Escuela de Humanidades, LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas, Notas de tapa

Josefina Giglio: “La memoria no debe ser solo de las víctimas. Todas las vidas son memorables y merecen ser contadas”

En el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, la periodista, escritora y docente del seminario Comunicación y Derechos Humanos: Narrativas de las Memorias de la UNSAM cuenta cuál es su propuesta de formación con perspectiva de memoria y comparte fragmentos de algunos trabajos finales de sus estudiantes. “Lo que más los/as convoca es la indagación sobre la propia historia, que les permite vislumbrar en qué genealogía se inscriben”.

Por Josefina Giglio, autora de Yo la quise (2019). Foto: Leandro Martínez

La memoria no es un artefacto clausurado. Es una construcción diaria, constante, infinita, en relación a la cual (nos) vamos construyendo y reconstruyendo identidades, sentires, nociones de pertenencia y, por qué no, nuevas memorias. Nuevas formas de hacer memoria. Todos los años, desde la Escuela de Humanidades (EH) de la UNSAM brindamos el seminario Comunicación y Derechos Humanos: Narrativas de las Memorias. Es una materia obligatoria para quienes cursan la Licenciatura en Estudios de la Comunicación y optativa para otras carreras.

En la Argentina hablar de memoria es hablar del pasado reciente, de las huellas que dejó la última dictadura cívico-militar (1976-1983), de las mujeres, los hombres y las/os niñas/os que fueron víctimas, de las voces y las filiaciones que desaparecieron, que fueron acalladas, negadas, expulsadas. Es hablar de las y los 30.000 desaparecidos, de las nietas y los nietos que todavía no fueron encontrados, del reclamo que no cesa por Memoria, Verdad y Justicia.

Cuando el Estado toma como propia la tarea de la Memoria, cuando se convierte en una política pública, se asume como una tarea de todos y todas. Ya no es una tarea exclusiva de las víctimas, ni queda depositada en manos de sus familiares: el tema está en los programas educativos y en las fechas del calendario escolar. Como contrapartida, debemos advertir que todo aquello que se institucionaliza se ve cristalizado, homogeneizado, estandarizado, sin muescas ni particularidades, sin rebeliones ni enojos, sin matices ni emociones.

Desde el seminario queremos desarrollar una perspectiva de hacer memoria como acción política, como un músculo que se ejercita para iluminar nuevas zonas hasta ahora invisibilizadas. Queremos rescatar nuevas voces que se sumen al relato coral y para eso abordamos diferentes estrategias narrativas que dan cuenta de diversas experiencias: desde Primo Levi a Raquel Robles, desde Pilar Calveiro hasta Manuel Reyes Mate, buscamos aprender cómo contar(nos) mejor.

Creemos que cada vez es más necesaria la promoción de las memorias y las narrativas de los que quedaron afuera del registro oficial. ¿Qué les pasó a las y los vecinos, qué les pasó a quienes realmente no sabían, a los que protagonizaron diversos gradientes entre el consenso y la resistencia a la dictadura? ¿Qué les pasó, ahora que pudieron juntarse y decirlo públicamente, a las hijas e hijos de los represores, los perpetradores del horror? Estas historias desobedientes habilitan múltiples miradas y revelan una parte de la trama, del sentido, que no había sido develada.

La memoria no es un trabajo individual; siempre resulta de un trabajo colectivo, de un hacer con otros en un entramado en el que cada voz cuenta, vale, porque marca un derrotero particular. En estos años como docente aprendí que lo que más convoca a los y las estudiantes es la indagación sobre la propia historia, que nos permite vislumbrar en qué genealogía nos inscribimos, cómo nos nombramos, quiénes somos a partir de saber quiénes fueron nuestros predecesores, cómo se compone esta trama en la que estamos inmersos y de qué manera recordamos, buscamos nuevas estrategias para tender el puente entre aquellos años y los actuales. Todas las vidas son memorables y merecen ser contadas, en todas hay mojones, inscripciones, significados, en todas podemos vernos reflejados. Todas las cartas son documentos, todas las fotografías son enlaces con el pasado que a su vez tejen con el presente y hacen posible el futuro.

Esa perspectiva debe ser ejercida: es necesario bucear en los archivos familiares y oficiales, enlazar relatos, buscar genealogías y contextos; se debe accionar políticamente, provocar y provocarse memoria. Buscar los parecidos y las diferencias, establecer el patrón o la disociación. Vale la pena contar otros cuentos, cantar las viejas canciones infantiles, vale la pena recordar las recetas de la abuela porque eso nos conecta con las comidas, las infancias, las historias, las canciones de otras y de otros.

La memoria no debe ser solo de las víctimas, porque así se reduce, se limita, se atomiza, se diluye; es algo que le pasó a otros, no construye trama ni repone el sentido de lo sucedido.

Se puede trabajar con perspectiva de memoria en las aulas, en los dispositivos de extensión, o en espacios y formas alternativos de formación para que las y los estudiantes tengan las herramientas para hacer su propia arqueología, y cuenten con los abordajes o marcos teóricos que brindan las distintas disciplinas para construir un andamiaje poderoso que trascienda el agobio de la individualidad. Que las y los estudiantes desarrollen una perspectiva de memoria que los incluya, que dé cuenta de quiénes son hoy, ahora, en esta clase.

Comparto algo de los trabajos finales que hicieron las y los estudiantes:

Agustina R., estudiante de la Licenciatura en Historia (EH), primera generación de universitarios en su familia. Reconstruyó la historia de un primo de su padre, combatiente que murió en Malvinas, de quien nadie en la familia había vuelto a hablar. “Logró hacer interiorizarme un poquito más en mi historia, en mis huellas del pasado y aunque tal vez nunca se me cruzó por la cabeza buscar registros de ello y nunca me sentí identificada, hoy puedo decir que tengo una gran conexión y que tengo una huella de por vida”.

Nils W., estudiante alemán de la Maestría Estudios Latinoamericanos (EH), de intercambio en la UNSAM. Entrevistó a sus abuelos sobre cómo fue ser adolescente durante la Segunda Guerra Mundial. La abuela le contó una historia que nunca había contado a nadie: ella, sus hermanos y su mamá pasaron días escondidos en un sótano esperando a que llegaran los Aliados a liberarlos. El abuelo ingresó a finales de la guerra al Ejército alemán y nunca había contado nada de ese período. “Mi familia está muy entusiasmada con la reconstrucción que estoy llevando adelante. Es impresionante lo que ha causado este trabajo y lo que ha causado el seminario. ¡Muchas gracias!”, escribió Nils en su correo de despedida.

Julieta C., estudiante del Profesorado en Ciencias de la Educación (EH). Reconstruyó la historia de sus abuelos y narró las situaciones de violencia de género que vivía su abuela Beatriz. “En los tiempos de ahora, en donde el feminismo entró en la vida de muchas mujeres, en este tiempo puedo comprender un poco más la vida de mi abuela”.

Diego T., estudiante de la Licenciatura en Comunicación Audiovisual (EH) nacido en México. Produjo un podcast en el que dialoga con su padre –él en Buenos Aires, el padre en México– sobre la masacre de Tlatelolco en 1968. En ese momento su padre era un joven profesor de historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y nunca habían conversado sobre el tema. “Tuve que venir tan lejos para que me contara esa historia, su historia”, dice Diego.

Julieta E., estudiante de la Licenciatura en Estudios de la Comunicación (EH), reconstruyó la historia familiar desde el bisabuelo Jorge Konkoly que nació en Hungría y llegó a la Argentina en 1940. Matricero de profesión, logró con mucho trabajo y esfuerzo montar la fábrica de juguetes Halcón. Para celebrar el excelente trabajo de reconstrucción histórica, con el que obtuvo un 10 en el examen final, Julieta nos regaló la receta familiar del goulash como agradecimiento.

Camila A, estudiante de la Licenciatura en Comunicación Audiovisual (EH), recuperó la historia de su abuela Orfilia, profesora de Literatura en un colegio católico en Villa Devoto durante los años 70 y 80, que contó las estrategias que llevaban adelante para que las estudiantes pudieran conocer películas y libros prohibidos por la dictadura, lo que finalmente la obligó a renunciar a la institución. Los libros como fuente de alegría, el video que hizo Camila, establece la particular relación de esa profesora con la literatura como factor emancipador. Luego de sufrir denuncias y un allanamiento, Orfilia decidió embalar sus libros en un depósito para evitar la represión.

Mariel F., estudiante de la Licenciatura en Estudios de la Comunicación (EH), reconstruyó la historia de su familia, que emigró a la Argentina luego de la guerra del Paraguay, país del que son oriundos. Escribió un perfil de su madre, que trabajaba como empleada de limpieza en un albergue transitorio (hoteles por horas). “Sara trabajó en un albergue transitorio por más de treinta años. Durante ese período, ella fue invisible para lxs clientxs. Nadie se fijaba en ella, pero ella percibía cada detalle. Observaba a hombres infieles ingresar constantemente. Escuchaba gritos de placer sobreactuados. Reconocía a lxs trabajadorxs sexuales que frecuentaban el hotel. Ella percibía todo…”, comienza el relato.

Victoria R., del CCC Licenciatura en Comunicación Audiovisual, realizó una investigación que enlazaba la muerte de la mejor amiga de su abuela, quien falleció por un aborto mal hecho, con la reciente aprobación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. La nota salió a página doble, con gran despliegue, en Página 12, titulada “Por qué hay que legalizar la IVE”, y cuenta dos historias, separadas por 46 años, de mujeres que pasaron por abortos muy difíciles.

Hay más historias, muchas más, esperando ser contadas. Hay muchas memorias esperando ser habitadas. Entendemos entonces la acción política de hacer memoria como una perspectiva transversal, que toca a todas las disciplinas, que permite ampliar el foco, mirar otras tensiones y hacernos preguntas cada vez más complejas que iluminan zonas desconocidas del pasado reciente, para poder así promover y dar cuenta de nuevas narrativas de las memorias. Parafraseando al filósofo español Manuel Reyes Mate, podemos decir que hacemos memoria para reparar lo irreparable. “Justicia significa reparar lo reparable y hacer memoria de lo irreparable. Pero no olvido, nunca olvido”.

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Nota actualizada el 23 de marzo de 2023

2 comentarios

  1. Graciela dice:

    Una mirada distinta . Una mirada de construcción y reconocimiento. Una mirada que lleva a la reflexión y al entendimiento. Llevar a cabo estas memorias en nuestros propios lugares es una tarea fácil y seguramente con grandes satisfacciónes. Gracias.

  2. Elida Hermida dice:

    Hermosa nota y fascinante la experiencia en el aula con les estudiantes de Comunicación. ¡Felicitaciones Jose, para vos y les estudiantes!

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