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“En ciencia las frustraciones son constantes, pero es el mejor trabajo del mundo”

Juliana Cassataro es bióloga especializada en inmunología, pero se define como científica. Aquí, una entrevista a la investigadora y docente del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM que desde hace más de 15 años trabaja en el desarrollo de nuevas vacunas de uso humano.

Por Vanina Lombardi

De chica le encantaba perderse entre documentales, revistas, libros y todo lo que la llevara a descubrir más detalles de la naturaleza y el mundo que la rodeaba: Juliana Cassataro (41) siempre supo que su trabajo estaría vinculado a la salud humana. Hoy, esta bióloga recibida en la Universidad Nacional de Mar del Plata y con un doctorado en Inmunología de la UBA se desempeña como investigadora del CONICET y es docente de Inmunología Molecular en la licenciatura en Biotecnología de la UNSAM.

Desde el inicio de su carrera, Cassataro eligió dedicarse a proyectos de investigación vinculados al desarrollo de vacunas de uso humano, en busca de alternativas más eficientes que las actuales. Entre muchos otros logros, en su corta pero destacada trayectoria supo obtener el Premio Estímulo a Jóvenes Científicos que anualmente otorga la Fundación Bunge y Born. Un galardón que le permitió desarrollar su propia línea de trabajo y conformar el grupo interdisciplinario de investigadores que hoy la acompaña.

– ¿Por qué eligió estudiar biología?
– Siempre tuve una atracción muy fuerte por las ciencias médicas y naturales, también por la matemática. Pero en Mar del Plata no había Medicina, sino Biología. La facultad tenía una orientación muy marcada hacia las ciencias, por lo que elegí biología molecular. Siempre me interesó todo lo que se aplicara a las ciencias médicas. Así fue cómo empecé a trabajar en vacunas.

¿Qué proyecto lleva adelante ahora?
– Ahora estamos con el desarrollo de nuevos adyuvantes para vacunas. Una vacuna está compuesta por el antígeno y el adyuvante. El adyuvante es cualquier tipo de compuesto que incremente la respuesta inmune contra el antígeno, que a su vez es la parte específica del patógeno, el virus o la bacteria contra el cual buscamos desarrollar una vacuna. Específicamente, estamos tratando de mejorar la respuesta inmune en las vacunas orales, que tienen muchas ventajas: son más aceptadas que las jeringas, son más fáciles de aplicar y no necesitan personal capacitado. El problema es que en la industria en este momento hay muy pocas, porque lo que ingresa por vía oral se degrada en el estómago e intestino y se necesitan dosis muy altas. Otro problema es que puede haber tolerancia, porque el organismo no desarrolla una respuesta inmune a lo que ingresa vía sistema digestivo.

¿Cómo es el diseño de esta vacuna?
– Empezamos con antígenos modelo para ver qué pasaba con estos compuestos, probamos con Salmonella y Toxoplasma con resultados alentadores, y ahora -mediante un proyecto financiado por la Fundación Bill & Melinda Gates-, empezamos a trabajar con la denominada diarrea del viajero, causada por la Escherichia coli enterotoxigénica. Para esto estamos colaborando con un grupo de investigadores de Estados Unidos que tiene los antígenos, porque necesitamos lo que se llama el perfect mix, o la fórmula perfecta, entre el antígeno y el adyuvante. No es algo fácil.

¿Qué tipos de vacuna existen hoy?
– Hay diferentes tipos de vacunas. Las vivas consisten en la bacteria entera, muy parecida a la E. coli, por ejemplo, pero que no causa enfermedad porque está atenuada. Estas tienen el problema de que en un individuo inmunosuprimido pueden ‘revertir’, es decir, activar el desarrollo de la enfermad en aquellas personas con problemas en su sistema de defensas. Otras son vacunas “muertas”, que tienen todo el microorganismo muerto, pero también son bastante reactogénicas. Ejemplos de esto son la de la tos convulsa, que es la bacteria muerta o “machacada”, y la de la Hepatitis A, con el virus inactivado. Hay un tercer grupo de vacunas que utilizan proteínas purificadas; estas son las que menos inconvenientes tienen, pero también son menos innmunogénicas (proveen menor capacidad de protección). Son los casos de la vacuna del HPV y de la Hepatitis B.

¿Patentó alguno de sus desarrollos?
– Patentamos el adyuvante. Hace algunos años el CONICET presentó el pedido en la Argentina y en otros países, y recién en 2015 fue aceptada en Europa y en China. En Estados Unidos sigue en evaluación.

¿Se considera biotecnóloga?
– No, no soy biotecnóloga. El área de vacunas es un área de biotecnología, que utiliza diferentes ramas para su aplicación como la bioquímica o la biología, y cuando uno trabaja en vacunas termina haciendo un área diferente a otras de la ciencia básica, porque siempre está pensando en la aplicación. Hay una rama conocida como “de Pasteur”, que es de investigación básica, pero en realidad el fin de lo que hacemos tiene una aplicación. Al mismo tiempo, hacemos cosas muy básicas. Soy científica, porque si bien mi formación más fuerte es en inmunología, ahora por ejemplo estoy haciendo muchos estudios bioquímicos. Uno se va formando, se va especializando y encuentra cosas nuevas todo el tiempo.

¿Cuáles fueron sus mayores logros?
– Me pone muy contenta haber formado grupos de investigación y liderar una línea de trabajo propia. Haber podido fijar objetivos y conseguido recursos -con financiamiento nacional e internacional- para tener ahora un grupo de siete investigadores. La colaboración con Glaxo, Biogénesis Bagó o con la Fundación Bill & Melinda Gates nos permite aprender muchísimo, nos hace trabajar de otra manera, con objetivos muy cronometrados, además de colaborar con grupos del exterior, algo que también nos estimula. Es tremenda la diferencia en resultados cuando se tiene más dinero para poder avanzar.

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¿Frustraciones?
– A veces cuesta mucho el tema de los recursos humanos. Conseguir gente a la que le guste este trabajo no es fácil porque se requiere una profunda vocación científica. Por suerte tengo un grupo muy bueno. En realidad, las frustraciones son constantes en la ciencia, porque de diez experimentos, ocho no dan lo que uno espera. Pero para mí es el mejor trabajo del mundo. El tema es saber atravesar esa frustración que ocurre dos o tres veces por semana y al otro día hacer más experimentos, seguir probando. Trabajamos mucho con la frustración: cómo hacer para superarla. La ciencia es así y ahí está para mí uno de los desafíos que tienen las nuevas generaciones.

Nota actualizada el 16 de septiembre de 2016

2 comentarios

  1. damian salim dice:

    PERDÓN
    Quien dio ese título, opaco. Para tremenda obra para la comunidad, que baja concepción cultural. La realidad, la verdad absoluta, cuál es realmente la realidad. Excelente trabajo. Remplacen el nombre mal dado a la economía, y el problema puede empezar a cambiar de la mano de una ciencia que apoya a otra.

  2. Carlos Eduardo Ochoa Gamboa dice:

    hola Juliana,
    felicitaciones por todos tus logros y felicitaciones por seguir los caminos de la investigación, ya que este es un campo en el cual no hay demasiado apoyo , yo soy Microbiólogo egresado de la Universidad de Pamplona en Colombia y la verdad no he tenido la oportunidad de ejercer en el campo de la investigación , en estos momentos estoy interesado en ingresar a la Maestría en Microbiólogia Molecular en la UNSAM, espero ser aceptado y tener el gusto de conocer mas sobre su grupo de investigación, producción de vacunas y adyuvantes el cual me parece un tema excelente y me gustaría ejercer en este campo.

    Saludos

    cordialmente

    Carlos Eduardo Ochoa Gamboa
    Microbiólogo
    Universidad de Pamplona

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