Escuela de Ciencia y Tecnología

Cómo aliviar las facturas de energía, por Salvador Gil

El director de la carrera de Ingeniería en Energía de la UNSAM aporta algunas claves para disminuir el gasto del gas y la electricidad*.

En estos días, hay una genuina preocupación social por el costo de las facturas de gas y electricidad. El impacto económico en muchas familias es muy importante y debemos esforzarnos para mitigarlo. La experiencia histórica demuestra que esto es posible, Alemania y Dinamarca son sólo dos de los muchos ejemplos que existen en el mundo.

En un contexto de tarifas más reales, con estímulos y señales claras por parte del Estado, la demanda de artefactos más eficientes crecerá, haciendo más masiva la producción y la competencia en este sector del mercado y volviéndolos así más baratos.

Una heladera hoy consume un tercio de la energía que en 1973. En promedio, tiene un 20 % más de capacidad de almacenamiento y cuesta la mitad de los antiguos equipos, cuando se corrige por inflación. Los nuevos lavarropas usan un 70 % menos de energía que hace tres décadas y los nuevos acondicionadores de aire gastan un 50 % menos de energía que los de una década atrás. Sin embargo, su costo es menor cuando corregimos por efecto de la inflación.

La iluminación, en general, constituye alrededor del 15 % al 25 % del consumo eléctrico de nuestros hogares. En toda vivienda hay, por lo general, un  conjunto  de lámparas que usamos por varias horas todos los días y éstas son las más influyentes en el consumo. Para dar una iluminación equivalente a una lámpara de 60 Watts, podemos usar una incandescente halógena, que cuesta unos $ 25 y tiene una duración aproximada de mil quinientas horas. También podríamos usar una de bajo consumo (LFC) que para producir la misma iluminación cuesta alrededor de $ 75 pero con una duración 6 veces mayor. La aparentemente más cara sería la LED, que para producir la misma iluminación cuesta en el orden de $ 145 , pero con una duración que es entre 15 a 20 veces mayor que las incandescentes. Para comparar los costos debemos recordar que la LED dura 15 veces más que una incandescente halógena. Por lo tanto, lo que debemos comparar no es $25 con $145, sino 15x$25= $375 con los $145 de la LED. Pero si reparamos en que la única razón por la que adquirimos una lámpara es porque la vamos a encender, es justo y razonable que incluyamos el costo de la energía en este cálculo. Para hacer las cosas más claras, vamos a calcular el costo de mantener las lámparas iluminando por unas 30 mil horas, que es la vida útil de una LED. Para lograr iluminarnos por esa cantidad de horas, a un costo de la electricidad de $1/kWh, que es lo que paga un usuario medio de Córdoba o Santa Fé, el costo de la electricidad por las 30 mil horas es de: $290 con LED, $ 450 con LFC y $ 1900 con incandescentes halógenas. Incluyendo el costo de las lámparas y electricidad, iluminar por 30 mil horas con una LED cuesta unas 5,6 veces menos que con una incandescente y 1,6 veces menos que con una de bajo consumo. Estos costos se ilustran en la Figura. Además, como ejemplo de la caída de los precios, en Alibaba.com, las LED ya se comercializan por menos de 1 dólar.

Cuando las empresas y el Estado, adquieren un nuevo equipo, la decisión de compra no debe realizarse sólo en términos de su menor precio, sino por su menor costo de operación a lo largo de su vida útil, lo cual incluye su consumo de energía. De modificarse esta simple pauta de compra, no solo las empresas y el estado ahorrarían importantes recursos, sino que al mismo tiempo contribuirían a promover el desarrollo de productos más eficientes y económicos. Dado que el Estado es un gran comprador y consumidor de equipos y energía, este cambio de comportamiento tendría gran impacto en el mercado y en aliviar los consumos.

Otra acción que el Estado podría realizar, es auspiciar mecanismos de financiación a los usuarios para facilitar la adquisición de equipos más eficientes, e incluso subsidiar a aquellos usuarios con tarifas sociales. Además de beneficiar a los consumidores para que puedan reducir sus facturas, el Estado se ahorraría cuantiosas inversiones en infraestructura y subsidios a la energía que, como todos sabemos, a la larga no son sustentables, a la par de reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.

La energía más barata y limpia, es la que no se usa.

 

Figura. Costo de iluminación usando tres tecnologías diferentes: LED, fluorescentes compactas (LFC) e incandescentes. Como se ve, teniendo en cuenta el costo de la electricidad, a lo largo de la vida útil de una LED actual, el costo total de iluminación usando LFC es 1,6 mayor que la de LED y con incandescentes halógenas de 5,6 veces mayor que la de LED.

* Nota publicada en el diario Perfil

Nota actualizada el 5 de agosto de 2016

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