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Tuve una 38 Smith & Wesson, ahora tengo un Faber-Castell

Una crónica de Víctor Jesús Vega Saucedo, estudiante del CUSAM, leída el miércoles 15 de mayo en el lanzamiento oficial de la Diplomatura en Arte y Gestión Cultural.

Por Víctor Jesús Vega Saucedo, estudiante del Taller de Crónica del CUSAM

Hace mucho tiempo tuve una 38 Smith & Wesson: cachas de marfil, su cuerpo color negro bien empavonado, muy brillosa, robusta e impertinente. Éramos ella y yo contra una sociedad que me oprimía y susurraba que la única manera de imponerme y reclamar igualdad social y equitativa era violentamente, apoderándome de lo que se me había negado en la infancia: la heladera llena, la familia entera alrededor de la mesa, una vida digna y que el poder alimentarme no dependiera de esa frase vergonzosa que nunca me pude sacar de la cabeza, “me regala una moneda, señor”.

¿Por qué mi mamá tenía que ofrecer su amor para que mis hermanos comieran?

Elegir siempre fue mi condena: ir al colegio o ayudar a mi mamá a traer la comida a la mesa. Nunca un trapo sano, nunca un día normal, solo en sueños encontraba consuelo, ahí sí era feliz y normal.

Crecí en el anonimato de la marginalidad injustamente hasta que un día la conocí. “Ella es Smit, la justa, quien te va a proteger, dar poder y respeto”. Me gustaría nombrarlo, pero de ese modo lo traicionaría. Por eso, prefiero llamarlo El Facha, buen pibe, renegado de la vida, ojos claros, alto, con las manos flacas y dedos largos. Parecía que sus manos habían sido ensambladas para empuñar cualquier tipo de arma.

Vida injusta la que me tocó. Hoy me encuentro privado de mi libertad física, pero siento la obligación de decirles que es posible cambiar. Ya no soy más un número de causa. Soy Víctor Jesús Vega Saucedo.

La 38 quedó encajonada en un tribunal de supuesta justicia, y les quiero contar que conseguí un arma más potente que esa 38. Pero no se asusten ni los justos ni los opresores: la Faber Castel es legal. Aunque me sienta morir cada vez que me despierto en la llamada tumba, voy a vivir cada vez que alguien lea lo aquí escrito porque ya nadie podrá encerrar o matar mi verdad. Hoy soy libre.

 

Enterate cómo fue la presentación de la Diplomatura en Arte y Gestión Cultural del CUSAM, acá.

 

Nota actualizada el 28 de mayo de 2019

Un comentario

  1. Silvi dice:

    Admirable, Víctor y su historia. Muchos y muchas vivimos en un sistema que nos excluye. Sin llegar al extremo de necesidad de Víctor, tuve que arreglarmelas también contra un Estado ausente, para terminar la secundaria laburando, para seguir estudiando luchando contra el dolor de panza del hambre y la inflación de los ’80 que me ganó, porque abandoné después de tres años en la Unlu. Arreglarmelas contra el neoliberalismo de los ’90, viajando en los bondis truchos de José C Paz a San Martín para estudiar en el profesorado, también con un Estado ausente. Pero esa vez no me ganó el sistema y pude recibirme. Muchas veces con hambre, muchas veces caminando cuadras y cuadras para no gastar en boleto, otras viajando colada en el tren, llegando tardisimo a mi casa expuesta a la violencia de otros relegados como yo, viajando apretada otada cada día en el trucho… Al final, logré ser una maestra. Ahora estoy haciendo una diplomatura en la Untref, ya estoy grande, la vida sigue siendo difícil, pero no tanto. Estudiar para liberarse y conocer, saber. Estudiar para la liberación de otros y otras. Admirable Víctor, rendirse jamás. Nunca.

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