LICH - Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas

Niños y niñas producidos como capital humano

En la tesis doctoral “Desarrollo infantil, parentalidad y horizontes de bienestar: etnografía sobre políticas y saberes para la primera infancia en Argentina (2015-2019)”, Florencia Paz Landeira analiza las agendas de protección social que tienden a individualizar las ideas del cambio social, en tanto depositan las expectativas en las habilidades del individuo y en el vínculo parental como primordial para adquirirlas. Lxs niñxs como depositarios de retóricas asociadas al riesgo y a la esperanza.

En mi tesis doctoral, titulada “Desarrollo infantil, parentalidad y horizontes de bienestar: etnografía sobre políticas y saberes para la primera infancia en Argentina (2015-2019)”, analicé la creciente focalización en la primera infancia y en las competencias parentales consideradas adecuadas y necesarias para su correcto desarrollo como ejes de las agendas de protección social contemporáneas. Desde una preocupación más amplia acerca del gobierno de lo infantil, mi interés en esta problemática surgió a partir de advertir la expansión de iniciativas y programas transnacionales en torno a las prácticas de crianza durante los “primeros mil días” que urgen a la intervención temprana como vía para combatir la transmisión intergeneracional de la pobreza en América Latina.

Desde este punto de partida, analicé las formas de producción, circulación y legitimación de los discursos expertos que sustentan estos programas y también los procesos -mediados, negociados y conflictivos- mediante los que esta agenda fue institucionalizada en Argentina en el período 2015-2019, durante la gestión de la alianza Cambiemos en el Ejecutivo nacional y la transición que supuso respecto de los gobiernos kirchneristas precedentes.

Al analizar los saberes, discursos y narrativas que configuran y legitiman esta agenda para la primera infancia -en cuya definición los organismos y las agencias internacionales tienen un papel preponderante- identifiqué la creciente indagación e intervención en la calidad del desarrollo en los primeros años, pensado especialmente en términos neurocognitivos y socioemocionales y regulado por la idea de un potencial a alcanzar, que no deja de ser un ideal normativo de pretensión universal. Tal desarrollo es concebido y postulado como clave para la producción de la sociedad futura, en un modo que tiende a individualizar las ideas del cambio social, en tanto deposita las expectativas en las habilidades del individuo -y en el vínculo parental como primordial para adquirirlas-.

En efecto, advertí una expansión discursiva en torno a la parentalidad, en términos de habilidades y competencias (y potenciales déficits) que deben ser supervisadas, fortalecidas y apoyadas por los gobiernos, a los fines de garantizar el desarrollo infantil adecuado, para el cual los primeros años de vida resultan cruciales. Esto a su vez conduce a una reconfiguración de la economía emocional de la familia, en la que priman ideas sobre la responsabilidad parental, competencias y habilidades, inversión en el individuo y la autosuficiencia. Ante la persistencia de la desigualdad estructural, se recurre a esta individualización de la responsabilidad, que a su vez aparece encuadrada en términos intergeneracionales en la relación parento-filial. Frente a la crisis de reproducción social y persistencia de la pobreza, la primera infancia y desarrollo infantil emergen como imaginario de bienestar y política de esperanza.

Al advertir el carácter transnacional de estos procesos, en la tesis opté por un enfoque que conjugara variadas escalas e interrogara la delimitación y relación entre ellas. En esta opción metodológica y epistemológica, el Plan Nacional de Primera Infancia lanzado en Argentina en 2016 funcionó como un prisma complejo de indagación a la vez que como organizador de la estrategia narrativa. Guiada por la hipótesis de que aún los más hegemónicos de los modelos y clasificaciones de intervención no son simple y linealmente “transferidos” de un sitio a otro, consideré que la coyuntura política de cambio de gobierno inmediatamente previa al lanzamiento del Plan era un interesante punto de mira para dar cuenta de procesos locales de circulación, apropiación y resignificación de los debates transnacionales más amplios. Esta mirada atenta a la interconexión, circulación y mediación entre espacios en los que la política es activamente producida resultó fructífera para iluminar las fisuras, los parches e intersticios que entre ellos se abren. Así, al indagar las prácticas y sentidos que producen y despliegan expertos locales en su trabajo de incidencia, burocracias intermedias en el diseño de las políticas y referentas territoriales en la concreción de éstas en los barrios donde se implementan, analicé los modos en que los saberes sobre la infancia se encuentran intersectados por racionalidades burocráticas y morales sobre el Estado y las políticas como también por las tradiciones institucionales y las temporalidades que las habitan.

Fue especialmente a partir del análisis etnográfico de la territorialización de esta política para el desarrollo infantil que argumenté que pensar la crianza de niños/as desde las formas más amplias de vivir y cuidar en los barrios puede contribuir a resituarla en las condiciones materiales que la estructuran y en las formas de compromiso e intercambio que moldean los universos relacionales en los que dicha crianza es posible. Esto último en sintonía con el argumento general relativo a la limitación que significa ver a los niños y las niñas solo a través del vínculo parento-filial y escindidos de lo que ocurre en sus entornos más próximos y a la primera infancia como una etapa crítica de un desarrollo teleológico y dependiente de los comportamientos parentales, como también lo arbitrario e infructuoso de una política hiperespecializada que atomiza intervenciones e inversiones.

Esta construcción, moldeada por una variedad de discursos expertos que, a su vez, tienden a desarraigar la producción de conocimiento de sus implicancias éticas, políticas y afectivas y a difuminar su carácter controvertido, producen a los niños y niñas pequeños como capital humano y como sitio nodal de retóricas asociadas al riesgo y a la esperanza. Construcción que obtura no sólo otras formas de pensar a la experiencia infantil y las relaciones intergeneracionales, sino también formas de imaginar e intervenir sobre el futuro que no estén asociadas a la responsabilidad, la inversión y la competencia individual frente a un contexto que se postula como ajeno, adverso e incierto.

*Florencia Paz Landeira es doctora en Antropología Social por la Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (EIDAES-UNSAM) y becaria posdoctoral del LICH (UNSAM/CONICET). Es integrante del Programa de Estudios Sociales en Género, Infancia y Juventud (EH-UNSAM) y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la Escuela de Humanidades de la UNSAM.

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Nota actualizada el 9 de agosto de 2022

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