Relaciones Internacionales

Convocatoria PIME-UNSAM: cursá un cuatrimestre en el extranjero

El Programa Internacional de Movilidad Estudiantil ofrece a estudiantes de grado la posibilidad de vivir una experiencia académica distinta. La inscripción ya está abierta. Hay tiempo hasta el 15 de octubre para postularse.

La Gerencia de Relaciones Internacionales invita a los estudiantes de grado de la UNSAM  que tengan ganas de vivir una experiencia distinta y estudiar un cuatrimestre en el exterior a postularse a la Convocatoria 2015 del Programa Internacional de Movilidad Estudiantil (PIME-UNSAM).

El objetivo de esta iniciativa es consolidar un esquema de movilidad internacional de estudiantes, de carácter permanente que posibilite la formación de recursos humanos en áreas estratégicas para la Universidad.

También intenta instalar la cultura del intercambio: un esquema de movilidad permanente, posicionando a la UNSAM de una forma dinámica en redes de intercambios con otras universidades (con las cuales existen convenios bilaterales o se comparten espacios multilaterales).

Con este programa, los estudiantes que lo deseen pueden postularse para cursar un período académico en otra universidad, de acuerdo a las plazas que se ofrezcan en el año lectivo en las universidades del exterior. Las materias que el alumno curse en instituciones de otros países serán reconocidas previo acuerdo del plan de estudios. Los seleccionados deberán concertar, con las autoridades académicas de su Escuela/Instituto,  el programa de estudio a realizar en el extranjero, el cual se formaliza a través de un “Acuerdo de Estudios”.

El período de estudios será de un cuatrimestre.

Además, quienes estén interesados en recibir ayuda económica para realizar el intercambio podrán postular por una beca de movilidad y/o manutención, dirigida a estudiantes matriculados en carreras de pregrado y grado.

Para conocer más sobre el PIME, las bases de la convocatoria e inscribirte ingresá aquí.

Contacto telefónico: 4006-1500 int. 1032/1033/1034.

Correo electrónico: internacionales@unsam.edu.ar / internacionalesunsam@gmail.com

Dirección: Martín de Irigoyen 3100, edificio Tornavías, Campus Miguelete.

 

LAS HISTORIAS DE LOS QUE VIAJARON

Eliana Mailén Fernández en Monserrat, Cataluña, España.

Los inicios: me sacaron esta foto poco tiempo después de haber llegado. Era una de las primeras salidas con mis compañeros, un lugar increíble lleno de historia y un paisaje hermoso. Estaba muy feliz.

 

Carolina Calcagno en Unión de Guadalupe, Aquismón, San Luis Potosí, México.

Último viaje del viaje: dicen que viajando se fortalece el corazón…

 

Florencia March en Universidad de Vigo (CUVI), Vigo, Galicia, España.

Primer contacto con la universidad: la primera vez que la pisé. Me encantó que la universidad quedara arriba de la montaña, enmarcada en el verde y entre las nubes (Vigo es muy húmedo, muy nublado y muy lluvioso).

 

Anahí Jeanrenaud en Kyocera Estadio. The Hague (La Haya), Holanda. 

“Una pasión que atravesó mares”: me encuentro observando cómo esa bandera argentina flamea de izquierda a derecha, abajo; en la cancha de hockey; se observa el equipo Holandés que está a punto de jugar contra Las Leonas, selección argentina femenina de hockey sobre césped. La piel se eriza, sostengo una bandera con el padre de la capitana de la selección, es que allí todo es unión y alegría…comienzan las primeras entonaciones del Himno Nacional Argentino.. todxs, saltamos y cantamos, orgullosos de la bandera y el país que representamos. Allá cumplí uno de mis sueños, el de ver a la selección en Holanda y allí reafirmé que es un gran orgullo ser: ARGENTINA.

 

Agustina Andrada en Finisterre, Galicia, España.

Mirando a la finitud: hacía dos semanas que había llegado a Santiago de Compostela, lugar donde estudiaría durante un semestre. Un grupo de viajes organizado por la universidad me ofreció la posibilidad de viajar a este sitio, Finisterre. Nunca había escuchado ese nombre. Acepté porque el pasaje era barato y estaba cerca, sinceramente. Así subí al micro, o “bus”, sin ninguna expectativa. De pronto, mientras el micro se acercaba al lugar de llegada, el paisaje se ponía cada vez más interesante. Los colores verdes de la vegetación sobre las montañas me hacían querer salir del micro e ir a dar un paseo, pero aún no habíamos llegado. Y de un momento a otro, paramos. Caminamos sobre las montañas hacia delante, como buscando un punto de llegada, y, de repente, no fue necesario nada más, nos esperaba la inmensidad pura. Las montañas habían llegado a su fin y le habían cedido su espacio al océano. Recordé la primera vez que había ido al mar, tenía ocho años, y mirando hacia lo profundo le pregunte a mi papá -¿Qué hay después de tanta agua?-. Trece años después volví a hacer la misma pregunta y, ahora que lo pienso, fue porque volví a sentir lo mismo, volví a sentirme solo un pequeño punto dentro de un espacio infinito. Esta vez no fue mi padre quien me respondió sino el coordinador de viaje, “América”. Y allí estaba lo más cerca y lo más lejos posible de Argentina, del otro lado estaba mi continente, pero yo lo único que veía era la inmensidad. Ese día aprendí en carne propia un concepto tan propio de la filosofía, el concepto de finitud. ¿Y por qué lo aprendí? Porque fue el único momento de mi vida en que sentí la fuerza de lo infinito.

 

 

Nota actualizada el 19 de septiembre de 2016

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