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Coronavirus: Las lecciones del primer país que enfrentó los brotes

Ana Romo es bioquímica y desde hace dos años experimenta en los laboratorios de la Universidad de Shangai Jiao Tong, en China, para su tesis doctoral, que dirige nuestro investigador del INTECH, Ricardo Dewey. En esta nota cuenta cómo se viven las medidas implementadas por el gobierno chino y da recomendaciones para la población en otros países.

Por Alejandro Zamponi. Ilustración: Sebastián Angresano

“Parece un capítulo de Black Mirror”, dice la bioquímica argentina Ana Romo, sobre sus recientes 20 días en Shangai. En línea con el futuro sombrío que proponen los capítulos de la serie de televisión, el presente de Ana está marcado por los brotes de coronavirus que trastocaron la vida cotidiana de las mil millones de personas que viven en el país asiático. 

Al 26 de febrero habían 336 infectados y 3 muertos por coronavirus en Shangai, la ciudad más cosmopolita de China. La cantidad representa menos del 0,5% de los casos globles, gracias a los controles implementados por el Gobierno chino, que actualmente enfrenta más del 96% de los casos, centrados principalmente en la provincia de Hubei. 

“Está todo cerrado menos los hospitales, las farmacias, los supermercados y el transporte público. No se puede circular libremente. Con mi esposo estamos encerrados en el departamento y salí solo dos veces para abastecernos de alimentos y productos. Parece poco tiempo, pero 20 días son un montón. Y eso que aprovecho para escribir mi tesis”, cuenta por whatsapp. Al igual que otras redes sociales occidentales como Facebook, Instagram y Twitter, Whatsapp está bloqueada en China. Ana puede acceder a través de la tecnología VPN, pero no funciona todo el tiempo.

Hasta las restricciones para controlar el brote, Ana realizaba los experimentos de su doctorado en la Universidad Shanghai Jiao Tong. Ana continúa allí el doctorado que inició en nuestro instituto de biotecnología INTECH, bajo la dirección de Ricardo Dewey y asesora tecnológicametne a RadBio, una startup incubada en CITES. Llegó a China junto a su esposo, quien hace dos años aceptó una propuesta de trabajo del laboratorio argentino Biogenisis Bagó, que posee una filial en esa ciudad. “Dos veces por año voy al INTECH, complemento algunos experimentos y doy seminarios. Por mi background en la industria farmacéutica, previo al doctorado, también asesoro a Radbio”, explica.

Los brotes en la provincia de China, Hubei, coincidieron con el año nuevo chino, “la migración anual más grande del mundo”, cuenta Ana. Para esa fecha, el gobierno otorga una semana de vacaciones, y la población aprovecha para juntarse con sus familias en sus ciudades de origen, consideradas pequeños pueblos aunque tienen 2 millones de habitantes en promedio. Por los brotes una de las primeras medidas fue prolongar esa semana de vacaciones. Pasaron más de dos semanas desde esa decisión. Las escuelas y universidades comenzarán el dictado de cursos de manera virtual a partir de marzo. “Ya se puede volver a las oficinas, pero estamos en pleno invierno y los sistemas de calefacción centralizados no funcionan para no esparcir el virus. Muchas empresas prefieren que sus empleados permanezcan en sus casas”, dice.

Sobre el desempeño del gobierno chino, Romo dice que “es maravilloso lo que está haciendo” y cuenta que además de los dos hospitales que se construyeron en menos de diez días, se acondicionaron otras 20 instalaciones para que funcionen como hospitales de alta complejidad en la provincia de Hubei, la más afectada. Además valora que no hubo problemas de desabastecimiento.

De todas formas, Ana cuenta que hay mucha incertidumbre y paranoia. “Acá vivimos en complejos de edificios. Son entre 10 y 12 torres de 20 pisos cada una. El gobierno chino delegó en estos complejos la decisión de qué controles aplicar. En algunos casos se toman medidas estrictas e innecesarias, como fajar la puerta de los departamentos para verificar que nadie salga”, relata. Cada día se agregan nuevas medidas para desalentar la circulación. “En nuestro complejo al principio tomaban la temperatura para entrar o salir del complejo. Luego incorporaron un código QR. En otros complejos no dejan entrar a nadie  que no viva ahí. Por la calle hemos visto gente y mascotas cubiertas de plástico”.

“Es obligatorio usar mascarilla”, cuenta Ana. Consultada sobre el uso de barbijos que no filtran partículas por tamaño, explica: “Al principio se utilizaban barbijos comunes o inclusive cualquier tela. Eso servía más para reducir las emisiones de partículas de las personas infectadas, que para proteger directamente a las personas sanas”.

La respuesta científica y tecnológica también es motivo de celebración. “Hay varias vacunas en investigación. Una está iniciando pruebas clínicas ahora y se habla de que para mayo probablemente ya haya una vacuna disponible. De este virus no se sabía absolutamente nada y tres meses después se lo pudo aislar y conocer cómo es el ciclo, las vías de contagio y transmisión, la sensibilidad del virus respecto de varios antivirales. También tenemos métodos de diagnóstico cada vez más rápidos. La verdad es que hay un avance enorme, que es una ventaja para los próximos países que tengan brotes”, dice.

“Soy de Chascomús, una ciudad de 37 mil habitantes. Shangai es una megalópolis de 40 millones. El idioma no es la única barrera. Aún después de dos años de vivir acá siguen presentando situaciones que se salen de mi rutina”. Lo dice sin tener en cuenta el brote.

 

Recomendaciones: acción estatal, solidaridad social y menos fake news.

Por Ana Romo. Becaria doctoral bajo la dirección del investigador del INTECH, Ricardo Dewey.

Las medidas tomadas por el gobierno chino que se enumeran en la nota pueden parecer un tanto extremas pero hay que ponerlas en el contexto de que China fue el primer país en enfrentarse al virus. Estas medidas permitieron que la contención de la propagación del virus fuera muy efectiva y le dieron tiempo a la comunidad científica internacional para realizar avances en cuanto a la caracterización, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad. Por otro lado, los medios de comunicación y las fake news hicieron su aporte para confundir a la sociedad en términos de conocer cuál es realmente el problema y cuáles son las medidas que debemos tomar, generando paranoia y fomentando la discriminación hacia la población china.

Si bien el Covid-19 tiene una tasa de mortalidad muy baja comparada con otros virus que conocemos no hay que subestimarlo ya que el nivel de contagio es altísimo debido a que no hay anticuerpos circulantes en la población. Y si vemos las estadísticas dentro de los grupos de riesgo (niños, ancianos y población con enfermedades crónicas preexistentes) la mortalidad aumenta significativamente.

A partir del incremento de los casos de Covid-19 en Europa y Medio Oriente, Argentina implementó protocolos de manejo de casos recomendados por la OMS tanto en aeropuertos como en el sistema público de salud y empieza a prepararse para el invierno donde los virus respiratorios adquieren protagonismo.

Más allá de las medidas tomadas a nivel gubernamental, en el control de enfermedades infecciosas, la conducta solidaria de la población es fundamental. De manera similar a como funciona la inmunización de masas para la efectividad de las vacunas, la reducción del número de personas infectadas va a contribuir a la protección de la población de riesgo.

En el caso de la confirmación de casos positivos en Argentina, es necesario que cada individuo se comprometa a seguir las recomendaciones de las autoridades que para la población general son bien simples y consisten en lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón o sanitizantes a base de alcohol, utilizar barbijos en lugares cerrados con mucha gente y recurrir al médico inmediatamente en caso de presentar síntomas.

 

Nota actualizada el 27 de febrero de 2020

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