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“Hacen falta nuevas formas de participación política para los jóvenes”

La Decana de la Escuela de Política y Gobierno habla sobre la evolución de la política como disciplina y analiza los resultados de las últimas elecciones presidenciales: “Los políticos polarizaron la elección y los medios alimentaron esa tensión”

Por Magalí Fernández | Fotos: Pablo Carrera Oser

A lo largo de su extensa trayectoria como investigadora, docente y escritora, María Matilde Ollier eligió entrecruzar en más de una ocasión la historia argentina con la ciencia política. Un ejemplo de esto es su libro Atrapada sin salida (2011, UNSAM Edita) en donde la politóloga analiza la construcción política de la provincia de Buenos Aires entre 1916 y 2007 desde un enfoque interdisciplinario que permite explicar por qué ese distrito –tradicionalmente, uno de los más presionados por las determinaciones del poder nacional-, nunca dejó de funcionar como un espacio electoral clave.

Atenta al mito de que “ningún gobernador bonaerense consiguió ser elegido por el voto popular como presidente de la Nación”, durante toda su carrera Ollier siguió de cerca los avatares de un distrito célebre por anteponer la amenaza del impacto provincializador en la política nacional, basado en su potencia electoral, institucional y movilizadora.

Sin duda, la capacidad analítica y deductiva de Ollier se forjó en el transcurso de su doble formación académica, por un lado como historiadora de la UBA y, por el otro, como doctora en Ciencia Política por la Universidad de Notre Dame, Estados Unidos.

Fuerte cuestionadora de las explicaciones institucionalistas de la política nacional, Ollier también dedicó buena parte de sus estudios a la violencia política ejercida en los años ‘70 en la Argentina -De la Revolución a la Democracia (Siglo XXI, 2009); Golpe o Revolución. La violencia legitimada, (EDUNTREF), entre otros-. Hoy, la directora del doctorado en Ciencia Política (EPyG) continúa sus estudios en torno a la política en la provincia de Buenos Aires y los liderazgos presidenciales en América Latina.

En esta entrevista, Ollier analiza algunas cuestiones vinculadas al escenario político actual y habla sobre su gestión al frente de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM.

¿Qué cambios atravesó la EPyG desde su llegada?

Llegué a la Escuela a través de las elecciones organizadas por el Consejo de Escuela, en un proceso en el que integrantes del claustro docente, alumnos y administrativos votan de manera indirecta a sus representantes en la Escuela para luego ceder el nombramiento al Consejo. Es decir que mi llegada surgió como iniciativa del cuerpo de profesores, del Decano saliente y de los estudiantes que conversaban conmigo. Fui electa en 2011 y reelecta en 2015. Los cambios propuestos para la Escuela fueron consensuados con los profesores, que por supuesto ya tenían una serie de demandas. Esas demandas fueron acomodándose a las propuestas que yo tenía respecto a la Escuela, como la necesidad de establecer nuevas reglas para su institucionalización que garantizaran su crecimiento. Los avances más relevantes fueron en el área docente, donde se implementó un nuevo régimen de dictado de clases que incluyó la participación del plantel docente de posgrado en las carreras de grado, nivel en donde se define la formación de los estudiantes y al que consideramos una prioridad. Por otro lado, apostamos a que todos los profesores de grado sean doctores.  Además, desde la Escuela buscamos que la investigación ocupe un lugar central, y esto es un camino que todavía estamos atravesando.

¿Cuáles van a ser las prioridades para 2016?

Por un lado, seguir implementando actividades a través del área de Extensión, que era una deuda que la Escuela tenía con la comunidad, con la que no venía relacionándose mucho. En 2015 abrimos el área y ahora vamos a intensificarla. Otra deuda que teníamos era la inauguración de la carrera de Relaciones Internacionales, que finalmente vamos a abrir en 2017 y para la que ya tenemos aprobado el plan de estudios. Se trata de una carrera que replica la dinámica de la de Ciencia Política: la idea es implementar grado, maestría y doctorado.

¿Cuál será el enfoque de esta nueva oferta?

Relaciones Internacionales era una carrera muy requerida por los alumnos pero, sin duda, había que encontrar el momento indicado para implementarla. El objetivo era hacer un área de calidad y para ello tuvimos que trabajar y no apurar las cosas. Con la idea de abordar temas que a veces son poco considerados en la carrera de Ciencia Política, como Derecho Humanos a nivel internacional o cuestiones ambientales,  hicimos por un lado un programa clásico y, por el otro, un programa de fronteras.

Pero tampoco podían dejarse de lado los ejes tradicionales de las Relaciones Internacionales. Diseñamos entonces un Plan de Estudios que servirá para formar jóvenes capacitados para trabajar en distintos niveles del Estado, pero también en empresas y ONG’s, entrenados en contenidos que otras ofertas no incluyen. En 2017 trabajaremos con la maestría y el doctorado, para ver cómo compatibilizamos los tres niveles.

¿Qué lugar ocupa la Ciencia Política dentro de las ciencias sociales?

La ciencia política es una disciplina como cualquier otra, ya sea la sociología o la antropología, donde quienes la hacen tienen interés por la política y aprenden de ella. Antes, la Ciencia Política solía ser más abierta, también sus temas, pero hoy la disciplina se achicó. Aunque pienso que, en el futuro, se abrirá de nuevo, para evitar un empobrecimiento. La Ciencia Política fue ganando terreno en el ámbito electoral; como disciplina, hoy lo que ofrece son los instrumentos, los conceptos y la teoría que ayudan a comprender ciertos escenarios que, no obstante, continúan siendo inciertos, como lo sucedido en la Argentina en las pasadas elecciones presidenciales.

¿Cómo lee los errores que tuvieron las encuestadoras, previo al balotaje?

Las encuestas fallaron y pronosticaron resultados erróneos, algo que reflejó una mala formulación de las preguntas y un mal análisis posterior de esos datos. No es que las encuestadoras no sepan sumar, restar y aplicar ciertos métodos; el problema fue el análisis político previo, que evidentemente no sirvió para elaborar las preguntas pertinentes -algo que, sin duda, parte de una buena evaluación política-.

¿Cómo ve los cambios que se dieron entorno a la política, el debate público y los medios de comunicación dentro del mismo espacio? 

El periodismo es una profesión importante porque es la que debería poner sobre la mesa los problemas de la sociedad. Lo que a veces pasa es que hay poco análisis. Un buen análisis sería tomar distancia y mostrar las cuestiones que de verdad importan, para que el ciudadano pueda decidir cuál es el análisis que más le gusta. La política abandonó la carrera docente de mostrar cuáles son los valores que debieran ser defendidos y cuáles los hechos condenables. Así como antes había poca intervención de los ciudadanos en los debates públicos, ahora eso se da a través de blogs y redes sociales, sin la necesidad de ir a un diario. Creo que estamos en tiempos nuevos, en una época de cambios tanto para la prensa como para los ciudadanos y, sobre todo, para la política. Esos cambios se dieron porque el lugar del liderazgo se desacartonó y está más cerca de la gente, con otro lenguaje. A esto se suma una aceleración en los tiempos, producto de la revolución tecnológica y de la capacidad de intervención del espacio público. Otro elemento es la la evolución de los partidos, que son los mediadores. Siempre hace falta una mediación, se precisan nuevas formas en esa participación política para los jóvenes.

¿Los medios de comunicación pueden llegar a polarizar una elección?

No, está claro que los políticos polarizan. Los medios alimentan esa polarización porque, sin duda, es lo que vende. Se vende más con peleas que siendo todos hermanos. No hace falta mirar la política, se puede ver alrededor de los actores y otros rubros, pero todos sabemos que eso es lo que vende y por eso los medios lo alimentan.

 

María Matilde Ollier

Es Ph.D   en Ciencia Política (Notre Dame)  y Máster en Ciencias Sociales (FLACSO). Es Decana de la Escuela de Política y Gobierno, donde es profesora regular y dirige el Doctorado en Ciencia Política. Su principal tema de investigación fue la violencia política, y actualmente estudia la política en la provincia de Buenos Aires y los liderazgos presidenciales en América Latina.

Ha publicado, entre otros, los libros Atrapada sin salida. La imbricación de Buenos Aires en la política nacional (1916-2007), (UNSAM Edita, 2010), De la Revolución a la Democracia (Siglo XXI, 2009); Golpe o Revolución. La violencia legitimada, (EDUNTREF, 2005), Las coaliciones políticas en la Argentina.  El caso de la Alianza (Fondo de Cultura Económica, 2001), La creencia y la pasión Privado, público y político en la izquierda revolucionaria (1966-1976) (Ed. Ariel,1998). Ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales.

Nota actualizada el 18 de febrero de 2016

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