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Maxi Rial: “Soy un pibe que rapea sobre las cosas de su barrio, que rapea lo que es”

Maxi es uno de los primeros egresados de la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM. Hoy es un rapero referente del Área Reconquista y fotógrafo de Zorzal Diario. Además, da talleres de música para niñxs y adolescentes y está muy comprometido con las luchas de su comunidad.

Por Solana Camaño.  Fotos: Maxi Rial

Si ando soltando palabras y no te disparo, no me estigmatices por mi ropa o por mis aros. Que sea pobre no es que anhele yo vivir caro, es simple hablar de mi barrio cuando ni lo pisaron”. Maxi Rial se aferra al micrófono a espaldas del sol que cae y anuncia el final de una tarde teñida de memoria. Es el 3 de febrero de 2020 y es la primera vez que canta en público “For real, un tema que denuncia la represión policial. Comparte el escenario con lxs espectadorxs que siempre soñó: los niños y niñas de José León Suárez. No es una fecha como las demás, se cumplen nueve años de la Masacre de Cárcova, cuando las fuerzas de seguridad asesinaron a Franco Almirón y a Mauricio Ramos en un operativo. Lxs chicxs lo saben. Por eso llevan puestas remeras con sus rostros, aplauden y sostienen carteles con consignas de justicia.

Sentí que de verdad le estaba cantando al barrio, dejando mi mensaje, justo en el lugar en que lo sentí cuando lo escribí”, recuerda el egresado de la Escuela Secundaria Técnica de la UNSAM.

Maxi tiene 22 años y vive en el barrio Independencia, donde es un referente artístico y de lucha. Le gusta definirse como “un pibe de barrio que habita distintos espacios”. Dice que los conoció gracias a la Escuela. Trabaja como fotógrafo en Zorzal Diario de San Martín y como profe de rap. “Soy más rapero que fotógrafo”, asegura. 

Su interés por el rap empezó cuando vio unas batallas de freestyle en YouTube mientras cursaba el último año de la primaria. Lo primero que lo atrapó fue la posibilidad de improvisar, la vorágine de las palabras que se pisan unas sobre otras en tiempo presente. Al principio, lo veía como algo imposible, hasta que empezó a animarse y compuso una canción con “chicanas” para otro curso de la escuela. Su llegada a la secundaria estuvo marcada por ese interés en la música. A la técnica de la UNSAM llegó en segundo año, después de haber repetido. “Esa escuela fue clave en mi proceso. Sabía improvisar un poquitito, pero no tenía a nadie que me acompañara para potenciarlo”, cuenta.

Allí conoció a un amigo con el que empezó a practicar en las plazas junto con otros compañeros que también rapeaban. Pero el salto más grande fue cuando se animó a compartir su talento en el barrio. “Che, yo sé hacer esto y está re copado”, le dijo a sus primos y vecinos.

A partir de ese momento, comenzó a mirar su barrio desde otro lugar. “Desde el lado comunitario que veían los profes. Empecé a ver todas las cosas zarpadas que se podían hacer, lo que cambia tener una educación popular o no tenerla, las diferencias en las formas de enseñar entre esta escuela y la que iba antes”, explica.

Teresa es una de las profesoras que lo acompañó y artista del Área Reconquista. “Nuestra escuela es una institución parida por organizaciones sociales y la Universidad. Fue producto de una propuesta pedagógica distinta, muy anclada en el territorio. Maxi fue parte de esa primera camada de estudiantes que se puso la escuela al hombro, que la construyó saliendo a rapear, a juntar fondos, a visibilizar, a discutir qué institución querían con las organizaciones del territorio y con los docentes desde su visión de pibes organizados de los barrios”, dice.

Ricardo, médico que dictaba materias sobre salud, fue el docente que Maxi eligió para que le entregara su diploma de egresado. Cuando el profesor se enteró de sus gustos musicales, comenzaron a formar un vínculo más estrecho y a compartir canciones. “Además de decir mucho y de toda su carrera artística, siempre fue un pibe muy cariñoso al que le gustaba escuchar a sus compañeros más de lo que hablaba”, describe.

En sus clases, que tenían un lenguaje muy técnico y específico, a Ricardo le sorprendía la atracción de Maxi por los sentidos que disparaban las palabras. “Siempre se quedaba colgado pensando en algún significado. No me olvido de la cara de disfrute que ponía cuando aprendía un término nuevo. Entonces nos reíamos y proponíamos hacer rimas a partir de eso”, cuenta.

Cuando cumplió 18, Maxi se acercó a la fotografía. El taller de una biblioteca popular que no pedía cámara para aprender fue la puerta de entrada. El profesor era Facundo Nívolo, militante del territorio y fotógrafo de Zorzal Diario y Revista Macacha. Él fue quien le vendió su primera cámara. Una compacta, chiquita, que a Maxi le encantaba y le permitió sacar sus primeras fotos para la revista. Después, se incorporó a trabajar en el diario. 

“Me gusta retratar cosas precisas que veo de mi barrio: todos los cables enredados o el atardecer de unas casas que no son todas perfectitas, sino irregulares. O situaciones que te narren algo. Me gusta sacar una foto de Suárez o Susi, la panchería de la estación de tren, subirla a las redes y que la gente la comparta porque reconocen ese lugar como propio. Que digan: ‘Mirá, esto es la esquina de mi casa’”, relata.

Hoy, Facundo y Maxi hacen coberturas multimedia codo a codo. “Es un pibe re laburador. Suele hacer el registro de trabajo de cooperativas y de movimientos sociales. Si le decís que hay que estar a las cinco, siete u ocho en algún lado, él está”, cuenta su compañero.

Durante la cuarentena hubo una toma pacífica de terrenos en 13 de Julio, un barrio popular que está al lado de Curita, por la situación de hacinamiento y precariedad que viven los vecinos y vecinas. La crisis sanitaria agudizó la situación de muchas familias que se quedaron sin trabajo, sin la posibilidad de realizar changas o pagar alquileres. Facundo fue a hacer fotos para el diario. Cuando se enteró que estaba la policía intentando desalojarlos, decidió no avisarle a Maxi por una cuestión de “cuidar a los compañeros y compañeras más chicos”. Pero al rato, Maxi apareció. Estaba con su cámara “dispuesto a lo que fuera” para registrar el conflicto. Otra vecina del barrio cuenta que, en ese momento, comenzaron a frenar el desalojo. Se acercaron referentes de organizaciones sociales para proponer una mesa de diálogo con el municipio, se hizo una olla popular y la policía finalmente se retiró.  

“Donde hay una movida social y lo llaman, Maxi está ahí, poniendo su granito de arena”, sintetiza Facundo.

Para Maxi, que otros chicos y chicas puedan incursionar en las artes es fundamental. Por eso le saca fotos a muchxs jóvenes que están arrancando en la música y lxs ayuda a producir videoclips de sus propias canciones. “Siempre uso la fotografía como herramienta para potenciar mi música y la de mis compañeres. Lo importante es estar acompañados en lo que deseamos y saber la importancia que tiene el grupo. También, reconocer de dónde venimos y de dónde vienen nuestros padres, abuelos y abuelas”, refuerza.

Teresa cuenta que chicxs de 11 a 16 años del Centro Juvenil del Padre Pepe de Carcova y Curita convocaron a Maxi para hacerle un videoclip sobre su canción “Mi barrio”. Cuando llegó, empezaron a cantar sus temas y hasta algunos se pararon para rapear con él. Así lo recuerda: “En sus letras habla del barrio, de los laburantes, lo que cuesta llenar la heladera, las angustias, los problemas, la importancia de las organizaciones sociales, los centros juveniles, cómo rescatan pibes. Y ese día hicimos esa experiencia viva. Maxi emerge del territorio, transita su arte constantemente y no quiere irse. Es producto de esa construcción que alimenta y es muy generoso con los más pibes, siempre escucha genuinamente lo que tienen para decir”.  

Gabriel es docente de Matemáticas de la Escuela Técnica y coordinador de Puntos de Encuentro, una organización que busca vincular jóvenes del Área Reconquista para que puedan potenciar sus trayectorias y deseos. En ese espacio conoció a Maxi, con quien comparte proyectos hasta el día de hoy. “Para el territorio, Maxi era el pibe que podía entablar rimas una detrás de la otra. Entonces eso era una virtud y una curiosidad porque la mayoría de la gente no lo puede hacer”, cuenta, y asegura que, hace ya un tiempo, Maxi fue más allá: “Pasó a ser el pibe que puede decir un montón de cosas a través de las rimas. Encuentra en ellas una forma de comunicación llevando como bandera la militancia del barrio y visibilizando un montón de vulnerabilidades e injusticias que suceden en torno al Área Reconquista o, más precisamente, Independencia y Curita”.

Para Gabriel, la frase de una de sus canciones “Ni una corbata te hace más ni una gorrita te hace menos”, es muy significativa. “Maxi es un emblema. Musicalmente se va redescubriendo día a día, laburando más mientras busca profesionalizarse. Y lo está logrando”. 

En la pandemia, su militancia no descansa. Casa Puentes, el lugar donde da talleres de rap para personas en situación de consumo problemático, suspendió sus actividades, pero prepara desayuno y almuerzo para la comunidad todos los días. Maxi extraña el ritual que se produce cuando personas de todas las edades se encuentran y expresan con total comodidad: “Veo mucha gente que capaz no escribió una palabra en toda su vida, pero vienen y terminan saliendo cosas muy zarpadas. Escarban en cuestiones que quizás no decían hace un montón y yo creo que está re piola que haya espacios así porque yo también fui ese pibe”.

El joven opina que los aprendizajes que se producen en los espacios comunitarios tienen mucho para aportar a las instituciones de educación superior, en donde lxs jóvenes de barrios populares suelen ser la primera generación de universitarios en sus familias. “Que tres, cuatro o cinco compañeros o compañeras de mi curso estén en la universidad es un golazo hermoso, porque no todes llegan. Capaz que ni ellos se lo imaginaban. Pero la Escuela trabajó mucho para que entendamos que no es que a los 14 años tenemos que dejar nuestros estudios y ponernos a laburar porque nos morimos de hambre, sino que aprender en un espacio universitario es posible”.

Maxi cuenta que la Escuela Técnica propone un montón de oportunidades vinculadas a lo que cada unx quiere, “ya sea laburar en una fábrica o cantar frente a un montón de personas”. “La UNSAM es hermosa, siempre que fuimos nos recibieron con la mejor y nos sentimos cómodos”, dice.

A futuro, le gustaría tener una productora audiovisual en su barrio que aloje a todos los jóvenes, incluso a los niños y niñas que hoy son lxs que se sientan a escucharlo. “Acá hay un talento enorme, aunque incluso esa palabra es relativa porque todo depende de la práctica. Lo importante es que hay muchos pibes con ganas de hacer música y lo que quiero es que todo el que lo desee tenga las herramientas”.

Teresa insiste en que Maxi va a llegar muy lejos: “Viene de una generación nueva que transita esas calles y relata todas esas historias desde una mirada joven que es muy importante porque muchos de nosotros nos curtimos en otra estética artística”. Eso es lo que más valora de Maxi como artista: “su generosidad y curiosidad por seguir creando con el conurbano mágico de José León Suárez”.

Con su último tema, “For real”, Maxi piensa que se abrió un nuevo ciclo: “Esa canción cierra una etapa en la que me estaba buscando, en la que yo sabía qué era lo que tenía que decir, y capaz sabía cómo decirlo, pero necesitaba abrirme y animarme a más, sentir que no solo soy un pibe del barrio que rapea, sino que soy un pibe que rapea sobre las cosas de su barrio, que rapea lo que es. Y ahora estoy en una etapa más seria donde quiero hacer algo piola con mi música y llevarla a todos lados donde me sea posible. Representando a mi barrio, siempre”.

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Nota actualizada el 18 de agosto de 2020

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