El escritor mexicano, autor de “Ernesto Guevara, también conocido como el Che”, fue el invitado principal de la tercera edición del ciclo “Narrativas de lo real”, del que también participaron los escritores Guillermo Saccomanno, Juan Sasturain, Elsa Osorio y Cristian Alarcón, director de Revista Anfibia.
Por Dolores Caviglia. Fotos: Pablo Carrera Oser.
A Paco, como a todos los Franciscos, le dicen Paco. Nació en 1949 en Gijón, España, pero a los diez años sus padres decidieron que era tiempo de alejarse de la dictadura franquista y se instalaron en México. Fue allí donde estudió sociología, literatura e historia. Su primer libro lo publicó a los 22 años. Cuarenta y tres años después, ya tiene más de ochenta obras en su haber y catorce premios. Entre las primeras, Bolsheviquis. Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México 1919-1925, Nomás los muertos están bien contentos y Pancho Villa: una biografía narrativa; y entre los segundos, el Premio Grijalbo de Novela 1982 por Héroes convocados: manual para la toma del poder, el Premio Latinoamericano de Novela Policíaca y Espionaje por Cuatro manos, y el Premio a la Mejor Novela Extranjera publicada en Francia.
Francisco Ignacio Taibo Mahojo, precursor del neopolicial en América Latina, llegó a la UNSAM invitado por el Programa Lectura Mundi para participar del ciclo Narrativas de lo real, que se propone un diálogo experimental entre la literatura y otros ámbitos de conocimiento; y que en esta, su tercera edición, propone como ejes de debate y discusión las relaciones, tensiones, resonancias e implicancias mutuas entre política y ficción(es), por un lado, y entre historia y ficción(es), por el otro.
-¿Cómo es la interacción de la realidad con la literatura?
-La literatura trabaja con una mezcolanza que viene de manera directa o indirecta de la realidad, que es un mengunge en el que está lo vivido, lo leído, lo aprendido, lo contado, etc; contra los que piensan desde las ciencias exactas que la realidad es lo mesurable, lo fotografiable.
-¿De qué modo se puede contar algo real y que sea leído como novela?
-Que me digan algo así es un elogio maravilloso. Básicamente, es una combinación muy pensada, muy construida y muy difícil de armar. Hay que trabajar la historia con el rigor de la historia y narrarla con el rigor de la literatura. Para asegurar que alguien dijo algo o pensó aquello hay que testificar. Cuando alguien me dice que un capítulo me salió muy bien yo contesto que así fue porque hice algo que cualquier historiador si hubiera tenido entre sus 22 cursos uno de narrativa hubiera hecho. Por ejemplo, nunca presentar siete personajes juntos, sino hacerlos de forma dosificada para que el lector los individualice. Recursos como esos y como combinar los momentos anecdóticos con los reflexivos, usar la anécdota como fortalecedor de la narración. El abc de la literatura.
-En las novelas, ¿igual hay más libertad?
-Sí, absolutamente. Cuando haces novelas, la libertad es absoluta. Los ángeles vuelan en mis novelas, puedo hacer lo q me da la gana. Pero cuando haces historia, los ángeles ni siquiera existen.
-¿Cuáles son las características del neopolicial?
-Para entender este género hay que asumir que la novela negra es una novela social. Guste o no. Después sólo resta actuar en consecuencia: a las preguntas tradicionales de la novela policíaca como quién, dónde, cuándo y por qué hay que añadir en qué sociedad. La literatura policiaca es esencialmente la novela social de fines del siglo XX.
-¿Las ficciones también requieren de una investigación previa?
-Sí, siempre, y en mi caso por lo menos cada vez más. Porque cada vez más me interesan las novelas en que se cuentan historias que nadie conoce. Uno de repente está escribiendo una novela y dice Bulgaria, los campos de rosas de Bulgaria. ¿Qué son? ¿Dónde están? ¿Quiero que suceda ahí? Entonces, un día entero de trabajo se te fue estudiando las grandes plantaciones de rosas.
-¿Cómo llegaste a la biografía Ernesto Guevara, también conocido como el Che?
-De cabeza. Era la figura de nuestra generación, el que todo lo podía. Llegué muerto de miedo. Es como que un niño católico escriba una biografía herética de San Francisco de Asís. Fueron 4 años de mucho trabajo. Llegué además con un pacto: no lo voy a endulzar, no lo voy a edulcorar ni hablar, lo voy a contar. Y si me gusta bien y no se me gusta, también lo cuento. Y el pacto lo soporté, al grado que me tocó bastante. Quedé tocado al terminar el libro, quedé con miedos a no sé qué, como obsesionado. Tenía miedos difusos, sueños, pesadillas. Es muy complicado el arte de la biografía si te lo tomas en serio, porque implica un proceso continuo de entrar y salir del personaje, de alejarse y acercarse. Este estar entrando y saliendo de la cabeza del Che te crea una dispersión esquizoide.
-¿Qué pensás sobre la actualidad de América Latina?
-Por razones que resultarían difíciles de explicar, he mexicanizado brutalmente mi perspectiva del mundo. Leo las páginas del periódico de la sección nacional y me salto las del mundo. Esta perspectiva te deslatinoamericaniza, porque el barroco mexicano es híper absorbente: todos los días pasa algo, te obliga a actuar en consecuencia. Entonces, trato de preservar una división del trabajo, escribo, doy cientos de conferencias con el movimiento, y el otro tercio duermo, como. Eso de que América Latina es un solo continente lo tengo, pero desde la boca para afuera. Lo tengo mal asumido, estoy desinformado.
-¿En qué estás trabajando ahora?
-Empecé a hacer mis libros en televisión, con un formato muy sencillo y funcionó bien. Primero arranque en History Channel con la biografía de Pancho Villa, jefe de la revolución mexicana. Entonces me dije “voy a hacer televisión”. Y esta decisión tenía que ver con una autocrítica de los últimos años sobre cómo la arruinó mi generación al demonizar “la caja idiota”. Lo que logramos realmente fue marginarnos de un aparato que ya de por sí no nos dejaba entrar. Debimos haber intervenido para crear espacios. Ahora, estoy preparando una serie que se llama “Los nuestros”: son seis programas sobre personajes que marcaron una diferencia, como Rodolfo Walsh, Antonio Guiteras Holmes y John Reed.