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Claudia Muniain: “Hablar del mar es hablar de todo”

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La docente e investigadora del 3IA es una verdadera mujer marina: oriunda de las frías costas de Comodoro Rivadavia, tiene una extensa trayectoria en el estudio de las especies del mar argentino y una especial visión estratégica para el desarrollo productivo de este invaluable recurso natural. “Hay que salir a buscar economías regionales vinculadas al conocimiento científico”.

Por Gaspar Grieco | Fotos: Pablo Carrera Oser/ Claudia Muniain

Desde niña, Claudia Muniain se entusiasma con el mar. A orillas de la inmensidad azul, sueña con descubrir las maravillas que se esconden en las profundidades oceánicas de su ciudad natal. De vuelta en su casa, su mente continúa sumergida; una y otra vez, relee las aventuras acuáticas del célebre Jaques Cousteau, con quien viaja a bordo del buque Calypso, descubriendo nuevos mundos.

Hoy, aquella niña apasionada se desempeña como bióloga marina en el 3IA, donde investiga las especies que habitan el mar argentino y además da clases en la Especialización y Maestría en Gestión Ambiental. “Hablar del mar es hablar de todo”, dice esta licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), que además cuenta con un doctorado en Biología por la Universidad de Oviedo (España) y un post doctorado en el Istituto di Chimica Biomolecolare (CNR, ITALIA).

Sentada junto a su biblioteca del 3iA, en la que expone como un tesoro la colección completa de fascículos firmados por Cousteau, Muniain destaca la importancia que en los últimos años se le otorgó a la investigación marítima en el país, cuenta los principales aspectos de su trabajo y rememora aquel difícil momento del año 2000, cuando -a dos años de su regreso al país- el Gobierno de turno la mandó a “lavar los platos”.

¿Por qué le apasiona tanto el mar?

Hablamos de un mundo que muchos no conocen. El acceso al mar y a todo ese universo es muy complejo porque estamos acostumbrados a nuestra cultura argentina del campo. Cuando se intenta potenciar desde el estado proyectos importantes vinculados al desarrollo de los intereses marítimos, se debe pensar a largo plazo. Si entendemos que nuestro planeta está en un 71% cubierto por agua y, sobre eso, un 97% es agua salada y el resto dulce, no podemos dejar de pensar en la importancia que tiene el mar en nuestras vidas. Por ejemplo, la presencia de microorganismos que no conocemos hacen que existan las grandes especies que todos admiramos, además de otras especies a las que no prestamos tanto interés, como las micro y macro algas marinas o algunos invertebrados cuyo potencial es enorme. Especies que se distribuyen gracias a ciertas corrientes marinas, cálidas o frías y que afectan zonas específicas del mar, y a las que debemos estudiar para poder conservar. Todo está íntimamente entramado y es fascinante. El mar tiene de todo: alimento -que es un tema actual y a futuro, de interés mundial-, moléculas químicas con poderes medicinales, y el recurso ‘agua’, con el desarrollo de las plantas desalinizadoras en auge en varios países del mundo, entre tantos otros aprovechamientos.

Punta Marques ph: Claudia Munian

Punta Marques
Foto: Claudia Munian

Con su equipo de trabajo investigan la biodiversidad marina y sus posibles usos productivos ¿Cómo es esto?

Hacemos investigaciones interdisciplinarias  a partir de los organismos marinos, con estudios de ecología química marina, química orgánica y química analítica ambiental. Muchos organismos marinos poseen metabolitos -moléculas químicas producidas por el propio metabolismo-con  interesante bioactividad, o la pueden tomar de la presa con la que se alimentan, o bioacumular macro o microelementos del ambiente. La UNSAM, al formar parte del Polo Tecnológico Constituyentes, nos permite trabajar en colaboración con el INTI y la CNEA, donde tenemos importante infraestructura en equipamiento específico para llevar adelante diversos estudios. También trabajamos activamente con el instituto italiano donde me formé, y  este año una de mis becarias ha tenido la posibilidad de participar de una estancia de investigación y formación posdoctoral. El intercambio con universidades nacionales como la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco  y con la Universidad Nacional de Mar del Plata, es enriquecedor a nivel de integración federal, así como colaborar en la formación de recursos humanos de tesistas de grado y doctorado, pero también hemos tenido excelente resultados con universidad privadas, como la Universidad Favaloro. Con el Instituto Nacional de Investigación Pesquera (INIDEP) hemos realizado importantes avances en experimentación marina, con evaluación de bioactividad, dada su amplia trayectoria en laboratorios de maricultura para cría de peces y resultando en publicaciones conjuntas. Estudiamos como línea eje a la biodiversidad marina aplicada.

¿Qué es la biodiversidad aplicada?

La pesquería de langostinos en el Golfo San Jorge (Chubut) es la de mayor importancia económica, y a la vez, la que mayor impacto genera en el fondo marino porque se realiza por arrastre. Cuando se extraen los langostinos, también participan muchísimas otras especies que se descartan. Esa “fauna acompañante” puede estudiarse y, en gran parte ,aprovecharse, porque tiene una potencialidad aplicable. De hecho, la misma cáscara del langostino que se descarta tiene interés por las propiedades que contiene. En octocorales descartados, nosotros encontramos actividad química anti-incrustante, en inmensas cantidades -algo que tiene posible aplicación en pinturas o films. También encontramos nuevas moléculas con actividad antitumoral en una especie de briozoo. Cuando hablamos de biodiversidad aplicada es, en este caso, estudiar a cada una de las especies involucradas en esta pesquería, con un seguimiento y evaluación temporal para determinar el nivel de impacto a largo plazo del arrastre y del tipo de aprovechamiento que puedan realizarse de los descartes. No nos gusta justificar la falta de conservación de varios de los octocorales que están siendo arrancados del fondo del mar y “descartados” para buscarle aplicaciones, sino darle valor  a lo que no se conoce, mediante investigación interdisciplinaria.

Hizo su doctorado becada en España y en Italia. ¿Cómo fue el regreso a la Argentina? 

Cuando volví del extranjero en 1998, la Fundación Antorchas me otorgó una beca de postgrado, algo que me ayudó muchísimo, porque era una época en la que todos se iban. El subsidio duró dos años, luego entré como becaria al CONICET, pero en el 2000 vino el caos total, y entonces me quedé afuera del sistema. Seguí investigando con las líneas que tenía, iba a la UBA donde me ayudaban los colaboradores químicos. Además, decidí ser mamá y conseguí una asesoría en las comisiones de Recursos Naturales y de Intereses Marítimos en la Cámara de Diputados, esperando a ver qué pasaba, porque estaban congelados los ingresos a carrera del CONICET. Finalmente, me salió la entrada a la carrera en 2002, pero no se podía destrabar todo lo que estaba paralizado. En 2004, considerando a la Ciencia y a la Tecnología como áreas prioritarias de transformación para nuestro país, el presidente Néstor Kirchner, por decreto presidencial, nos hizo entrar  y, por suerte, después se creó el Ministerio.

¿Cómo llegó a la UNSAM?

Durante diez años trabajé en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, experiencia que me sirvió mucho para desarrollar la línea  taxonómica y acceder a bibliografía y colecciones únicas en el país. Pero siempre me gustó más la parte aplicada. Entonces, en 2008 llegué a la UNSAM, que junto con el INTI y la CONEA tiene una mirada más tecnológica. La parte industrial me interesa mucho,  ver cómo los recursos naturales pueden llegar al mercado por distintas vías, como la farmacología, la cosmética o la dietética, la maricultura, etc. Cuando conocí la UNSAM, me atrajo como universidad, como concepto moderno, de escuelas, institutos, polos tecnológicos. Primero, me gustó mucho que hubiera una Escuela de Ciencia y Tecnología. Después, con la creación del 3IA, empezamos a trabajar con equipos humanos de primer nivel. Desde el Instituto tratamos de no perturbar la biodiversidad y la conservación de los recursos. Por eso, varios de los estudios que llevamos adelante los hicimos con descartes pesqueros de langostinos y  de viera, en colaboración con colegas del INIDEP en sus frecuentes campañas. Hicimos estudios muy interesantes que se publicaron en revistas internacionales como el Journal of Natural Products, Journal of Experimental Marine Biology and Ecology, Marine Biodiversity, etc; investigaciones novedosas de base que tenemos que publicar por pertenecer al sistema científico, pero que además nos interesa transferir a la sociedad, que de a poco está abriendo su mirada al mar.

Algas invasoras ph: Clauda Muniain

Algas invasoras
Foto: Clauda Muniain

¿Hay un potencial en el país para empezar a estudiar el mar?

Totalmente. Está la maricultura, que es el cultivo de organismos con potencialidad, y que está creciendo en nuestro país. De hecho, el año pasado la Universidad creó la carrera de Ingeniería en Acuicultura dependiente del Instituto de Investigaciones en Biotecnología (IIB-INTECH– Chascomús), donde hay un grupo de trabajo buenísimo. A nivel pesquero tenemos muchísimas falencias y no hay tantas universidades con carreras pesqueras, ni formación en doctorados en ciencias marinas. En los últimos años, los programas políticos han incentivado de alguna manera todo esto.

¿Qué pasaba antes? ¿Por qué estaba descuidado en Argentina el estudio del mar?

No podemos decir que nunca se hizo nada. Ahora hay un mayor financiamiento, mejor infraestructura, equipamiento y capacitación. Lo importante es proyectar los intereses, que haya áreas prioritarias donde se realizan ese tipo de investigaciones. Este año, me interesó la sanción de la ley PROMAR, que tiene como objetivo impulsar este tipo de desarrollos. Ojalá se avance en varias líneas que el país necesita. Se pueden comercializar gran cantidad de recursos naturales marinos para consumo o exportación. De hecho, podría haber una red de pymes “marinas” que trabajen en desarrollos locales específicos. Lamentablemente, en los ’90 se hicieron convenios con países europeos que vinieron con sus barcos, pescaron y la depredación de los recursos continuó en aumento. Esperemos que la conservación del mar, desde los aspectos ambientales hasta su potencial en recursos, sea transferido y reconocido por gran parte de la población, para que puedan de defenderlos.

¿Cómo creés que se puede incentivar esa producción?

Con políticas integrales, tanto municipales y provinciales como nacionales, donde el científico esté en contacto con las diferentes actividades que se desarrollan referentes al mar -pesquería artesanal, acuicultura, determinación de lugares estratégicos de pesca, evaluación de la calidad ambiental de los diferentes lugares que certificarán a la vez el valor del “recurso-producto”, etc-. Potenciar a las economías regionales, vinculándolas al conocimiento científico. Hay un montón de gente joven con interés en distintos aspectos de la vida marina. No es solamente la ballena, el delfín, el lobo marino y los pingüinos, hay muchísimo caudal de gente que se preocupa también por el tema ambiental en general, el turismo y paisaje costero, la basura dentro y fuera del mar, el deporte náutico y obviamente el tema económico-productivo. Lo ideal es estudiar interdisciplinariamente desde las ciencias exactas hasta los aspectos sociales. Todos queremos que avancen estas ideas entre las instituciones y que exista el financiamiento para que cada vez haya más estudiantes y capacitación. Por lo demás, que los científicos sintamos que nos apoyan y que lo que hacemos interesa nos llena de orgullo.

Nota actualizada el 16 de septiembre de 2016

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