Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental

Los humedales y el efecto de las inundaciones

Rubén Quintana, presidente de la Fundación Humedales e investigador en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la UNSAM habla en esta entrevista sobre las lluvias que afectaron a la provincia en las últimas semanas y asegura: “Si los humedales hubiesen estado en buenas condiciones ecológicas, el efecto hubiese sido menor”.

Por Maximiliano de Mingo

Treinta mil fue el número aproximado de afectados y cinco las víctimas fatales como consecuencia de las inundaciones que se dieron en las últimas semanas en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe. Pero más allá del récord de precipitaciones, que fue la principal causa del problema, hay otros factores que influyeron directamente en el agravamiento de la situación.

El doctor Rubén Quintana es el presidente de la Fundación Humedales e investigador en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín y asegura que “si los humedales hubiesen estado en buenas condiciones ecológicas, el efecto de las inundaciones hubiese sido menor”.

¿Qué significa que estén en “buenas condiciones ecológicas”?

-Que mantuvieran su extensión, estructura y funcionamiento original. En los humedales de los ríos Paraná o Luján, el avance de los endicamientos es de los problemas más graves. No es solamente por la superficie, sino por cómo están dispuestos. Si uno ve una imagen satelital de la cuenca del Luján, la alta cuenca no tiene tanto desarrollo urbano, se concentra mucho en la parte baja, la parte final, en Escobar, Maschwitz… ahí se forma un tapón.

– ¿Cómo influyen en este proceso las construcciones inmobiliarias y de barrios privados?

– El otro día un periodista me consultaba por este tema y me mostraba un dibujo de la zona antes y después de las construcciones de los barrios privados. El río tiene su cauce y una llanura de inundación. Cuando hay crecientes, el agua derrama sobre la llanura de inundación, que es donde están los humedales y son esos ecosistemas los que cumplen un papel de  amortiguación o regulación de estos excedentes hídricos. Los barrios privados, básicamente en el Luján y no tanto en el Delta, avanzan sobre las planicies de inundación para lo cual elevan la cota del terreno para evitar que las urbanizaciones se inunden. Esas intervenciones constituyen  barreras que impiden que el agua penetre en zonas donde antes se derramaba. Al verse impedido su ingreso, el agua busca su camino y muchas veces termina agravando la inundación en áreas que generalmente coinciden con los lugares en donde se encuentra asentada la población más vulnerable.

– ¿El avance de las construcciones que mencionás es por falta de previsión o hay otros motivos?

– Más que falta de previsión hay falta de ordenamiento de las actividades humanas. Estoy convencido que la clave es el ordenamiento ambiental territorial. Hoy por hoy, no hay ninguna regulación y, en general, los emprendimientos obtienen permisos. En otras palabras, nadie te dice “acá no podés hacer un barrio privado o un endicamiento”, entonces se hace.

– ¿Esa tarea le corresponde al municipio, la provincia o la nación?

– Creo que a todas las instancias. Primero, no hay una ley de ordenamiento territorial a nivel nacional, que sería importante que existiera, y después vas bajando y te vas encontrando lo mismo a otros niveles. Si bien se exige la realización de una evaluación de impacto ambiental, la mayor parte de las veces esta es meramente una formalidad para justificar y nada más, nadie se va a oponer. Hubo un solo caso exitoso, en el cual, a pesar de que el impacto había sido positivo, la movilización de distintos sectores de la sociedad y la decisión política del municipio al momento de realizarse las auditorías terminó frenando el emprendimiento por un juez. Este fue el caso de la urbanización Colony Park, que iba a hacerse en las islas del Tigre, frente al Municipio de San Fernando. Es el único proyecto de urbanización en áreas de humedales que hasta el día de hoy está frenado.

– ¿Cuáles son los riesgos que tiene endicar sin control estatal?

– Endicar es marcar los límites de tú terreno, vos te salvás y el de al lado que se arregle. Lo que se está haciendo con las urbanizaciones o con otro tipo de endicamientos para agricultura, ganadería o forestaciones, es crear barreras que evitan que el agua fluya e impide que entre a estos humedales -que originalmente son depresiones con una cobertura de vegetación herbácea alta y continua. Estas características implican la disminución de la velocidad del agua, con lo cual queda más tiempo detenida en el humedal, liberándose de a poco. Tampoco podés pensar que la solución es endicar todo para que nadie se inunde. Esto es lo que pasó en otros países, con lo cual los ríos terminan  encajonados ya que la llanura de inundación no existe. Esto provoca diferentes problemas como una aceleración de los procesos de erosión  porque el agua empieza a circular mucho más rápido, así como inundaciones en zonas que antes no sufrían estos problemas o lo hacían en menor grado. Un ejemplo clásico es el de Holanda, país que polderizó (N. del R.: ‘polderizar’ es un término adoptado en los Países Bajos que describe las superficies terrestres ganadas al mar) gran parte de sus humedales y que ahora -después de siglos de  transformación- tienen que volver para atrás. De hecho, se puede decir que los holandeses fueron un poco los inventores de estos diques y ahora están tratando de correrlos para que el río recupere, aunque sea, una pequeña proporción de su planicie de inundación.

– En el corto o mediano plazo, ¿se puede hacer o deshacer algo en los humedales para que vuelvan a recibir esa agua que hoy va directo a la ciudad?

– En las partes urbanas es más complicado porque tenés gente viviendo. En las zonas de diques para producción se está trabajando con los productores, principalmente con los forestales, para que empiecen a hacer de nuevo manejo de agua dentro de los endicamientos. Esto implica que abran compuertas o que las construyan porque en algunos casos habían llegado al extremo de no tenerlas, aislando completamente el área interior a los diques. Y eso, a la larga, es contraproducente para la propia producción. Primero, porque en los diques cerrados, al no entrar más el agua, se corta la entrada de nutrientes y materia orgánica, que es fundamental para mantener la fertilidad de los suelos. Por otro lado, las plantaciones pueden llegar a tener estrés hídrico (falta de agua), como ocurrió en el año 2007 cuando tuvo lugar una sequía bastante importante, debido al descenso de la napa freática dentro de los diques.  También se empezó a observar en algunos diques cerrados problemas de salinización de los suelos debido al ascenso de sales de origen marino que se encuentran a poca profundidad, con el consecuente efecto negativo sobre las plantaciones. En 2008, a raíz de las sequías, hubo grandes incendios que afectaron a 200 mil hectáreas de la zona del Delta y eso provocó, entre otras cosas, que el humo llegara a Buenos Aires. Entre los efectos negativos de estos incendios se observó una pérdida de materia orgánica acumulada en los humedales, un aumento de la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, además del impacto directo sobre la fauna, ya que murieron ejemplares de muchas especies, incluyendo varios ejemplares de ciervos de los pantanos, una especie en peligro de extinción y declarada “Monumento Natural” por la provincia de Buenos Aires, además de afectar a la gente y a sus pertenencia. Todo eso provocó que por primera vez, a instancia de Nación, se firmara un acuerdo entre los tres gobernadores de las provincias que tienen territorios en el Delta: Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, al que denominaron “PIECAS-DP” (Plan Integral Estratégico para la Conservación y el Aprovechamiento Sostenible de la Región Delta del Paraná). Fue la primera vez que se pensó en tratar a una región ecológica en forma integral, independientemente de las jurisdicciones, porque el Delta conforma una única región ecológica. Fue interesante esa experiencia porque se planteó, entre otras cosas,  el ordenamiento territorial de las actividades productivas en el Delta. Por supuesto, cada vez que aparecen estos planes hay un montón de gente que se opone porque piensa que el Plan implica restricciones a la producción. De hecho, al momento de plantearse por primera vez la idea en la ciudad de Victoria, algunos productores se movilizaron hasta el lugar en donde se hacía la reunión en protesta porque pensaban que el PIECAS promovía la creación  de un gran parque nacional y eso implicaba que se los iba a expulsar. Y nada más lejos de la realidad.

– Mencionaste la ganadería, pero te consulto por las plantaciones de soja, ¿tienen responsabilidad directa en las inundaciones?

– Es una amenaza, ya hay experiencias de cultivo de soja en el Delta, pero comparativamente a las otras cosas que te mencioné anteriormente, es muy incipiente. Incluso hay una amenaza más factible para el Delta que es el cultivo de arroz, porque necesita mucha agua y el Delta tendría buenas condiciones para su desarrollo. Pero el cultivo de arroz tiene una carga de agroquímicos muy alta. Por eso decimos que la agricultura no debería entrar al Delta, porque una de las funciones más importantes que tiene esta región es como reservorio y purificación de agua de la mayor parte de la población del país. No debería hacerse agricultura dentro de los humedales en general. Puede haber una amenaza potencial si no se regula, porque por ahí sí, dentro de unos años tengas una amenaza. De hecho, si ves el estudio que hicieron Patricia Kandus y Priscilla Minotti para el año 2013, ves que los endicamientos para cultivos aumentaron, pero claro, comparado con los construidos para otros fines, es muy bajo todavía. Ahora la soja bajó un poco el precio, pero cuando estaba a 500 dólares la tonelada era imparable, porque nada te daba ese nivel de rentabilidad.

– La Ley de Humedales que fue aprobada en el Senado y espera sanción en Diputados, ¿regula el espacio territorial?

– Sí, más allá de las críticas que nosotros hicimos de cómo quedó redactada, lo que apunta es que haya un ordenamiento ambiental y territorial a nivel nacional. Aunque puede pasar lo mismo que pasó con la Ley de Bosques, que en ese sentido fue bastante inoperante a varios años de su sanción, porque el ordenamiento territorial de los bosques quedó a cargo de las provincias y los criterios y las acciones no han sido las mismas para todas, lo cual es un problema a la hora de conservar los bosques nativos. En cuanto a la Ley de Humedales, a lo que apuntaría sería al ordenamiento de las actividades humanas en estos ecosistemas de manera tal de poder evaluar en dónde se puede hacer, por ejemplo, un emprendimiento urbano o productivo.  Además, si hacés endicamiento con un fin productivo, tenés que hacer manejo de agua por lo menos, de manera que esta pueda entrar y salir de la zona endicada al menos en algún momento. En ese sentido, la ordenanza que sacó Tigre para su sector de islas después de la negativa a construir el Colony Park tiene de positivo que plantea el mantenimiento de la transparencia hidrológica y la insularidad, dos cosas que hacen al mantenimiento de los humedales, porque los que querían construir querían hacer puentes que unieran el continente con la isla, y eso empeora la situación. Y la transparencia hidrológica es básicamente no hacer diques y que el agua pueda fluir. El problema que tiene es que la regulación es sobre la isla, pero del otro lado del río Luján, no vale. Y ahí es donde están los grandes emprendimientos urbanos, como Nordelta. Mi opinión sobre la normativa es que significa un avance, porque si bien todavía tiene varios problemas por resolver, es positiva porque, por ejemplo, plantea que los centros de islas deben quedar libres de urbanización, no podés construir casas en el centro. Ahí el problema es definir hasta dónde llega el centro y si en la normativa dice que “lo único que no se puede tocar es el centro”, entonces se está aceptando que los bordes pueden ser reemplazados por casas. Y eso no está bien, porque los bordes de las islas son los únicos en los cuales hay bosques ribereños, por lo cual si se permite la transformación de estos bordes, entonces los bosques desaparecerán.

Nota actualizada el 2 de septiembre de 2015

2 comentarios

  1. Carlos Herczeg dice:

    muy interesante ¡¡¡

  2. Carlos Herczeg dice:

    Explicativo y muy interesante ¡¡¡

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