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Martín Radrizzani: “Trabajamos con el INTI para ofrecerle soluciones a la sociedad”

El director del Laboratorio de Neurología y Citogenética Molecular del Centro de Estudios en Salud y Medioambiente de la ECyT habla sobre su más reciente desarrollo: un biosensor portátil y de bajo costo para el diagnóstico de enfermedades infecciosas. Además, destaca el trabajo conjunto de la UNSAM con el INTI.

Por Gaspar Grieco | Fotos: Pablo Carrera Oser

Martín Radrizzani aclara que el laboratorio que dirige “no es muy usual”. Allí se realizan investigaciones básicas sobre enfermedades neurodegenerativas poco frecuentes, pruebas de calidad seminal para mejorar la producción ganadera, servicios de diagnóstico genético e innovaciones tecnológicas para detección de enfermedades. Todas esas líneas de trabajo tienen un denominador común que Radrizzani define a la perfección: “Trabajamos para tratar de solucionar los problemas del país. Siento que tengo que devolverle a la sociedad todo lo que me ha dado”.

Con el claro objetivo de “solucionar los problemas de la gente”, Radrizzani se especializó en genética médica y en el estudio de las llamadas “enfermedades raras”. En 1993 comenzó a trabajar en el Instituto Leloir y más tarde, entre 1995 y 2005, se desempeñó como investigador del Centro Nacional de Genética Médica de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS) del Ministerio de Salud de la Nación. Invitado por Maria del Carmen Muhlmann, en 2007 Radrizzani se incorporó al Centro de Estudios en Salud y Medio Ambiente de la ECyT, donde conformó el equipo de investigación que hoy dirige.

Al respecto, el genetista destaca el trabajo conjunto entre la UNSAM y el INTI: “La UNSAM es un lugar en donde uno adquiere conocimiento y el INTI es un lugar que ofrece soluciones a la industria. Nuestra idea es que el INTI nos acerque los problemas de la industria para ver si, en conjunto, podemos darles una solución”.

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¿Por qué afirma que este “no es un laboratorio muy usual”?

No es usual porque trabaja sobre cuatro pilares: en primer lugar, hacemos investigación básica —sobre todo en enfermedades neurodegenerativas—, siempre asociada a la genética y a la embriología; en segundo lugar, en convenio con el CONICET tenemos un área a través de la cual brindamos servicios de citogenética molecular, diagnósticos para leucemias, calidad seminal, enfermedades neurodegenerativas y enfermedades raras; el tercer pilar es el área de investigación y desarrollo para la parte de la producción bovina, en la que vemos mejoras de la calidad seminal y formas de acercar el diagnóstico a los tambos y a los lugares donde se lo requiera; y el último de los pilares corresponde al área de docencia, orientada no solo a las enfermedades genéticas, sino también a la nanotecnología y la nanomedicina. Junto con doctor Galo Soler Illia (INS), dicto las materias introductorias para los nuevos ingenieros.

¿Cómo es el servicio de citogenética molecular que ofrecen?

Es un servicio administrado por el CONICET —que nos brinda las tecnologías apropiadas— que nosotros le brindamos a la población en general. Recibimos muestras de semen y sangre enviadas desde distintos hospitales para ser sometidas a testeo genético de enfermedades y, sobre todo, de fertilidad humana en espermatozoides —el 85 % de la pérdida de embarazos se debe a errores de cromosomas en los embriones—. También aplicamos la tecnología de hibridizaciones in situ (FISH) para el análisis a animales transgénicos.

Recientemente, ustedes desarrollaron un biosensor para enfermedades infecciosas. ¿Cómo funciona?

Diseñamos junto con el INTI un equipo sencillo que permite efectuar diagnósticos genéticos de enfermedades infecciosas en distintos puntos del país a bajo costo. El equipo puede cargarse conectándose a una camioneta, en salas de primeros auxilios o en cualquier lugar donde se requiera este tipo de asistencia. En poco tiempo determina, por ejemplo, si una conjuntivitis es de origen viral o no. El sistema va más allá del diseño inicial y puede utilizarse tanto para el diagnóstico de brucelosis en leche de bovinos como en carnes de exportación para detectar la presencia del gen de la shigatoxina, responsable del síndrome urémico hemolítico.

¿Qué tipos de resultados arrojó hasta ahora el biosensor?

Es muy alentador: detectamos hasta treinta partículas virales, es decir que es bastante sensible. Es equiparable a lo que se obtiene en el laboratorio. De hecho, ya hay una empresa interesada en producirlo para su comercialización. Este tipo de aplicaciones son importantes porque permiten resolver problemas que, desde el laboratorio, a menudo desconocemos. Podemos ser especialistas en generar conocimiento y crear tecnologías que luego transferimos, pero son los equipos del INTI los que conocen las necesidades de la industria y de nuestros ingenieros.

¿Cómo es el trabajo que llevan adelante con enfermedades neurodegenerativas y poco frecuentes?

Si bien nos especializamos en las enfermedades neurodegenerativas, estamos abiertos a cualquier enfermedad rara. Trabajamos desde la genética con el ANLIS y la Fundación para la Lucha contra las Enfermedades Neurológicas de la Infancia (FLENI), entre otras instituciones.

Yo me dedico al estudio de la enfermedad de Huntington, una enfermedad que puede producirse con la mutación de un solo gen (huntingtina) y es una de las más crueles que he visto, porque ocurre entre los 40 y 45 años de edad, y produce depresión y demencias que a menudo terminan en internaciones en neuropsiquiátricos. La población afectada es muy pequeña, por lo que la mejor forma de trabajar es en redes internacionales que permitan sumar información, conocimiento y tecnologías.

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¿Cuál es el estado del estudio de esta enfermedad en el país?

Hoy la enfermedad ya se conoce. Ahora buscamos el modo de ofrecer no solo un diagnóstico certero, sino también alternativas terapéuticas. La realidad es que todavía no hay ninguna cura y, si bien la medicación disminuye los síntomas, se trata de una enfermedad neurodegenerativa que produce daños celulares. La idea es poder diagnosticar a tiempo, con los primeros síntomas, para evitar daños mayores. Es una manera de devolverle a la sociedad algo de lo que ella nos ha dado para satisfacer nuestras necesidades como investigadores.

La ciencia, justamente, depende del aporte de la sociedad…

La ciencia es una herramienta que uno utiliza para satisfacer su curiosidad, pero también la puede aplicar para resolver problemas, que es un poco la discusión de si es necesaria la ciencia aplicada o la básica, y yo creo que uno anda con dos pies. Todo el tiempo surgen cosas nuevas y esa es una manera de caminar. Nosotros tendríamos que estar un poco más abiertos a ese tipo de pensamiento.

¿El sector privado alienta el desarrollo de la ciencia?

El sector privado debe acompañar el desarrollo científico tecnológico nacional. El compromiso de los investigadores debe ser el de trabajar conjuntamente con la industria, para identificar los problemas relevantes y prioritarios a resolver en nuestro país. Creo que la ciencia y la tecnología pueden brindar nuevas herramientas tecnológicas a las empresas que permitan mejorar la salud y la calidad de vida de la población.

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Nota actualizada el 15 de marzo de 2017

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