Por Gaspar Grieco | Foto: Pablo Carrera Oser

Paredes hechas con cartones, techos de chapa sostenidos con alambres y cimientos de madera recogidos de entre los escombros son algunos de los detalles que muestran la precariedad de las sukkah (‘casas’) en las que viven cientos de familias en el desierto de Israel —refugiados beduinos que, excluidos de toda forma de vida digna, no sólo sufren hambre, frío y la hostilidad humana, sino que también son acechados por una persecución política constante—.

En un intento por difundir y denunciar estas formas de vida, el dúo argentinoisarelí Sala-Manca, conformado por Diego Rotman y Lea Mauas, compró en 2014 una modesta sukkah a una de estas familia de refugiados e hizo una reproducción idéntica. Luego, la obra fue adquirida por el Museo de Israel de Jerusalén, y las ganancias fueron compartidas con la familia beduina. Los autores titularon la experiencia “The Eternal Sukkah” (“la sukkah eterna”).

Durante el encuentro realizado en el stand UNSAM de la Feria del Libro, el dúo artístico compartió un video documental sobre el proceso y contó: “La reproducción de la casa fue idéntica. La hicimos así para representar la realidad de los refugiados. Fuimos muy criticados por el gobierno de Israel porque en Jerusalén hay una censura artística cada vez más grande”.

Interesado en promover el diálogo entre la sociología económica y las prácticas artísticas como la concretada por Rotman y Mauas, el decano del IDAES, Alexandre Roig, explicó que “el arte es político cuando hace un desplazamiento de significados, es decir, cuando provoca, cuando transgrede. De esta forma, se ve cómo, desde el arte, se repiensan condiciones sociales y económicas”.

El sociólogo también enfatizó que es “imposible encontrar un proceso social por fuera de lo económico y lo simbólico” y llamó a la conformación de “unas nuevas ciencias sociales integrales”, dado que “es muy productivo el encuentro entre las ciencias sociales y el arte porque permite instalar nuevos objetos y nuevos interrogantes”.

Por último, y gracias al especial trabajo del dúo Sala-Manca, Roig sintetizó la noción de “resistencia” que está implícita en el arte: “Este trabajo artístico muestra la identidad del pueblo beduino, y la identidad es una forma de resistencia.  Creo que las ciencias sociales y el arte son los encargados de desordenar el mundo, y esa es la mayor fuente de resistencia”.

Además de un diálogo entre el arte y las ciencias sociales, los asistentes también pudieron conocer una parte de la realidad de los refugiados beduinos, sometidos a las cruentas consecuencias de la lucha económica, política y religiosa.