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La UNSAM celebró a la Pacha

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Al finalizar el mes de la tierra, estudiantes y docentes de la UNSAM realizaron una ceremonia de ofrenda a La Pachamama. Aquí, una crónica realizada por Hernesto Mussano, mentor del evento y docente de la Licenciatura en Artes Escénicas de la UNSAM.

Por Hernesto Mussano

El martes 30 de agosto, en el Mes de La Tierra, se realizó en el Campus de la UNSAM una Corpachada, ceremonia de ofrenda a la Pacha Mama, organizada por el Instituto de Artes Mauricio Kagel y UNSAM Sustentable.

Al mediodía, los allí reunidos cavamos un pozo “cuando el sol pega derecho”, como diría “la Doña”, abriendo la puerta al útero de la Madre y preparando todo para recibir los dones. Luego, los “aguayos” tiraron una pincelada de color alrededor del hoyo, buscando, tal vez, generar un espacio sagrado.

Así fueron llegando los alumnos convocados por el IAMK para colaborar con la preparación de los dones que se arrimaron a la Tierra. El grupo se colocó las máscaras realizadas por la escultora Valeria Dalmon y los vestuarios elegidos para el desarrollo de la performance Animal Sapiens, en la cual participaron alumnos de fotografía, danza, títeres y circo. La ceremonia se realizó con la intención de intercambiar y brindar un espacio para la expresión al margen de la especificidad de las disciplinas que intervinieron, invitando a provocar los límites que separan. Un grupo hermoso, comprometido y dispuesto.

Entre organizadores, técnicos, transeúntes curiosos y participantes informados, se fue armando la cosa. La voz de Rodolfo Kusch irrumpió en imagen y pensamiento a través de algunos fragmentos del documental Hombre bebiendo luz. Otras voces se sumaron a contar la vida, la actitud y la filosofía de este antropólogo que nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada de y desde América y sobre los fundamentos del ser y el estar del hombre. Una presencia soslayada a la que algunos consideramos fundamental reivindicar, sobre todo en el ámbito académico.

Luego, Luzmila Carpio entonó su canto privilegiado, sobre el cual se lanzaron los artistas performáticos, quienes produjeron con sus movimientos una atmósfera onírica, aletargada de tiempo y tenue por el color de la luz.

Las ofrendas eran abundantes: tabaco, comidas varias, frutas, legumbres, cereales, yerba…

Por último, cada uno de los presentes se acercó al hoyo-útero y, de rodillas en la tierra, dio de comer a la Pacha como un modo de agradecer la incondicionalidad de su “siempre dar”. Fue una fiesta sensible y alegre en la que participaron estudiantes y profesionales de las ciencias y las artes. Un encuentro que marcó una alianza y un reconocimiento a la ritualidad, a lo popular y a lo ancestral como parte de la unidad que somos y hacia la conciencia que necesitamos.

Nota actualizada el 6 de marzo de 2017

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