Escuela de Economía y Negocios

Guido Zack: “El objetivo de ‘pobreza cero’ es imposible para este período”

El coordinador del Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo (CIMaD) de la Escuela de Economía y Negocios analiza las mediciones del INDEC, que en septiembre de 2016 indicaron que el 32,2 % de la población argentina es pobre. Además, cuestiona las mediciones que el organismo público difundió hasta 2013 y afirma que, para alcanzar la “pobreza cero” en 2019 o 2023, la economía debería crecer a tasas imposibles.

Por Gaspar Grieco | Retrato: Pablo Carrera Oser

El debate sobre los valores reales de la pobreza sigue presente en las discusiones políticas. Del lado del macrismo, se insiste con el eslogan de “pobreza cero”—esgrimido desde el inicio de la campaña presidencial— y se critica la “pesada herencia” y la falta de credibilidad de las cifras difundidas por el INDEC en los últimos años. Del lado del kirchnerismo, se denuncia la política económica actual, a la que se señala como productora de más pobreza e indigencia. En medio de este panorama de acusaciones cruzadas, en septiembre de 2016 el INDEC informaba que el país había alcanzado un 32,2 % de pobreza. Según las mediciones del último trimestre de 2017 el PBI creció un 0,3 %.

Hasta ese momento, las últimas estimaciones de pobreza difundidas por el organismo habían sido de 2013, con un índice del 4,7 %. ¿Es posible que, en tan solo tres años, la pobreza hubiera aumentado casi treinta veces? La respuesta es no. En su artículo “Pobreza cero: La metodología de las promesas rotas” —recientemente publicado en la Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional del Nordeste—, el coordinador del Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo (CIMaD) de la EEyN, Guido Zack, cuestionó las mediciones previas del INDEC y puso en tela de juicio el principal eslogan de campaña del macrismo.

“Escribí este artículo a partir del deterioro de las estadísticas del INDEC. Si se hubiera medido correctamente la pobreza durante el período 2007-2015, no hubiéramos tenido que hacer un artículo de este tipo”, se lamentó el economista y sentenció: “Por otro lado, la ‘pobreza cero’ para este período es un objetivo imposible”.

El artículo de Zack señala que “los datos de condiciones sociales que difundió este año —por 2016— el INDEC no son comparables con los datos previos ni con las estimaciones de consultoras privadas”, dado que el organismo realizó una actualización metodológica, por lo que ahora mide la pobreza en forma diferente. El nuevo método modifica el requerimiento energético y las recomendaciones de nutrientes de cada individuo según el sexo y la edad y establece como unidad de referencia a un “adulto equivalente”: un hombre de entre 30 y 60 años necesita 2750 kilocalorías por mes para tener una correcta nutrición y desarrollo; una mujer de entre 18 y 29 años necesita 2106 kilocalorías ; una mujer de entre 30 y 45, 2111 kilocalorías ; y una mujer de entre 46 y 60 años 2090 kilocalorías . Luego, se traducen las kilocalorías necesarias en bienes alimentarios según el patrón de consumo que surge del armado de la canasta básica alimentaria y se calculan los precios de los productos según el Índice de Precios del Consumidor (IPC). Con esos datos, se determina el nivel de ingreso que necesita una persona.

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¿Cómo se traduce el parámetro de medición de los niveles de pobreza?

El que utiliza la Argentina es el método indirecto, con el que se estima una canasta básica alimentaria. Los precios de esos alimentos se obtienen a través del IPC y luego se calcula cuánto dinero necesita un adulto equivalente para no ser indigente. Después hay una forma de expandir la canasta alimentaria para hacer una canasta básica total, que incluye bienes como vestimenta, vivienda, educación y salud. Si esa canasta se compara con el nivel de ingreso de una determinada familia se puede saber si es pobre o no.

¿Considera adecuada esta nueva metodología?

La metodología no cambió tanto, es una actualización. Lo que cambió fue la Encuesta de Gasto de los Hogares, que es la que genera los indicadores sobre los que se basa el INDEC para medir. El cambio más importante de la medición de 2016 es que se comenzaron a tomar los patrones de consumo actuales, mientras que hasta 2013 se tenían en cuenta los mismos patrones establecidos en 1985, lo cual es incorrecto porque el consumo cambió mucho desde esa época. Creo que la actual metodología del INDEC es buena y no tan distinta de la que adoptó hasta 2006.

Teniendo en cuenta que no hubo mediciones serias durante mucho tiempo, ¿cómo se establecen hoy los nuevos parámetros de comparación?

Nosotros reconstruimos la serie de la pobreza con la metodología nueva, que obviamente aplicamos a los años anteriores, tomando variaciones distintas de las líneas de pobreza consideradas por el INDEC entre 2007 y 2015. El salto al 32,2 % de pobreza no significa que haya aumentado tanto en tres años, sino que, justamente, los requisitos para que una persona no sea pobre en la Argentina son muchísimos más. Luego los datos tiene que ser interpretados, porque si la línea de pobreza está en 10.000 pesos por familia, el que gana 9999 pesos no está tan distinto del que tiene 10.001. De esta forma, para saber si las condiciones sociales están mejorando o no en el país, no solo medimos la tasa de pobreza, sino también otros indicadores complementarios, como la brecha o la brecha al cuadrado.

¿Se tienen los datos de los niveles de pobreza de 2015 y 2016 con la metodología nueva?

Evidentemente, en 2016 la pobreza aumentó. Lejísimos de aumentar 12 puntos porcentuales o un 50 %, 2016 fue un año en el que la pobreza creció. Básicamente, porque la unificación cambiaria, que llevó a una devaluación del tipo de cambio oficial, aceleró la inflación y redujo los ingresos en términos reales.

¿Se refiere a la quita del cepo a finales de 2015?

Claro. La unificación cambiaria produjo una devaluación del tipo de cambio. Como sucedió siempre en la historia argentina, las salidas del cepo generaron devaluaciones del tipo de cambio oficial y llevaron a situaciones inflacionarias. En 2016, la inflación le ganó a los salarios y el consumo se resintió, con lo cual no solo los salarios cayeron, sino también la economía. Y sabemos que, cuando la economía cae, la pobreza aumenta. Según un estudio reciente del CIMAD, el ciclo económico tiene un efecto asimétrico sobre la pobreza: esto significa que un punto porcentual de crecimiento del PBI saca a menos cantidad de familias de la pobreza de las que entran ante un punto porcentual de caída.

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Durante la campaña de 2015 se dijo, y se sigue diciendo, que la economía no creció durante cinco años. ¿Cómo se explica esto?

El último año de crecimiento relativamente importante fue 2011. A partir de allí, hay un patrón clarísimo que muestra que, en los años impares, la economía crece y en los pares, decrece. Un hecho ineludible es que los años impares son años electorales y lo que tiende a suceder es que el dólar no presenta grandes alteraciones y eso hace que la inflación se desacelere. En 2014, se devaluó en enero, por lo que la inflación se aceleró y generó una caída del nivel de actividad; en 2015, se mantuvo el tipo de cambio, se desaceleró la inflación y la economía creció; en 2016, se levantó el cepo cambiario y fue un año inflacionario con caída de producto; ahora, en 2017, con un tipo de cambio estable, se crece un poquito. La ecuación es sencilla: si el tipo de cambio es estable, la inflación baja, los ingresos le ganan un poquito a la inflación y la economía se recupera. Si pasadas las elecciones vuelve el ajuste cambiario, la inflación se acelera, los salarios bajan, el consumo se resiente y la economía cae.

¿Cómo ve a la economía hoy?

La veo estancada y sin demasiada perspectiva de cambio en el corto plazo, básicamente porque la Argentina es muy dependiente de la disponibilidad de divisas internacionales. Por eso, durante el período 2004-2011, si bien hubo políticas internas que fomentaron el crecimiento, aumentaron los precios de las exportaciones por lo que la economía no tuvo escasez de dólares y pudo crecer. Hoy las reservas aumentaron gracias al endeudamiento y no a un superávit comercial, cosa que siempre es más frágil, pero la situación no parece que vaya a generar un crecimiento económico importante. Por un lado, el consumo está bastante estancado; por otro, la lluvia de inversiones que se anunció no sucedió. Un crecimiento a través de las exportaciones en la Argentina es completamente irreal porque representan solo el 10 % del producto. Sin embargo, son una variable clave, pero por el financiamiento en divisas que proveen.

Un eventual crecimiento de la economía no necesariamente se traducirá en una disminución de la pobreza. Para eso, son necesarias políticas públicas que fomenten el desarrollo de los sectores más vulnerables…

En términos teóricos, es totalmente posible que la economía crezca y la pobreza no disminuya, básicamente porque, en el caso argentino, la pobreza afecta al 30 % de la población. Si el crecimiento impacta únicamente en el 50 % más rico, la pobreza no se modifica, a pesar del crecimiento económico. Sin embargo, son raras las ocasiones en que el crecimiento no afecta para nada los ingresos de las personas con bajos recursos. Estoy convencido de que las políticas públicas importan y que, frente a un mismo contexto internacional, el Estado puede tomar medidas y llevar la economía del país hacia un lugar o hacia otro. También, de 2003 a 2011 el contexto internacional fue muy favorable y, con eso, se impulsaron políticas que fomentaron el crecimiento y disminuyeron la pobreza. La pregunta que hay que hacer es si esas políticas públicas permitieron que ese crecimiento fuera sostenible en el tiempo. Luego de la salida de la crisis internacional de 2008 y 2009, se podrían haber diseñado políticas públicas que potenciaran el crecimiento de mediano y largo plazo, y no solo el de corto.

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¿Cómo el incentivo a la industria y la innovación, por ejemplo?

Sí, eso seguro; sin lugar a dudas hay que fomentar la diversificación productiva. Con una matriz exportadora como la que tiene hoy la Argentina no hay posibilidad de desarrollo. Pero yo me refería a cuestiones macroeconómicas que tienen que ver con el ciclo económico. Todos queremos ser contracíclicos en la recesión porque, justamente, eso implica poder aumentar el gasto público, bajar la tasa de interés, manejar el tipo de cambio y fomentar el crecimiento. Obviamente, el ciclo político puede no coincidir con el ciclo económico, pero, independientemente del ciclo, las políticas de diversificación productiva y educativa, y de desarrollo del sector de la ciencia y la tecnología son necesarias.

Usted señala en el artículo que es imposible alcanzar la “pobreza cero” en los dos años que le quedan al Gobierno, incluso si se extiende en un segundo mandato…

Sí, es imposible. A la pobreza hay dos maneras de reducirla: con crecimiento económico y con mejoras de la distribución del ingreso. Nosotros planteamos escenarios de crecimiento y mejora de la distribución del ingreso necesario para lograr una pobreza cero al cabo de 2019 y, eventualmente, al cabo de 2023. Lo que resulta extraño es que una campaña presidencial se base en una promesa de pobreza cero cuando se sabe que no es cumplible. No es un objetivo que la Argentina esté en condiciones de plantearse ni en el corto ni en el mediano plazo, porque se necesitarían tasas de crecimiento altísimas o una distribución del ingreso bastante mejor que la de los países desarrollados. Sería necesario tener un objetivo de pobreza decreciente en los próximos 10 años. Para lograr esa pobreza decreciente es necesaria la participación activa del Estado, porque, de acá a 30 años, seguro va a haber años de caída del producto. En esos años, el Estado debería generar políticas en pos de la mejora en la distribución del ingreso para evitar el deterioro de las condiciones sociales del país.

Nota actualizada el 20 de septiembre de 2017

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