CUSAM, home, Territorio Educativo

Estudiaron en la cárcel y hoy trabajan en los centros juveniles de San Martín: “Está bueno atajar a los jóvenes afuera para que no vengan acá adentro”

Son personas que tuvieron la posibilidad de hacer una carrera universitaria y aprender oficios gracias al CUSAM, la sede de la UNSAM en la Unidad Penitenciaria N.º 48 de José L. Suárez, y hoy buscan transmitir sus aprendizajes —académicos y de la vida— a adolescentes de barrios populares para contenerlos y prevenir actividades delictivas o adicciones. “Es fuerte porque hay mucha necesidad y mucha falta de amor. Yo lloro de felicidad por saber que estoy haciendo bien las cosas, pero quisiera hacer más”, cuenta Sabrina, una de las talleristas.

Por Nadia Luna

—La carrera a mí me desarmó.

Cuando Víctor empezó a estudiar Trabajo Social en el Centro Universitario que la UNSAM tiene en la Unidad Penal Nº 48 de San Martín (CUSAM), lo hizo más pensando en demostrarle al juez que estaba cambiando que por sí mismo. Recién cuando metió quince materias, sintió que empezó a hacerlo por él y a cuestionarse muchas cosas. “La carrera me desarmó de un personaje que había construido afuera, llamale chorro o no sé. Ese es un personaje que nosotros construimos en cuanto al querer ser, pertenecer. Y empecé a entender más cómo funciona la sociedad y las instituciones”, cuenta. “Yo digo que la carrera me fue desvistiendo: primero me sacó los cordones, me sacó los zapatos, me sacó el saco, me sacó la corbata del personaje que yo traía. Y hubo un momento en que me dejó desnudo. Entonces lo empezamos a construir con otro traje”.

Desde hace un año y tres meses, Víctor González Sosa trabaja en el Centro Juvenil Los Eucaliptos, situado en el barrio Lanzone del partido de General San Martín. Hace tareas de acompañamiento a jóvenes de entre 12 y 24 años que van al centro a realizar talleres. A la par, está escribiendo su tesis sobre la inserción laboral de lxs egresadxs del CUSAM. Y, a diferencia de otrxs compañerxs que trabajan en los centros juveniles del partido tras haber recuperado la libertad, él lo hace durante salidas transitorias mientras termina de cumplir su condena en la Unidad Penitenciaria N.°48.

La vinculación entre estudiantes y egresadxs del CUSAM con los centros juveniles de San Martín surgió a partir del Programa ABC (Alto Bondi Cultural), una iniciativa del CUSAM que busca acompañar a sus estudiantes intra y extra muros brindándoles la posibilidad de dar talleres artísticos y de oficios en espacios como centros juveniles, contextos privativos de libertad, clubes, bibliotecas y escuelas. Además, desde el CUSAM les dan un acompañamiento pedagógico para que ellxs puedan ir construyendo el oficio de ser talleristas y pensarse como educadores en el marco de una institución. Al mismo tiempo, el programa busca trabajar con adolescentes de barrios populares en dos líneas: formación y prevención del delito.

“El Programa ABC es parte de la misión estratégica del CUSAM: la Universidad garantizando el derecho a la educación, pero devenida también en un resorte complementario de acceso a otros derechos fundamentales y siempre poniendo la mirada en la formación para la transformación individual y colectiva, en permanente vínculo con el territorio y en la convicción de que nadie se salva solo”, afirma la directora del CUSAM, Gisela Bustos. “Quien hace parte del CUSAM se forja en el diálogo entre saberes diversos, rompe esquemas y establece puntos de fuga frente a un sistema cada vez más cosificante y mezquino”, añade.

El municipio de San Martín tiene diez centros juveniles a los que asisten cerca de dos mil adolescentes antes o después de su horario escolar. Algunos talleres que pueden cursar son radio, escritura y poesía, encuadernación y amigurumis (muñecos tejidos al crochet). El director de Política Juvenil Territorial y coordinador de los centros juveniles del municipio, Gabriel Rolón, señala: “Lo novedoso del caso de Víctor, a diferencia de otrxs compañerxs que venían tallereando, es que él sigue cumpliendo la condena. Esto es algo que no había ocurrido antes en el municipio y tampoco conozco otra institución del partido con un caso similar”.

Víctor González Sosa (buzo anaranjado) junto a trabajadorxs de centros juveniles

Para ello, se hizo la presentación de un proyecto laboral y el pedido de autorización al juez para pensar la vinculación de Víctor a través de salidas con fines laborales. Para Rolón, ver que esta experiencia está resultando muy positiva puede ayudar a otros posibles oferentes laborales a romper con algunos prejuicios que suele caer sobre personas que estuvieron detenidas a la hora de darles un empleo. “Además, no es que lo hacemos por beneficencia, se les hace entrevista como a todos para evaluar que tengan las aptitudes correspondientes y si continúan es porque están a la altura de las circunstancias”, afirma el funcionario.

Víctor va al centro juvenil cuatro veces por semana. Allí realiza un rol de acompañamiento a las diversas situaciones críticas que atraviesan lxs jóvenes, con abordajes individuales pero también con las familias y en diálogo con otras instituciones como  escuelas y centros de salud. De esa manera, va pudiendo construir en la práctica ese oficio que fue desarrollando de forma teórica en el CUSAM. Dice que se encuentra con múltiples realidades, aunque no llegan tantos casos de violencia y adicciones como podría pensarse. “Creo que hay que buscarlos más para adentro en el barrio, porque esos jóvenes muchas veces no llegan a los centros”, reflexiona.

Una ventaja que tienen lxs trabajadores y talleristas como Víctor en este tipo de lugares es que vienen de realidades similares a lxs jóvenes que asisten a los centros, por lo que la brecha entre docente y alumno se acorta y permite una identificación que hace que lxs adolescentes lxs escuchen de otra manera. “Ellos no saben que yo estoy detenido —quizás lo use como estrategia si hay algún caso de conflicto con la ley—, pero sí pasa que nos entendemos enseguida con los gestos, las miradas. Venimos de los barrios y eso es un plus que tenemos nosotros porque compartimos un lenguaje. A veces les digo ‘noo, eso no, no seas boludo’ y ellos ahí nomás ya se dan cuenta”, relata Víctor.
 

Talleres para sanar

—A mí el CUSAM me devolvió la vida.

Sabrina Piotti le sacó el jugo al CUSAM. Hizo todos los talleres que pudo: radio, poesía, escritura, informática, alfabetización, panadería, braille, comida saludable y la lista sigue. También estudió la carrera de Trabajo Social y la Diplomatura en Arte y Gestión Cultural. Luego de recuperar su libertad, siguió con sus estudios en el Campus Miguelete -(Licenciatura en Sociología) y comenzó a dar talleres de escritura y poesía en los centros juveniles de San Martín. Hoy enseña en cinco: 9 de Julio, Eucaliptos, Carcova, Billinghurst y Costa Esperanza. “El CUSAM transformó mi vida y logró darme las herramientas para que hoy yo pueda ser lo que soy, esta profe que lleva ilusiones, sueños, esperanza a la vida de muchas personas que están lastimadas y que no creen que pueda haber un cambio”, afirma.

La idea del taller es que ellos puedan expresarse y decir lo que les pasa en un contexto cuidado, donde pueden animarse a contar lo que en otros lados no pueden. “A lo que realmente quiero llegar es que ellos puedan sanar y curarse de esas heridas que a veces se naturalizan demasiado en el territorio, ya que abunda la droga, la violencia, la delincuencia y todo eso está naturalizado. Entonces esto es una forma también de decirles que se puede, que nada impide que seamos arquitectos de nuestro propio destino”, dice Sabrina.

Sabrina Piotti

Lxs jóvenes y adolescentes que asisten al taller de Sabrina saben que esas no son solo palabras vacías porque conocen su historia. “Muchos vienen desanimados porque piensan que nunca van a llegar a lograr nada. Ahí les digo ‘no, mirá mi historia. Fui abusada a los 14 y estuve presa mucho tiempo. Y ahora soy profe y tengo una carrera encima’. Y ellos son pibes que al principio están a la defensiva, porque vienen con casos de abuso y violencia, pero cuando se sienten contenidos se crea un vínculo re lindo. Hoy vengo contenta porque un pibe me dijo: ‘profe, te admiro. Sos una gran mujer, una guerrera, siempre traés alegría y nos alentás y eso nos da ganas de vivir’”, cuenta Sabrina y se le quiebra la voz. “Que te diga eso un pibe de 12 años es un montón porque ahí te das cuenta que lo estás haciendo bien”.

Daniela Borda también estudió Trabajo Social en el CUSAM, además de realizar diversos talleres. Hoy enseña a hacer amigurumis en seis centros de San Martín: 9 de Julio, Eucaliptos, Carcova, Casa de Elena, Juventudes y CEC Necochea, pero ya pasó por todos los que hay en el municipio. “El CUSAM me abrió las puertas para trabajar en los centros, me enseñó el trabajo en equipo y me dio muchas herramientas para poder sobrevivir después de tanto”, cuenta.

Al igual que Víctor y Sabrina, considera que su experiencia de vida le ha ayudado a generar más acercamiento con lxs jóvenes que asisten a los centros porque haber atravesado problemáticas similares le permite saber cómo llegarle a cada unx de la mejor manera posible. “No todos los jóvenes saben mi experiencia, pero los que saben me llenan de preguntas. Cuando surgen estas charlas con los jóvenes, se les cruzan mil cosas por la cabeza. Lo bueno es que ninguno tiene filtros y me dicen lo que piensan”, asegura Daniela.


 

Atajarlos antes de que caigan

Según Rolón, este tipo de intercambio entre estudiantes del CUSAM y adolescentes de los centros juveniles permite que los talleres tengan un fuerte enfoque preventivo. Se despliega una doble tarea educativa: el taller en sí mismo y también como un medio para poder aportar otros aprendizajes que son tan o más valiosos que el propio taller. “Hay una cosa como de llegar antes porque los profes los alientan hacia la educación a partir de sus propias experiencias. Entonces el taller termina siendo una estrategia de prevención frente a la violencia, frente a la relación con el delito y frente al mundo carcelario, modificando los discursos que permean en la cabeza de los chicos y las chicas”, explica.

Hasta el momento, la incorporación de talleristas provenientes del CUSAM no se enmarca en un convenio específico con la municipalidad de San Martín, sino que se han realizado de forma individual, haciendo las gestiones correspondientes a cada caso ante el Poder Judicial y el Servicio Penitenciario Bonaerense. Sin embargo, tanto Rolón como Bustos coinciden que les gustaría sistematizar la experiencia para seguir ampliándola. “La realidad muchas veces conquista reconocimientos institucionales a partir de avanzar primero en la experiencia práctica. Estamos en ese camino y esta tarea es parte de nuestros objetivos próximos con la idea de fortalecer lo que ya se está desarrollando y la potencia de su ejemplo”, asegura Bustos.

Daniela Borda

La experiencia para cada unx de lxs talleristas también resulta muy valiosa. Sabrina cuenta que la emociona ver cómo lxs pibxs, a pesar de que muchas veces su llegada a los centros está más relacionada con tener un plato de comida que con hacer un taller, demuestran “muchas ganas de vivir” y se sienten contenidos al ver que alguien lxs escucha y alienta. “Es fuerte porque hay mucha necesidad y mucha falta de amor. Yo lloro de felicidad por saber que estoy haciendo bien las cosas pero quisiera hacer más. Me gustaría poder brindarles más y esa es mi bronca, pero lo importante es que hay cosas que ya están recibiendo”, reflexiona.

Por su parte, Daniela hace hincapié en la ayuda que aportan los profesionales que trabajan en los centros para afrontar las situaciones con las que se van encontrando. “A veces, la vida de los adolescentes es más difícil de lo que imaginamos. Hay miles de realidades diferentes, pero cada centro tiene algo en particular y el equipo que acompaña es increíble. Eso hace que muchas veces sea más llevadero”, indica.

Víctor también remarca que agradece la oportunidad de tener un trabajo, algo que a muchas personas que recuperan su libertad les cuesta conseguir. “Los centros juveniles creo que son también una excusa para poder llegar a los jóvenes. Las escuelas también tienen que tener esto. Creo que está bueno atajar a los jóvenes afuera para que no vengan acá adentro. Usar todas las políticas que haya en cuanto a poder garantizar el derecho de los jóvenes a la educación, salud, arte, cultura y todo lo que aporte a abordar sus problemáticas”, apunta.

También remarca el trabajo que la universidad está haciendo en el territorio. “Primero con los pibes en cana, al garantizarnos el derecho a la educación universitaria y crear estas redes de articulación territorial. Y después todo el laburo que está haciendo aquí en el barrio. Ahora algunos actores se están involucrando un poquito más, como la municipalidad. Creo que ese entramado que está generando la UNSAM es fundamental para poder llegar a los pibes y también para que quienes pasamos por el CUSAM no vuelva a la cárcel. Porque está visto que el pibe que se forma en el CUSAM no vuelve de nuevo”, subraya.

Cuando recupere su libertad, le gustaría seguir trabajando con lxs jóvenes. “Queremos garantizar los derechos de los jóvenes y la formación nos da las herramientas para hacerlo. Queremos llegar al barrio y transformarlo”.

Nota actualizada el 3 de julio de 2025

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