“Como Francisco de Asís amó y respetó la naturaleza. Advirtió a la humanidad sobre la casa común, nuestro planeta. No fue naif, sin embargo, su palabra: la avidez del capital no puede ni debe priorizarse sobre la humanidad misma”. Conmovido por la muerte de Jorge Bergoglio, Enrique Corti, doctor en Filosofía y profesor de la Escuela de Humanidades escribe un texto para despedir al Papa.
Por Enrique Corti
21 de abril del año 753 A.C., fundación de Roma.
21 de abril del año 1109, muerte de San Anselmo en Canterbury.
21 de abril del año 2025, muerte del papa Francisco en Roma.
“Avance mediante el retorno a las fuentes” es la expresión que Jorge Bergoglio acuñó en ocasión del traspaso de la Universidad del Salvador, en Buenos Aires, a una comunidad de laicos. Este fue un gesto memorable en orden a comprender un giro que la Compañía de Jesús daba, en la persona de Bergoglio, en favor de laicos, al confiarles la custodia de su universidad y legarles las fuentes donde él abrevaba. Cincuenta años antes de ahora ya se diseñaba un proyecto histórico y político de la Compañía en Argentina.
La segunda mitad de la década de los ‘70, en América Latina y especialmente en Sudamérica, aconteció bajo el signo de la violencia política. Jorge Bergoglio era entonces Superior jesuita en Argentina y condujo la comunidad que le fuera confiada, suaviter in modo, firmiter in re. Delicado en el modo, firme en valores y convicciones. En tiempos violentos y deshumanizados, propuso palabras y gestos respetuosos y pacificantes, pero siempre firmes en lo humano, conceptual y axiológicamente pensado y vivido.
El 21 de febrero de 2001, el papa Juan Pablo II ordenó cardenal a Jorge Bergoglio. Hacia fin del mismo año, Argentina vivió una crisis política muy profunda, una crisis de representación donde también le cupo un rol esencial. Después de unos pocos días que vieron pasar cinco presidentes, el justicialismo, en la persona de Eduardo Duhalde, asumió la conducción política e institucional de Argentina. El cardenal Bergoglio asumió, desde el rol primado de su cátedra, palabras de guía y consejo para la patria.
En 2013 los argentinos fuimos conmovidos e interpelados al ser electo el papa Francisco. En sus propias palabras, el papa del fin del mundo. ¿Qué voz llegaba a Roma desde tan remotas tierras?
Lo primero fue el nombre que eligió para sí: Francisco. Como el de Asís, hizo de la simpleza y la humildad sus hábitos en alma y cuerpo. Vistió como vivía y vivía sin estridencia. Mudó su aposento a Santa Marta y utilizó un auto sencillo. Su sonrisa lo precedía y la agudeza de sus palabras lo reafirmaban: suaviter in modo, firmiter in re. Delicado en el modo, firme en valores y convicciones.
Como Francisco de Asís amó y respetó la naturaleza. Advirtió a la humanidad sobre la casa común, nuestro planeta, y el imprescindible cuidado del ambiente. No fue naif, sin embargo, su palabra: la avidez del capital no puede ni debe priorizarse sobre la humanidad misma. Y no se trata aquí de algo abstracto, se trata de cada ser humano, del prójimo. Una ética del cuidado universal es una práctica de amor a la vida, a toda la vida. Finalmente, la paz justa. Solo la justicia, el equilibrado reparto de cargas y beneficios, de obligaciones y derechos, pacifica el corazón.
Recurro ahora a palabras de Anselmo de Canterbury, que el hagiógrafo recuerda el 21 de abril, como aquel del año 1109 en que murió. En sus propias palabras, que caracterizan lo más íntimo y a la vez manifiesto de los seres humanos: cor rationale. Un corazón racional. Palabras que describen al papa Francisco con suavidad y firmeza.
Presenciar su exequias trae al corazón, es decir, recuerda las palabras con las que Leopoldo Marechal inicia Adán Buenosayres: (…) “un ataúd de modesta factura (cuatro tablitas frágiles) cuya levedad era tanta, que nos parecía llevar en su interior, no la vencida carne de un hombre muerto, sino la materia sutil de un poema concluido”.
Muchas gracias Enrique.
Muy buena síntesis histórica y caracterización del ser y mensaje del papa Francisco.
Las palabras de Marechal en Adán Buenosayres…parecen haber sido escritas para estas exequias… Me atrevo a decir, sin embargo, que el poema, tal vez y si aprovechamos el legado, no esté concluído.