Fue uno de los primeros estudiantes del Centro de Enseñanza de la Universidad de San Martín en la Unidad Penitenciaria Nº 48 de José L. Suárez. Ya en libertad, ostenta el mejor promedio de la carrera de Sociología, con 9,27.
“Todavía tengo discusiones académicas con los profesores porque yo les digo que las relaciones de poder se desvanecen, y ellos me dicen: “¿Cómo vas a decir eso? Estás en una cárcel. Las relaciones de poder no se desvanecen nunca.” Pero yo compartí muchas situaciones con el hombre uniformado que estaba al lado mío. Por ejemplo, cuando iba a la clase y me encontraba en el pasillo con un compañero guardia, no podía no saludarlo, a pesar de que estuvieran todos los presos mirando, preguntándome: “¿Vos sos chorro o sos botón?” Unos años más tarde me tocó estar como ayudante de cátedra y uno de los estudiantes era el guardia que tenía la llave de mi pabellón. Eso era increíble, no la entendía ni yo. Corregía el examen del guardiacárcel en mi celda. Nosotros estuvimos dispuestos desde el principio a romper con todo eso. Por eso, a la entrada del CUSAM hay un cartel que dice: “Sin berretín, amigo”.
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