CUSAM

The first time I visited CUSAM

Noa Street Sachs es graduada en ciencias sociales y trabaja en el programa de educación en cárceles de la University of Connecticut, Estados Unidos. Durante el primer cuatrimestre, se incorporó al equipo del CUSAM como voluntaria. En esta nota compartimos su experiencia en la primera visita al CUSAM.

El aula del Centro de estudiantes del CUSAM está estallada. Hay estudiantes de Sociología que cursan en el campus, estudiantes del CUSAM hombres y mujeres privadxs de su libertad, una trabajadora del servicio penitenciario que se incorporó este año a la carrera, una estudiante que está con domiciliaria y viene a cursar al CUSAM, una referente de una organización social invitada, y quienes están coordinando la clase son los docentes del EIDAES Alexandre Roig -actual presidente del INAES- y Diego Tejerina -graduado del CUSAM-. En uno de los bancos, está sentada Noa, tomando apuntes.

Por la tarde, la joven investigadora norteamericana va a presentar ante estudiantes del CUSAM cómo funciona el sistema penitenciario en Estados Unidos, cuya población privada de libertad supera los 2 millones de personas. Si este conversatorio tuviera lugar en el programa de educación en cárceles de la University of Connecticut, señala Noa, lxs estudiantes privadxs de libertad llevarían puesto un uniforme, en la puerta del aula habría un agente del servicio penitenciario de custodia, entre otras diferencias.

A los días de regresar a su país, Noa nos envía una crónica de su visita al CUSAM, que compartimos con ustedes.

 

La primera vez que visité CUSAM dentro de la Unidad Penal N.°48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), tuve la suerte de asistir a un seminario de sociología. El profesor era una de esas personas que hablan sin esfuerzo en párrafos bien formados y organizados, destilaba conceptos con matices y gracia. Mantuvo la atención del aula todo el tiempo. Fue capaz de capturar la complejidad de un fenómeno social, sus pliegues, al mismo tiempo que dejaba que la idea se desarrollara en una narrativa. Así transitamos una discusión sobre violencia económica, política o simbólica; la forma en que el capitalismo genera su propia lógica y los procesos sociales que deciden cuánto valen las cosas.

Sentada en el aula, me resultaba difícil distinguir quién era quién. Parte de lo que hace que CUSAM sea único es que un aula puede incluir una combinación de estudiantes actualmente detenidxs, estudiantes ya en libertad, trabajadores penitenciarios, estudiantes del barrio vecino a la cárcel y estudiantes que cursan en el campus de la universidad. Había una belleza en esta ambigüedad. No hay uniformes en el centro universitario. Esto crea un entorno en el que el diálogo entre los estudiantes y el profesor es capaz de eliminar algunas de las barreras y categorizaciones que a menudo persisten en los espacios educativos dentro de contextos carcelarios. Murales pintados en las paredes, incluido el del pañuelo blanco que representa a las madres de los desaparecidos. Sentados debajo de esta obra de arte, los estudiantes participaban en la discusión y nuevamente quedaba impresionada por sus comentarios,  que al mismo tiempo complicaban y aclaraban la reflexión, que profundizaban en un concepto pero también lo ampliaban, problematizándolo. Desde la biblioteca hasta la estación de radio y el aula, tuve el honor de visitar CUSAM y tener una pequeña ventana al espacio que cultiva.

Ver texto en idioma original

 

A partir de esta experiencia enriquecedora, autoridades del CUSAM se reunieron con Pamela Wasinger, directora de Bienestar y Extensión de la Secretaría de Extensión de la UNSAM, para lanzar el año próximo un programa de voluntariado con postulaciones nacionales e internacionales.

Nota actualizada el 29 de noviembre de 2022

No están permitidos los comentarios.