Escuela de Humanidades, LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas

Antonella Romano : “La historia global tiene un problema en términos de quiénes son los que producen la reflexión sobre lo global”

La historiadora de la Ciencia y los Saberes Antonella Romano visitó la UNSAM para brindar un seminario de doctorado. Profesora de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, de la que fue vicepresidenta, Romano presentó el libro Penser global?, una compilación que dirigió junto a Jacques Revel. En su paso por el campus Miguetele se refirió a la historia global, la circulación de bienes y seres humanos, la definición de agendas de investigación, las nuevas geografías políticas y epistemológicas y las asimetrías en la producción de conocimiento en un mundo global.

Texto: Verónica Engler

Las migraciones masivas, la financiarización de la economía, las redes sociales y las plataformas de contenidos signan un escenario en el que las fronteras de antaño parecen tener un rol menos protagónico a la hora de pensar los fenómenos sociales de ayer y de hoy. En este sentido, desde hace por lo menos medio siglo, las Humanidades han realizado un movimiento en diferentes sentidos con el objetivo de indagar el mundo más allá de sus bordes nacionales e incluso regionales. Para reflexionar sobre estas cuestiones la historiadora francesa Antonella Romano visitó recientemente la UNSAM. Dedicada a la Historia de la Ciencia y los Saberes, Romano es conocida internacionalmente por sus investigaciones sobre la ciencia y la Iglesia católica, y en particular sobre el trabajo científico y matemático de los jesuitas en el Renacimiento. Actualmente es profesora en el Centro Alexandre Koyré de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, de la que fue vicepresidenta. Llegó a la Argentina para brindar un seminario de doctorado, “Otra historia de los saberes europeos sobre/en el mundo del siglo XVI”, organizado por la Maestría en Historia y el Doctorado en Historia de la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (EIDAES), el Doctorado en Ciencias Humanas de la Escuela de Humanidades (EH) y el Centro Franco Argentino de la UNSAM. En ocasión de su visita, aprovechó para brindar la charla “Pensar lo global: escalas y conceptos” en el campus Miguelete junto a las historiadoras Silvia Sebastiani (EHESS) y Carolina Martínez (LICH-EH/CONICET) y presentó el libro Penser global? dix variations sur un thème, una compilación que dirigió junto al historiador francés Jacques Revel. En esta entrevista reflexiona sobre la historia global, las fronteras, la circulación de bienes y seres humanos, la definición de agendas de investigación, las nuevas geografías políticas y epistemológicas y las asimetrías en la producción de conocimiento en un mundo global.

-¿Cuál es la propuesta de la historia global? ¿De qué manera puede estar o no emparentada con otros conceptos como historia transnacional o posnacional, por ejemplo?

En el libro que vinimos a presentar, Penser global?, la cuestión está planteada como una pregunta. También debo decir que en Francia hubo algo como unas precauciones en relación a la historia global, y esto estaba relacionado con el hecho de que una de las tradiciones historiográficas francesas vinculadas con la Escuela de Los Annales, el comparatismo, se desarrolló de manera fundamental como herramienta para poder tomar una distancia crítica con el nacionalismo de las historias nacionales. Eso es un elemento importante, y por otro lado me parece también que la idea del comparatismo fue siempre más criticada en términos de límites de lo que implica algo comparativo. Una de las críticas más recientes fue un acercamiento a los problemas históricos en espacios que no eran nacionales, y lo que tengo obviamente en la cabeza es (Fernand) Braudel y el trabajo sobre el Mediterráneo, que no encaja bien dentro de una perspectiva comparativa, lo cual problematiza cuestiones de escalas y de definición.

-Lo que plantea también tiene que ver con la demarcación del territorio, ¿no? Porque las fronteras cambiaron.

-Exactamente, porque no se puede encajar dentro de fronteras políticas predefinidas. No, por lo menos como él [Braudel] lo hace, es algo que nos interesa particularmente y constituye como un laboratorio para poder, por un lado dejar el comparatismo, y por otro lado armar nuevas preguntas. De ahí surgen en un cierto momento lo que está muy presente en la École de Hautes Études en Sciences Sociales, historias conectadas, cruzadas, fue una propuesta muy difícil en términos de sus regencias, pero también muy elaborada teóricamente. El tema de la circulación estaba tomando un papel más importante cuando se estaba fortaleciendo una perspectiva europea, política, donde la circulación de bienes, de seres humanos y de productos era también vinculada con procesos de globalización.

-En relación a las migraciones de personas a escala global Gayatri Spivak proponía la idea de “colectividades paraestatales”. ¿De qué manera estas masas de personas que migran, y otras que no, plantean nuevas conversaciones en relación a lo global y lo local?

-La pregunta no es fácil de contestar. Aunque el mundo académico se globaliza, al mismo tiempo es verdadero que cada país sigue con sus tradiciones intelectuales e institucionales, las cuales son muy distintas. La historia global nace adentro del mundo de los historiadores, y ese mundo tiene una capacidad de diálogo con otras disciplinas. Pero los mundos académicos de los historiadores tienen sus estructuras muy fuertes nacionales e internacionales desde hace mucho tiempo y el desarrollo de unas historias globales en ciertas partes del mundo se hizo en relación, también en diálogo, entre las varias partes de estos países. Por eso pensar con historia global es pensar con lo que es el mundo en el cual se desarrolla ésta. Y las migraciones humanas son seguramente uno de los elementos fundamentales en los cuales tenemos que inscribir esta reflexión. No hay ninguna duda sobre esto.

-El desarrollo, por ejemplo, de una literatura mundial en propuestas ha sido bastante discutido desde los estudios latinoamericanos porque plantean la inquietud acerca de quién termina definiendo las agendas investigación. ¿Este es un problema para usted también?

-Sí, claro. Voy a reflexionar sobre este punto pero volviendo a la Historia otra vez. Claro que las propuestas de historia global tienen un problema en términos de quiénes son los que la producen, desde dónde, con cuáles lenguas, con cuáles herramientas y qué produce en términos de limitación de la reflexión sobre lo global. Y en este sentido es importante el trabajo hecho por nuestros colegas sociólogos sobre las lógicas de las tradiciones mundiales. Pienso, por ejemplo, en el último libro de nuestra colega Gisèle Sapiro [Qu’est-ce qu’un auteur mondial?], sobre qué es un autor mundial, nos muestra lo que se sabía, que hay unas estructuras de poder académico que permiten unas cosas y otras que no. Y las editoriales estadounidenses hasta enero, y vamos a ver lo que va a pasar en los próximos meses, tenían una capacidad de producción a nivel mundial apoyada sobre el poder de los Estados Unidos por un lado, y sobre la importancia de la lengua inglesa por otro, lo cual ha hecho que la producción en historia global ha sido más que todo una producción en inglés con traducciones. Y los procesos de traducción implican problemas en términos de dónde se traduce. Acá (en Argentina) tienen una enorme tradición de traducción muy rápida. No es el caso en Francia, por ejemplo. La lengua española se está imponiendo como una lengua concurrencial con la inglesa. Lo que está produciendo esto son unas geopolíticas de los polos de producción y de pensamiento que están cambiando. Eso es muy interesante de observar en relación a dónde se hace historia global porque eso suscita enormes problemas y asimetrías. Y ahí nos enfrentamos con la cuestión de qué es historial global, cómo se hace, con cuáles fuentes, y quizás volvemos más a las escalas y a las reflexiones de Spivak, por ejemplo. Qué significa hacer una historia global en términos de herramientas lingüísticas, qué puedo hacer yo con mis límites lingüísticos. En primer lugar estas cuestiones podrían permitir agregar a mis lecturas, a mi historiografía, unas historiografías que no forman parte de este mundo ya construido; en segundo lugar, fuentes que sean distintas de las fuentes que yo conozco, o sea, de las fuentes producidas en otros idiomas, pero también en la materialidad escritural distinta de las que yo practico. Y ahí empezamos a reflexionar sobre las dificultades de unas propuestas de historia global con las cuales a veces se produce algo como un proceso de empobrecimiento de la comprensión de una complejidad.

-Usted señalaba en de Penser global? que el giro global que se experimentó en el último medio siglo supone una voluntad de renovación de las Humanidades. ¿Qué cambios observó y de qué manera le parece que repercute en el trabajo de investigación?

-Para mí, y quizás no va a ser una respuesta consensual, en la relación con lo que son mis temas de trabajo, el giro global nos obligó a pensar Europa como un pedazo del mundo, y no como el centro del mundo. Para mí hay algo que tiene un interés con unas propuestas globales muy criticables, o con ideologías muy poderosas. Hay unas maneras de escribir historias globales para fortalecer los nacionalismos, o sea, la historia global de tal país, en general son otras maneras de volver a formas de nacionalismo. Pero si yo quiero ser coherente, ¿cuál es el espacio con el cual me pongo a trabajar sino un espacio de interrelaciones, de intercambios?, lo cual no encaja en ninguna frontera preestablecida. Si el punto es esto, yo en cuanto europea tengo que pensar Europa como uno de los pedazos, pero sin provincializar a Europa, sino pensarla adentro de unas geografías políticas y epistemológicas.

-¿En esto que usted plantea siguen vigentes categorías como las de centro y periferia?

-Se rechazan definitivamente. O sea, en el sentido que la historia se pensó muchísimo a través de estos procesos en los que hay centros que producen y periferias que incorporan. Es la historia de los imperios, y para eso no necesitamos el giro global. Pero hay una historia de los imperios inteligente, la cual nos permite ya discutir una construcción de imperios como centros y periferias que absorben. Hay policentrismo de los espacios y negociación de relaciones de poderes entre varios tipos de lugares, los cuales nos invitan a reflexionar sobre cómo, por qué sería limitado imaginar algo como una periferia versus algo que sea un centro. Hay unas interacciones constantes que permiten que tú estés en un momento en una posición de negociar una producción de saberes o de poderes, y que yo esté adentro sin que esto sea una perspectiva de periferia.

-¿Y cómo se pueden analizar las jerarquías y las desigualdades?

-Se pueden analizar y necesitamos analizarlas adentro de algo que es procesual, es una negociación constante, y eso no significa que no hay lugares más poderosos que otros, pero el poder de los lugares poderosos tiene que ver con lo que las periferias dan. O sea que arman, que permiten fortalecer algo. Así que no es tanto la pareja centro-periferia lo que es interesante, me parece que es este fenómeno de constante renegociación que pasa a través de migraciones de gentes, de flujos materiales, económicos y de saberes. No estoy negando que hay lugares o centros de poderes, pero no son centros desde el principio hasta el final de la historia del mundo, y son centros por su capacidad de integrar unas fuerzas contrastantes, las cuales se encuentran en varios lugares periféricos.

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Nota actualizada el 5 de mayo de 2025

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