Agencia TSS, FUNINTEC

Osvaldo Calzetta Larrieu y una apuesta por el reactor nuclear CAREM25

El presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica disertó en la UNSAM sobre el proyecto CAREM, el reactor nuclear de producción de energía de diseño argentino cuya construcción se lleva a cabo en la ciudad de Lima (Buenos Aires). La charla se dio en el marco del encuentro Futuros Energía que organizó la FUNINTEC.

Matías Alonso, Agencia TSS. Foto: Pablo Carrera Oser

En el marco del programa Futuros Energía, organizado por la Fundación Innovación y Tecnología (FUNINTEC) y la UNSAM a principios de octubre, el presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Osvaldo Calzetta Larrieu, brindó la charla “Energía nuclear: Futuro en la Argentina”, en la que dio algunas precisiones sobre los avances en el desarrollo del reactor nuclear de baja potencia CAREM25, una pequeña central de diseño argentino que prevé la integración local del 70 % de los insumos, componentes y servicios energéticos requeridos.

El CAREM es una pequeña planta nuclear capaz de producir 25 MW de energía eléctrica, pero que puede integrarse de forma modular para llegar hasta los 100 MW. Su construcción comenzó en 2014 en el complejo Atucha (Lima, Buenos Aires) y se estima que la puesta en funcionamiento será en 2020. Sus características lo hacen ideal para el abastecimiento eléctrico a zonas alejadas de los grandes centros urbanos —donde las condiciones geográficas o el clima dificultan el transporte de combustible y el tendido de redes eléctricas— o a polos fabriles con alto consumo de energía. Además, ofrece otras prestaciones vinculadas con la desalinización y la provisión de vapor para diversos usos industriales. Otra de sus particularidades es que todos los sistemas de control están incluidos en el recipiente de presión que contiene al reactor, lo que permite prescindir de bombas externas de control y fijar una regulación a partir de principios físicos como la gravedad y la diferencia en la densidad de los materiales a diferentes temperaturas. En este sentido, sus características le permitirían evitar los riesgos que se presentan en los reactores nucleares convencionales tras un corte de energía eléctrica.

Calzetta Larrieu —quien trabaja en la CNEA desde 1982, cuando participó de la puesta en marcha del reactor de Investigación RA6— se refirió al mayor grado de seguridad que ofrece el CAREM respecto de otros diseños de reactor. “El accidente nuclear de Fukushima, en Japón, ocurrió porque el terremoto cortó las líneas de energía eléctrica y el tsunami inundó los cuartos de los generadores de emergencia diésel. Con el CAREM, esos sistemas no son necesarios: en el caso de un corte total de luz, las válvulas de control se abren y apagan el reactor”, explicó. Así, ante un corte total de energía, el CAREM podrá pasar en solo dos segundos del 100 % al 6 % de potencia, hasta cesar su funcionamiento.

Los reactores tradicionales usan barras de control para reducir su potencia, pero esto sucede cuando están calientes; cuando están fríos, es necesario absorber los neutrones mediante la utilización de boro, un elemento químico que actúa como barrera y evita que el reactor esté fuera de control. Para volver a encenderlos, primero hay que eliminar todo el boro. En cambio, tras un apagado total, el CAREM podría volver a encenderse sin mayores inconvenientes.

Según estimaciones de la CNEA, el mercado mundial de este tipo de centrales alcanzará los 400.000 millones de dólares, de los cuales la Argentina, por ser el primero en diseñar y poner en funcionamiento este tipo de plantas, podría quedarse con el 15 %. En el marco de esta iniciativa, se buscará crear una empresa integrada por la CNEA, el INVAP —empresa que puso en marcha en Australia el reactor OPAL con la asesoría de Calzetta Larrieu— y Nucleoeléctrica Argentina (empresa que opera las tres centrales nucleares de la Argentina) para comercializar este desarrollo en el mundo.

Durante su presentación, Calzetta Larrieu explicó que la mayoría de las empresas que fabrican reactores nucleares iniciaron sus proyectos en los años cincuenta, cuando el desarrollo de la tecnología recién despuntaba y las regulaciones eran considerablemente menores a las actuales.

Al respecto, el titular de la CNEA señaló que las condiciones regulatorias que rigen hoy en día son mucho más restrictivas. “El desarrollo del primer reactor de diseño 100 % nacional implicó múltiples desafíos técnicos que derivaron en retrasos y rediseños en la obra, aunque también en una gran generación de conocimiento sobre estándares de seguridad”, explicó.

Al cierre, Calzetta Larrieu también se refirió a los retrasos en el comienzo de la construcción de Atucha III, que debía comenzar en 2016, pero que se demoró por cuestiones de negociación con el proveedor chino. “No es fácil negociar con los chinos, nosotros tampoco somos fáciles y las estructuras de financiamiento nunca estuvieron bien definidas”, concluyó.

Nota actualizada el 27 de octubre de 2017

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