizarse el arte erótico: la amenaza del dolor y la sombra del aniquilamiento”.

Al recorrer la muestra uno se pregunta qué une a mujeres tan disímiles: altivas, pura pasión, jóvenes angelicales, cautivas de piel porcelana, artífices de tragedias familiares y otras creadoras de vida. Acaso haya una pista. Laura Malosetti Costa señala en el catálogo: “El erotismo es uno de esos bordes de la cultura que se asoma al abismo de la fisicalidad radical del animal humano, a su discontinuidad. Exhuberancia de vida en la que también asoma la muerte -escribía Georges Bataille en 1957-, el efecto fascinante del erotismo consiste en colocar al individuo no solo frente a una cierta disolución de su aislamiento en el vínculo con otro ser, sino también a la complejidad y las contradicciones de la mente humana”.

La Muestra

“La seducción fatal. Imaginarios eróticos del siglo XIX” podrá visitarse hasta el 15 de marzo, de martes a viernes de 12:30 a 20:30, y sábados y domingos de 9:30 a 20:30.

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LUGAR: MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES | AV. DEL LIBERTADOR 1473

ENTRADA: GRATUITA