Escuela IDAES

José Nun y la democracia: Palabras de Gerardo Aboy Carlés

Un homenaje al fundador de IDAES. Escribe Gerardo Aboy Carlés, director de la Maestría en Ciencia Política de la Escuela IDAES.

Con Pepe Nun se nos ha ido un gran maestro y un amigo. El vacío de su partida tiene como contracara, sin embargo, un legado singular que nos colma de orgullo y de responsabilidades. Hay una obra excepcional que trasciende su partida: aquella que de la teoría de la masa marginal a sus estudios sobre la democracia lo convirtieron en el sociólogo argentino más citado durante décadas a nivel internacional. Hay también un legado institucional del cual la pujante Escuela IDAES es su encarnación más palmaria. Hay finalmente un ejemplo del compromiso público de un intelectual con la construcción de una sociedad más justa e igualitaria que asumió hasta su último día.

Para mi generación, que conoció a Pepe a mediados de los años 80 en la Carrera de Sociología de la UBA, ese impacto fue perdurable. Creo que lo que más nos atrapó de la palabra grave y cristalina de ese profesor que retornaba de dos décadas de trabajo en Toronto y Ciudad de México fue la infrecuente combinación de un descarnado realismo político y la ambición de su proyecto democrático. A ello contribuía sin duda el que Nun no fuera solo el autor de una prosa meridianamente clara sino un expositor de excepcional elegancia y receptividad en sus clases. Pepe abolía allí la secuencia diacrónica de los paradigmas de la sociología que van de la modernización a la dependencia, de ésta al autoritarismo y finalmente al énfasis en la transición democrática para concebir a la democracia como el desafío a un entramado sincrónico presente de tradicionalismo, dependencia y autoritarismo.

En los años 80, Pepe fue una voz discordante respecto de las principales corrientes de la transitología. La democracia era para él un horizonte inalcanzable pero hacia el cual siempre debemos dirigir nuestros pasos. Desconfiaba profundamente de concebir a la construcción democrática como la forja de un acuerdo sobre un sistema de reglas porque para él ninguna regla sin interpretación o contexto podía dar forma a un tipo de sociedad. Antes que en un consenso general, Nun veía ese camino a la democracia en el entramado conflictivo de actores de carne y hueso en el que se articulaban prácticas y aspiraciones de grupos muy diferentes. Pepe atribuía las causas de la estabilidad de las democracias del Norte más a la fragmentación y a la diversidad que a la homogeneización y a la unificación. El Norte no constituía para él un ejemplo deseable a seguir en América Latina, donde la desigualdad, el tradicionalismo y el autoritarismo requerían a su juicio de la compleja articulación de una unidad democrática capaz de llevar adelante un proceso que permitiera enfrentar a esos obstáculos en el camino hacia una utopía republicana caracterizada por la libertad de los iguales.

En los últimos años, como intelectual público, Pepe volvió una y otra vez sobre el papel fundamental que tiene una política impositiva en sentar las bases para el desarrollo de una sociedad y la urgente necesidad de reformar profundamente nuestro regresivo sistema tributario.

Se ha ido un gran maestro. Estemos a la altura de su legado.

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Nota actualizada el 1 de marzo de 2021

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