Por Mariana Lanfranco

A partir de la convocatoria de Relaciones Internacionales difundida por la dirección de la carrera de Ingeniería Ambiental, lxs estudiantes Celeste Merino, Eugenia O’Donnell y Agustín Podestá se presentaron y obtuvieron una beca de la Universidad de Postdam. Esta beca otorga una suma de dinero para participar de un programa de verano virtual sobre los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030: Sustainable Development Academy (SDA). El mismo es dictado por la Oficina del Campus de Verano Internacional (ISCO) de dicha universidad.

 

 

 

 

 

 

 

El programa consistió en una cursada intensiva durante 2 semanas con una carga de 7 horas y media diarias. “La temática fue la sustentabilidad – cuenta Agustín – pero no solo en base a cuestiones ambientales, ya que la sustentabilidad abarca también temas económicos y sociales”. Por su parte, Celeste destaca que “como estudiante de ingeniería ambiental me parece muy importante aprender sobre cuestiones sociales y económicas, que son parte de la sostenibilidad pero que no tenemos oportunidad de estudiar a fondo dado nuestro perfil técnico. Además, nuestros compañeros en el programa eran de distintas partes del mundo y con perfiles muy variados, lo que hacía aún más interesantes los intercambios”.

 

 

 

 

 

 

 

Durante el programa, lxs estudiantes conformaron dos grupos de estudio: “Ciudades y comunidades sostenibles” y “Alimentos novedosos y nutrición sostenible“. “Cada grupo desarrolló diferentes proyectos en equipo, y finalizando el curso compartimos nuestra propuesta con lxs demás participantes”, explica Eugenia, y en línea con sus compañeros resalta: “como futura Ingeniera ambiental, me parece vital desarrollar la capacidad de comunicación interdisciplinaria. Este curso me permitió dialogar con diferentes personas, de distintas culturas, de múltiples y diversas disciplinas”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si bien el idioma durante la cursada fue el inglés, Agustín explica que no fue un condicionante: “al principio me daba un poco de vergüenza, pero después me di cuenta que no era razón para sentirse intimidado, ya que nos dividieron en subgrupos de tres o cuatro personas para hablar de diferentes cosas. De esa forma se generó un ambiente mucho más cómodo”.  Agustín relata que los grupos estaban conformados por estudiantes de distintas partes del mundo: “tuve compañerxs de Francia, Italia, Inglaterra, Jordania, Egipto, EEUU, Perú, Costa Rica;  todxs muy abiertxs y comunicativxs. Y no quiero dejar de mencionar a lxs profesorxs, que pusieron una energía increíble; algunxs incluso nos proponían hacer rutinas de estiramiento saltar y bailar en los intervalos. Todo para que entremos más en confianza y sea una experiencia verdaderamente única”.

“Todos los días exponían profesorxs distintxs, de una gran variedad de áreas de estudio; luego daban espacio a preguntas para debatir”, detalla Celeste. Por su parte, Eugenia destaca que “mediante el respeto y la empatía, surgieron muy lindos debates, diferentes perspectivas y soluciones para los diversos dilemas que nos trascienden hoy en día”.

Lxs tres estudiantes coinciden en que la experiencia fue muy enriquecedora para su formación. Además les permitió, según Agustín, “conocer las posturas diferentes que tiene cada persona, estudiando una carrera diferente y viviendo en la otra parte del mundo literalmente”.

“Lo interesante fue también que a pesar de la virtualidad y las grandes distancias, la pantalla se convirtió en un puente entre ente y ente. Aprender a generar esa confianza y dinámica en esta forma de comunicación, me parece crucial en el mundo que nos espera”, concluye Eugenia.

 

 

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