Gente de Humanidades

Marcelo Gorga: “Que la reflexión bioética esté presente en estudiantes y docentes”

Conversamos con el coordinador del Programa de Neuroética del Centro de Investigaciones Psicopedagógicas Aplicadas (CIPA) de la UNSAM, profesor de la Cátedra de Neurociencias Aplicadas al Aprendizaje de la Licenciatura en Psicopedagogía (EH) y profesor del Diploma de Estudios Avanzados en Desarrollo e Intervenciones Tempranas (UNSAM). Gorga también es miembro titular del Comité de Ética y del Programa de Bioética del Hospital de Clínicas José de San Martín (UBA) y médico neurólogo infantil del Centro Asistencial Universitario (CAU-UNSAM).

“Vivo en el barrio porteño de Versalles con mi esposa Ana y nuestros tres hijos: Mateo, de 14 años; Malena, de 11; y Paz, de 7. Soy médico recibido en la UBA. Hice mi residencia de pediatría en el Hospital Elizalde (ex Casa Cuna) y, posteriormente, de Neurología Infantil en el Hospital Garrahan, por lo que obtuve el título de especialista en Neurología Infantil”, cuenta Gorga.

¿Porque una segunda carrera?

Siempre tuve un interés particular por las humanidades y, finalmente, decidí estudiar la carrera de Filosofía en la UNSAM. Yo ya trabajaba aquí, en la Carrera de Psicopedagogía de la Escuela de Humanidades.  Esta doble vertiente en mi formación terminó desembocando en un interés combinado por la neurociencia y la bioética.

En la práctica, ¿cómo plasmás ese doble interés?

En muchos frentes: desde 2008, estoy a cargo de la asignatura Neurociencias Aplicadas al Aprendizaje de la carrera de Psicopedagogía de la EH. En 2010, desde el Centro de Investigaciones Psicopedagógicas Aplicadas (CIPA), creamos el Programa de Neuroética, cuyas actividades actualmente coordino. A su vez, soy médico neuropediatra del Centro Asistencial Universitario (CAU) de la UNSAM, lo que me permite seguir en contacto con aspectos asistenciales de la práctica médica dentro de la misma universidad. Además, soy profesor de Bioética y Derechos Humanos en la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de La Matanza y de Educación para la Salud en el Colegio Nacional Buenos Aires de la UBA. Por otra parte, soy miembro del Programa de Bioética y del Comité de Ética del Hospital de Clínicas José de San Martín de la UBA.

Hablemos del Programa de Neuroética y de la relación entre los conceptos de neuroética y bioética.

El Programa de Neuroética surge a partir del reconocimiento, por parte de un grupo de docentes de la Carrera de Psicopedagogía, de la importancia y la necesidad de explorar, investigar, enseñar y difundir aquellos problemas éticos asociados al uso de los nuevos conocimientos acerca del cerebro, que de por sí son relevantes en el terreno de la psicopedagogía. Algunos de esos problemas ya venían siendo estudiados en el ámbito de la bioética y, más recientemente, en el de la neuroética.

La bioética propone una reflexión ética acerca de los problemas planteados por las disciplinas vinculadas con la vida (la medicina, fundamentalmente, pero también  la psicología y la psicopedagogía, entre otras), el desarrollo biotecnológico y la investigación. A su vez, la neuroética busca estudiar las implicancias éticas, políticas y sociales que se asocian a los nuevos conocimientos sobre el cerebro cuando estos son transferidos, por ejemplo, a los campos de la salud y la educación, por mencionar aquellos de mayor interés para la psicopedagogía.

¿Qué temas relacionados se tratan en la actualidad?

Podemos destacar el llamado “neuromejoramiento” a través del uso de fármacos denominados “mejoradores cognitivos” (fármacos con la capacidad de modificar desempeños atencionales o de memoria, por ejemplo) en personas con trastornos cognitivos como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, pero también en personas sanas; el desarrollo y uso de herramientas biotecnológicas aplicables al diagnóstico de enfermedades neurológicas pero que también pueden ser utilizadas para evaluar funcionamientos cerebrales en personas sanas, como por ejemplo, las resonancias magnéticas cerebrales funcionales; la detección de marcadores biológicos como, por ejemplo, genes o alteraciones genéticas que indican el riesgo de enfermedades neurológicas o perfiles conductuales específicos no necesariamente patológicos. Todos estos temas se vinculan con problemas relevantes desde una perspectiva ética, que entre otras cosas involucra el determinismo biológico, la autonomía y libertad de las personas, la dignidad humana, la identidad, la estigmatización y la discriminación, el derecho a la salud, la responsabilidad de los profesionales de la salud, de los productores de biotecnologías, de los investigadores y del Estado.

¿Es difícil establecer criterios uniformes?

La neuroética surge en el mundo anglosajón y se ha hecho eco de ciertos conflictos que las comunidades de los países más ricos del mundo identifican como más importantes. Sin minimizar la importancia de estos problemas, el hecho de vivir en un país latinoamericano con necesidades y problemas específicos, nos ha llevado a reflexionar, desde nuestro programa, qué conflictos sería necesario abordar en un medio como el nuestro. Por esta razón es que promovemos especialmente una reflexión acerca de los conflictos éticos implicados en el neurodesarrollo cuando este se da en contextos de pobreza; en la definición de los estados de salud y enfermedad en relación a la evaluación de las funciones cerebrales y los valores sostenidos por nuestras comunidades, y su influencia en las prácticas en salud y educación; en el uso científicamente adecuado y la accesibilidad vinculados a los nuevos desarrollos biotecnológicos; en la definición de los estados de discapacidad y la influencia que los entornos sociales tienen sobre la misma y sobre el respeto de los derechos humanos de las personas con discapacidad; y en la investigación científica con poblaciones altamente vulnerables como la de los niños con trastornos en el neurodesarrollo, entre otros temas.

En medio del debate planteado pudimos advertir que muchos de los temas éticamente conflictivos excedían el terreno específico de la neuroética y alcanzaban el de la bioética y los derechos humanos. Por ejemplo, el tema de cómo el hombre ha pasado a ser, en muchos casos, un instrumento para el desarrollo de la ciencia y la tecnología en lugar de un fin en sí mismo; o la relación entre pacientes y profesionales de la salud, docentes y alumnos, padres e hijos, adultos y niños, ciudadanos y Estado desde una perspectiva de desarrollo humano. Con el objetivo de incorporar el abordaje de todos estos temas y promover la reflexión sobre los mismos es que creamos, desde Programa de Neuroética, el Grupo Interdisciplinario en Bioética y Derechos Humanos de la Escuela de Humanidades. De las actividades de este grupo participan actualmente docentes de la carrera de Psicopedagogía con el objetivo de transversalizar el estudio de estos temas en los contenidos curriculares de la carrera de tal manera que la reflexión bioética se convierta en una actitud siempre presente en los estudiantes y docentes, y vinculada con el rol profesional.

 ¿Que recomendarías en el ámbito de nuestra institución?
Los temas exceden ampliamente el terreno de la psicopedagogía. Siendo la universidad un ámbito multidisciplinario en el cual se generan conocimientos con impacto directo sobre la calidad de vida de las personas, sería importante llevar este debate al resto de los ámbitos académicos de la UNSAM. Resulta difícil imaginar una política de desarrollo tecnológico y científico cimentada en los intereses de las personas como fines en sí mismas si no se da inicialmente una reflexión acerca de sus potenciales implicancias éticas y de la importancia que dichas políticas podrían tener desde el punto de vista del bienestar de las personas.

Al día de hoy, no hemos identificado dentro de la UNSAM espacios institucionalmente reconocidos de reflexión en este sentido como, por ejemplo, un Comité de Bioética, que sería un ámbito posible para estos debates. Es por esto que tanto el Programa de Neuroética, como el Grupo Interdisciplinario en Bioética y Derechos Humanos se plantean como instancias iniciales y promotoras del desarrollo de espacios cada vez más amplios y participativos en los que se pueda dar cuenta del vínculo dinámico y permanente que se establece entre biología y sociedad.

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Nota actualizada el 20 de abril de 2017

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