LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas

Foucault y la filosofía como diagnóstico del presente

El doctor Luis Diego Fernández presenta la flamante traducción castellana de El discurso filosófico, texto inédito de Michel Foucault redactado en 1966. En el marco de la obra foucaultiana es posible situar este manuscrito como la bisagra teórica entre Las palabras y las cosas y La arqueología del saber. La edición del libro estuvo a cargo del investigador del LICH-EH Edgardo Castro, especialista reconocido internacionalmente por sus investigaciones en torno al filósofo francés.

Texto: Dr. Luis Diego Fernández / UBA-UTDT

La flamante traducción castellana de El discurso filosófico (Siglo XXI Editores), libro inédito de Michel Foucault redactado en 1966, al cuidado de Edgardo Castro, tiene el mérito de incorporar una división en tres partes tituladas que torna al texto más ordenado que el original en francés. En el marco de la obra foucaultiana es posible situar este manuscrito como la bisagra teórica entre Las palabras y las cosas y La arqueología del saber en la medida en que la interrogación que de algún modo lo vertebra será la siguiente: ¿qué significa filosofar luego de la muerte del hombre?

Frente a la pregunta tradicional “¿qué es la filosofía?” Foucault proporciona una respuesta original: es un discurso específico e históricamente determinado caracterizado por funciones particulares que el método de la arqueología se propone estudiar. En El discurso filosófico el autor subraya el rol que atribuye a la filosofía contemporánea según su modo de practicarla: un diagnóstico del presente. Apoyándose en Nietzsche y yendo más allá es que nuestro filósofo focalizará en la actualidad, en el “hoy” (aujourd’hui) que constituye la materia prima que la filosofía tiene que revelar mediante su discurso. De esta manera, el filósofo tiene que decir aquello que existe hoy a diferencia de las capas del pasado. El estatus de este “ahora” requiere encontrar y hacer visible la dimensión “extralingüística” de toda situación enunciativa, vale decir, la fijación del momento histórico (al interior de una episteme particular) desde el cual se produce este discurso.

Foucault sostendrá que la filosofía desde Descartes no es simplemente un discurso que responde a preguntas muy antiguas, por el contrario, el siglo XVII introduce una discontinuidad en el régimen general de los discursos y particularmente en el orden del discurso filosófico que consiste en que los objetos metafísicos tradicionales (Dios, el alma y el mundo) son dejados de lado y cooptados por la teología o las ciencias. Posteriormente, a fines del siglo XVIII, Kant, según Foucault, radicaliza el “fin de la metafísica” demarcando el carácter inaccesible en términos de conocimiento de estos objetos de reflexión clásicos.

Por consiguiente, de acuerdo a Foucault lo que se demanda al discurso filosófico contemporáneo, a partir del siglo XIX, será revelar el “acontecimiento” que nos determina y desde el cual hablamos. Esta mutación tendrá un nombre propio: Nietzsche. El discurso filosófico, luego de la irrupción nietzscheana, enuncia la diferencia que la actualidad, cual eterno retorno, no cesa de inaugurar y cuya singularidad es necesario iluminar. Los “actos filosóficos” que introduce el pensamiento de Nietzsche se apoyan, según la perspectiva foucaultiana, en un trabajo de diagnóstico: ¿quién somos hoy? ¿Qué es este hoy en el cual vivimos?

Filosofar luego de Nietzsche, consistirá, según la aproximación de Foucault, no en intentar un retorno al “momento cartesiano”, tal como hará la fenomenología, algo que es percibido por el pensador francés como una reactivación ingenua de una supuesta vocación filosófica originaria, sino, por el contrario, asumir la discontinuidad histórica evidenciada por la forma de diagnóstico nietzscheana. Lejos de procurar fijar vanamente los límites entre el discurso de la filosofía y los discursos “no filosóficos”, el discurso filosófico contemporáneo necesita salir de sí mismo, de su interioridad, hacia el afuera, hacia lo otro, precisamente para poder diagnosticar la singularidad del presente del cual proviene.

Al colocarse en la tradición post-nietzscheana, Foucault presenta la filosofía como una forma de “medicina de la cultura” en tanto tiene por función diagnosticar a partir de síntomas del presente un acontecimiento que nos permite diferenciar el hoy del pasado y dejar en evidencia la relación de fuerzas que hacen posible este movimiento. Sin embargo, el filósofo no es un médico que “cura”, sino alguien que nomina la sintomatología y la eventual enfermedad sin prescribir medicación alguna. El discurso filosófico contemporáneo, luego del “efecto Nietzsche”, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, consistirá según Foucault en una “historia del presente”. Una filosofía del acontecimiento que, al mostrar la ilusión de la inmovilidad y la universalidad, de igual modo que la transformación de los valores y los dispositivos, abre la posibilidad de pensar desde perspectivas nuevas que modifican los modos de vida.

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Nota actualizada el 21 de mayo de 2025

Un comentario

  1. Laura Raffaini dice:

    Realicé un curso sobre Foucault con el Dr Luis Diego Fernández que fue excelente por su manejo de la obra de Foucault. Qué bueno que sea él quien haya participado de la traducción al castellano de esta obra.

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