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Patricia Kandus: “Hay que democratizar el debate sobre los humedales”

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La investigadora del 3iA será una de las expositoras de la primera edición de la Escuela de Posgrado Futuros, un foro anual organizado por la UNSAM en el que se debatirá acerca de la relación entre las nuevas tecnologías y los desafíos ambientales globales. Se llevará a cabo del 17 a 22 de octubre y contará con la presencia de expertos internacionales que abordarán la problemática del agua y de los humedales.

Nadia Luna, Agencia TSS | Fotos: Archivo 3iA

Del 17 al 22 de octubre, la Fundación Innovación y Tecnología (FUNINTEC) de la UNSAM llevará a cabo la Escuela de Posgrado FUTUROS Agua+Humedales. Esta primera edición estará dedicada a la problemática del agua y de los humedales, con especial énfasis en América Latina. Las actividades incluirán capacitaciones de posgrado y un evento abierto al público en el que debatirán expertos internacionales, que tendrá lugar el 20 de octubre a las 15 en el Aula Tanque del Campus Miguelete.

Una de las expositoras será la doctora en Ciencias Biológicas Patricia Kandus, directora del Laboratorio de Ecología, Teledetección y Eco-Informática (LETyE) del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA). Junto con su colega Priscilla Minotti, Kandus tienen a cargo un equipo de investigación que incluye a especialistas en matemática, ciencias ambientales, geología y geografía. “Las problemáticas ambientales suelen ser lo suficientemente complejas como para requerir un abordaje interdisciplinario. Nos falta un físico”, advierte Kandus.

¿Qué trabajo realizan en el laboratorio?

El objetivo es desarrollar procedimientos a partir de los datos que obtenemos de sensores satelitales para el monitoreo y el estudio de ecosistemas. Trabajamos con datos ópticos de sensores remotos, como MODIS y Landsat, que son los que comúnmente se usan, pero también con datos de radar, hiperespectrales y radiometría de campo. Es decir, buscamos aprovechar la información que proveen diversos tipos de sensores para desarrollar e implementar metodologías que permitan conocer, conservar e inventariar los ecosistemas. En particular, trabajamos con los ecosistemas de humedales. Actualmente, tenemos becarios que están trabajando en la costa bonaerense, en la llanura de Ajó y en la costa de Samborombón. También tenemos una línea de trabajo en el desarrollo de modelos hidrológicos y otra en el estudio de la planicie de inundación del río Paraná.

¿Qué superficie ocupan los humedales en el mundo y en el país?

Los humedales son una de las formas del agua en la superficie terrestre. Desde el punto de vista del interés del agua, son sistemas que ocupan muy poca superficie en el globo: apenas entre 6 y 7 % de las superficies continentales. En Sudamérica, el porcentaje es de 20 % y, en lo que respecta a la Argentina, las estimaciones están entre el 10 y el 20 %, según la metodología con que se analicen. Son sistemas escasos y, sin embargo, numerosas sociedades se desarrollaron en torno a ellos a lo largo de la historia, como la egipcia, que se asentó en el delta del Nilo. También la ciudad de Buenos Aires, que se levantó a orillas del Río de la Plata y del delta del Paraná.

¿En qué zonas de la Argentina están presentes estos ecosistemas?

Uno de los productos que terminamos de hacer con el equipo es la regionalización de humedales de la Argentina. Es un libro que hicimos junto con el Ministerio de Ambiente y la Fundación Humedales, y esperamos que salga a fines de este año o principios del que viene. Allí definimos las distintas regiones de humedales con la ayuda de los referentes de cada región, a los que se les pidió que hicieran una caracterización. Todo el país tiene humedales y los más conocidos y abundantes son los que están en el noreste del país. En el resto del territorio, en cambio, los humedales son oasis dentro de una matriz terrestre. En la Puna y la zona altoandina hay vegas de altura, ecosistemas que son fundamentales para la ganadería local. En Mendoza está el valle del Atuel y ambientes inundables estacionalmente, que son oferta de agua dulce para actividades agrícolas, como la vid y el olivo. En la Patagonia están los mallines y en Tierra del Fuego las turberas. La extracción de turba se usa para minería, aunque muchas están protegidas. Y en los ambientes costeros están las extensas marismas, ambientes inundables por las mareas en forma periódica.

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¿Qué características tiene un humedal?

Son sistemas complejos y diversos. Más que por su fisonomía, se los identifica por sus aspectos funcionales; por ejemplo, por cómo circula el agua. Esto también es complejo desde el punto de vista del trabajo que podemos hacer los científicos para desarrollar metodologías de monitoreo porque los satélites ven de manera muy diferente los distintos tipos de humedales. Entonces, el desafío es buscar factores comunes para poder generar metodologías compatibles para todos. Son ecosistemas que no han sido muy estudiados. La mayor cantidad de bibliografía mundial aparece recién en la década de los noventa. También, por entones, empezaron a aparecer tecnologías que facilitaban su estudio, como los radares, que tienen la capacidad de atravesar el dosel vegetal y ver el agua que suele estar debajo de la vegetación.

¿Por qué es importante su estudio y conservación?

Históricamente, desde una mirada productiva, los humedales fueron considerados áreas inútiles y eran vistos como ambientes productores de pestes y mosquitos. Sin embargo, desde fines de la década de los ochenta, una serie de investigaciones mostraron la importancia de estos ecosistemas. Brindan gran cantidad de servicios a la sociedad, como purificación del agua o regulación de las inundaciones, y son hábitat para una enorme cantidad de biodiversidad. Esto hace que el interés por monitorearlos y por generar herramientas para conservarlos haya crecido enormemente, pero siempre con la idea de conservación en un sentido amplio: aprovecharlos de una forma sustentable.

Ustedes también colaboran en la realización de un inventario de humedales del país. ¿De qué trata ese trabajo?

Trabajamos en una experiencia piloto en la cuenca del río Luján desde fines de la década de los noventa, cuando yo estaba en la Universidad de Buenos Aires. En 2008 armamos el laboratorio en la UNSAM y seguimos colaborando con el desarrollo de metodologías para implementar en el inventario, impulsado desde el Ministerio de Ambiente, antes Secretaría. La idea es proveer metodologías para desarrollarlo, identificar los problemas para su implementación y ver cómo llevarlo adelante junto con el Gobierno y ONG. Todo eso está en discusión actualmente.

¿Cuáles son los principales riesgos que enfrentan los humedales?

Hasta la década de los noventa, en Sudamérica había un estado de conservación bastante aceptable. Actualmente enfrentan diversos riesgos, como el avance de la agricultura industrial, la minería y los desarrollos urbanísticos indiscriminados. Lo que se hace en esos casos es maximizar un servicio ecosistémico por sobre los demás. Se barre con otros servicios, como el de regulación hidrológica, y se los transforma en sistemas terrestres. Es lo que pasa con los barrios cerrados: se rellena el humedal y se corta la circulación natural del agua.

¿Una consecuencia negativa de esto sería la mayor frecuencia de inundaciones?

En realidad, en una planicie de inundación siempre hubo inundaciones. Lo que ocurre es que, al cambiar la circulación natural del agua, ahora se inundan también lugares que antes no se inundaban. Uno de los servicios de los humedales es regular los pulsos de inundación, dado que desaceleran los flujos de agua. Si se la canaliza en una tubería, el agua se acelera y va directo al mar. Acelerar los flujos del agua hace que tenga una mayor capacidad destructiva. El problema con esto es que hay una gran especulación inmobiliaria y muchos intereses en juego.

Desde hace un tiempo está en discusión la elaboración de una Ley de Presupuestos Mínimos para la Conservación y el Uso Sustentable de los Humedales en la Argentina. Ustedes trabajan activamente en el tema y recientemente sacaron un documento con algunas reflexiones. ¿Qué plantean?

Hicimos observaciones sobre algunas cuestiones técnicas que nos parece que deberían ser consideradas para que la ley tenga más fuerza. Otra cosa que observamos es que la ley es tratada sectorialmente, pero creemos que hay que democratizar el debate para la conservación de los humedales. Es necesario que haya mesas de trabajo con representantes de los distintos sectores involucrados para discutir el proyecto de ley. De lo contrario, los agrónomos, los biólogos y la población que vive en los márgenes de los ríos entienden cosas distintas sobre lo que se discute. Además, el debate de la ley también se da en cada provincia, ya que son ellas las que tienen la potestad de los recursos naturales. Entonces, el debate no pasa por articularlo a nivel nacional o provincial, sino que nos tenemos que poner todos de acuerdo y los técnicos tenemos que asistir y capacitar a los actores involucrados para coordinar el trabajo. La ley y el inventario de humedales son herramientas que sirven tanto a los decisores de políticas, para llevar adelante el ordenamiento territorial, como a la comunidad, para defender la conservación de los ecosistemas y aprovecharlos de manera sustentable.

Nota actualizada el 14 de octubre de 2016

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