Instituto de Investigaciones Biotecnológicas
Marina Clemente, profesora adjunta de la UNSAM, escribe en el sitio del CONICET sobre los avances logrados en el IIB-INTECH en nuevos adyuvantes derivados de plantas para el desarrollo de vacunas.
Actualmente, existe a nivel mundial un incremento en el interés para la exploración del uso de las plantas como biofábricas para la producción de fármacos y proteínas de interés vacunal. Entre los antígenos vacunales en los que se ha ensayado la expresión en plantas se destacan, por un lado, las vacunas de mucosas para diarreas, hepatitis B y rabia, y por el otro, las vacunas inyectables para el linfoma de no-Hodgkin, las cepas H1N1 y H5N1 del virus de la influenza A, y la enfermedad de Newcastle. Muchos de estos demostraron ser eficientes y seguros en los modelos animales y en ensayos preclínicos.
Se ha demostrado que las plantas tienen la capacidad para producir proteínas complejas funcionalmente activas de mamíferos u de otros organismos eucariotas con actividad terapéutica, como las proteínas de suero humano y reguladores de crecimiento, anticuerpos, vacunas, hormonas, citoquinas, enzimas y anticuerpos. Esta actividad se conoce con el nombre de agricultura molecular de plantas, que consiste en la modificación genética de plantas para producir productos químicos de uso medicinal como proteínas recombinantes, es decir aquellas que se obtienen a partir de una línea celular distinta a la célula original.
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